La intención británica y americana es la de amedrentar a todo el gremio periodístico sin importar su nacionalidad o ubicación.   La arbitraria detención efectuada el domingo contra el brasileño David Miranda, asistente y pareja del periodista estadounidense del diario británico The Guardian, Glenn Greenwald, es solo la última muestra de la prepotencia con la que los aliados europeos de Estados Unidos, están dispuestos a operar para congraciarse con el gobierno de Obama. Greenwald fue el primero en publicar las filtraciones del ex analista de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense (NSA), Edward Snowden, sobre el espionaje masivo que ésta realiza tanto a sus propios ciudadanos como a extranjeros. Desde luego, la intención británica y americana es la de amedrentar no solo a Greenwald, sino a todo el gremio periodístico sin importar su nacionalidad o ubicación. El mensaje “siciliano” es muy claro: sabemos quién es la persona más cercana a ti, y estamos dispuestos a ir por ella para callarte. Miranda viajaba desde Berlín a Río de Janeiro donde reside con Greenwald, por lo que la detención ocurrió mientras hacía escala en el aeropuerto londinense de Heathrow. Lo que es un hecho, es que los servicios de inteligencia estadounidenses y británicos –hermanos inseparables, han puesto una marcaje personal a todo aquel que tenga que ver con Greenwald y Snowden, hoy asilado en Rusia. No se sabe si Alemania colaboró también o no, pero el hecho es que la policía ya estaba esperando a Miranda. La tripulación anunció que era necesario que todos los pasajeros descendieran con pasaporte en mano. Una vez identificado, fue trasladado al sitio del interrogatorio que duró nueve horas, el máximo que permite la legislación “antiterrorista” sin que sea necesario presentar cargos. Luego, fue dejado en libertad. Cabe subrayar que los agentes sabían de antemano qué buscar. Miranda se había reunido antes con la cineasta Laura Poitras y otros periodistas colaboradores de Greenwald, para analizar documentos secretos entregados por Edward Snowden. Por ello, le fueron confiscados todos los medios en que podría estar transportando información, como su computadora, un disco duro externo, dos memorias y hasta una consola de videojuegos. Queda claro que todo esto no pudo haber sido conocido por la policía común. Los antecedentes tuvieron que ser obtenidos por los servicios de espionaje, que sabiendo el itinerario de Miranda, prepararon el golpe. Se dice que Washington fue alertado pero, desde luego, niega su participación. Lo cierto, es que pudo haber coordinado esfuerzos con el Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno (GCHQ por su siglas en inglés) –agencia británica de inteligencia y espionaje, para el operativo. El Ministerio del Interior de Gran Bretaña, intentó desmarcarse sin éxito de la acción, al señalar que la aplicación de la ley antiterrorista compete solo a la Policía Metropolitana. Sin embargo, el legislador conservador David Davies reveló que el primer ministro Cameron, tuvo conocimiento minuto a minuto de lo que sucedía en el aeropuerto, y por tanto, también Washington. Miranda ha dicho que el trato que recibió de los siete agentes que lo custodiaron fue de criminal, y que amenazaron con llevarlo a la cárcel si no cooperaba. Debido a eso, está preparando una acción legal para proteger el material que le fue confiscado, y por la forma en que fue tratado. Por su parte, Greenwald ha manifestado que lejos de intimidarlo, ahora hará revelaciones más agresivas, también, sobre el Reino Unido. Material, le sobra. Ahora bien. Esta acometida contra periodistas solo puede ser entendida en el contexto de la campaña global que Estados Unidos, inició contra todo lo que se relacione al caso Snowden. A propósito, el lunes el mismo The Guardian publicó que un mes atrás, después de dar a conocer notas basadas en sus filtraciones, un funcionario británico los amenazó: “Ya tuvieron su diversión. Ahora queremos que nos entreguen el material”. Ante las presiones, al diario no le quedó de otra que cumplir el capricho de la GCHQ y destruir las computadoras que contenían valioso material. Así  pues, Miranda es sin lugar a dudas solo una víctima más en esta trampa, cuyos tentáculos recordará, alcanzaron también al presidente de Bolivia, Evo Morales, a quien se le negó el paso por el espacio aéreo de España, Francia, Portugal e Italia en julio pasado, ante simples sospechas de que en su avión viajaba Snowden. La acción de Gran Bretaña contra Miranda, Greenwald, Morales y The Guardian, ha puesto de manifiesto la ofensiva sumisión de Europa a los intereses estadounidenses. Una vergüenza. Por fortuna, la defensa de la libertad de expresión seguirá siendo enarbolada por valientes periodistas, para desgracia de gobiernos totalitarios que tratan de ocultar sus fechorías. Greenwald tiene por supuesto copias de todo el material decomisado, por lo que la mejor parte de los secretos más oscuros de Estados Unidos y Gran Bretaña, está por venir.

 

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