Son encantadores, egocéntricos y manipuladores. Si lo saben canalizar, pueden llegar lejos en los negocios y hacerse multimillonarios. ¿A qué se debe?   Por Rich Karlgaard   ¿El capitalismo, en términos evolutivos, selecciona entre cretinos o santos? La cultura popular siempre ha sonreído a los cretinos. Los generales George Patton y Douglas MacArthur son símbolos perdurables de la audacia y la fortaleza estadounidense, los chicos buenos Omar Bradley y George Marshall no lo son. EL molesto John Lennon parecía auténtico, el dulce Paul McCartney no tanto, a pesar de que McCartney es un músico muy superior. El chico malo de las carreras de larga distancia, Steve Prefontaine, nunca estableció un récord mundial ni ganó una medalla olímpica, pero su leyenda perdura: dos películas de Hollywood se han hecho sobre su vida. ¿Quién tiene el mejor programa de cocina en la televisión? El cocinero del infierno, Gordon Ramsay. ¿Qué entrenador de baloncesto universitario jubilado tiene un libro que se vende como pan caliente? El príncipe de los cretinos, Bob Knight. Aceptémoslo, los cretinos son más interesantes. La fuente de su antipatía es a menudo el narcisismo. Anotan dieces perfectos en vanidad, egoísmo, orgullo y soberbia. La otra cara es que los narcisistas pueden ser poderosamente carismáticos. Susan Cain, autora del best seller Quiet: The Power of Introverts in a World That Can’t Stop Talking  (Silencio: El poder de los introvertidos en un mundo que no puede dejar de hablar), escribe: “Vemos a gente como Charlie Sheen, PORQUE es narcisista, no A PESAR de ello. Las investigaciones han demostrado que los estudiantes universitarios más narcisistas tienden a ser más queridos. Y no sólo eso, sino que el tipo de narcisismo que producía una mayor popularidad es también el más maligno”. ¿Cómo detectar a un cretino egocéntrico en formación? Cain escribe: “Se visten de forma impecable y ostentosa, tienen expresiones faciales encantadoras, un lenguaje corporal seguro de sí mismo, son verbalmente ingeniosos y encuentran maneras interesantes y coloridas de presentarse.” Pero los narcisistas también puntúan muy bajo en la empatía. Su movimiento clásico es manipular a otros para conseguir lo que quieren. Los cretinos inteligentes dicen mentiras que queremos creer. Lance Armstrong dijo que nunca se había dopado porque, como ven, se había recuperado del cáncer y nunca pensaría en inyectarse cosas en el cuerpo. Bernie Madoff prometió 1% al mes, para siempre. Nos comemos cosas como esas, luego despertamos y ya no vemos a sujetos encantadores, vemos a cretinos. Bernie Madoff, hay que decirlo, no está en la cárcel porque sea un cretino, sino porque no pudo entregar el 1% al mes. Tomó la salida fácil del cretino, creando la ilusión de un alto rendimiento con dinero fresco de nuevos inversionistas. ¿Qué hay de Steve Jobs? No es ilegal ser un cretino. Sabemos que puede ser una ventaja en el negocio. Sin embargo, como gerentes e inversionistas, ¿es inteligente respaldar a un cretino? Como empleado, ¿es prudente trabajar para uno? La respuesta no es clara. El exitoso CEO de Boeing, Jim McNerney Jr., probablemente se alegre de haber trabajado para el bocón Jack Welch. Podemos, sin embargo, observar dos tendencias de cretinos que pueden ayudar a guiarnos. Una mira hacia la propia evolución del cretino. El ejemplo es, una vez más, Steve Jobs. El Jobs fundador de Apple en 1976 hasta el Jobs de su derrocamiento en 1985 fue, por turnos, brillante y manipulador, clarividente y emocional, un hombre espectáculo y un adicto a la atención, un seductor persuasivo y un traidor despiadado. La junta de Apple pidió a Jobs que dejara la compañía en 1985. Larry Ellison, CEO de Oracle, dice que despedir a Jobs ha sido la decisión más tonta del consejo en toda la historia. Sin embargo, Apple no tenía otra opción, ya que Jobs era para entonces autodestructivo. Jobs estaba tan deprimido después de su salida que sus amigos temían por él. Sin embargo, durante sus años salvajes Jobs maduró y se hizo sabio. Se casó y tuvo hijos. Comenzó una nueva empresa de computadoras (NeXT), que luchó, aprendió sobre humildad y enseñó paciencia. Jobs hizo sus primeros 1,000 millones de dólares invirtiendo en la brillantez de otros (Pixar). Cuando Steve Jobs volvió a Apple, era un hombre diferente. Buscó consejo emocional en un director de Apple, y el ex entrenador de futbol, ​​Bill Campbell. Jobs aprendió cómo mantener a sus mejores empleados sin sabotearlos. Él no era un santo y se hizo célebre por ser intolerante al trabajo de mala calidad. Lanzó sillas. Pero la ira ya no era para él  algo tan personal como lo había sido antes. Ahora se trataba sólo de trabajo. La segunda tendencia que se observa es que las empresas más innovadoras de hoy son a menudo los mejores lugares en los cuales trabajar. El capitalismo selecciona cada vez más por el buen comportamiento, no está mal.

 

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