Actualmente, la tenencia de bonos de deuda del gobierno en manos de extranjeros representa 37% de los 148,000 millones de dólares (mdd) que están en circulación, según datos del Banco de México (Banxico). ¿Cuáles son los riesgos?   Se piensa que siempre es positivo que más flujos de inversiones entren al país. Pero lo importante es distinguir qué tipo de inversión es. La Inversión Extranjera Directa (IED) se trata de inversiones que hacen empresas o inversionistas del exterior con un plan a largo plazo, que tienen como objetivo establecer fábricas, centros de servicios o de producción. Su producción es tangible, y puede identificarse en la infraestructura, contratación y capacitación de los recursos humanos (generación de empleos). En tanto,  la inversión de cartera está destinada a los mercados financieros. Incluyen la inversión en capitales, acciones, deuda o bonos. Al no estar destinada esta inversión a activos físicos es más fácil que salga del país. Durante la crisis que estalló en 2008, las políticas monetarias expansivas instrumentadas por los países desarrollados para contrarrestar la turbulencia y reactivar las economías vía crédito, se tradujo en un exceso de liquidez en el sistema financiero. Este tipo de políticas implican, entre otras herramientas, bajas tasas de interés, que en este caso llegaron a mínimos históricos. Así, las inversiones en instrumentos de estos países, que si bien ofrecen seguridad, pagan premios limitados.   ‘Volar’ hacia los rendimientos En los últimos años, los inversionistas han preferido llevar sus carteras hacia activos riesgosos, pero con mayor rendimiento, por lo que se han dedicado a comprar bonos gubernamentales y otros activos privados de economías emergentes. México es uno de esos países que han recibido enormes cantidades de dinero vía los mercados financieros. Actualmente, la tenencia de bonos de deuda del gobierno en manos de extranjeros representa 37% de los 148,000 millones de dólares (mdd) que están en circulación, de las proporciones más altas dentro de las economías emergentes, según datos del Banco de México (Banxico). Sin duda, la entrada de capitales a un país, en este caso al nuestro, habla de la confianza que los inversionistas tienen en la nación en medio de finanzas públicas relativamente sanas y de sus expectativas favorables sobre la marcha de la economía.   ¿Cuáles son los riesgos? La entrada de estos capitales ha permitido dar liquidez en mejores condiciones al gobierno, pero tienen un pequeño defecto: al detectar mejores escenarios en otro lugar o percibir un clima de inestabilidad, no lo piensan dos veces y salen volando… De ahí el nombre de ‘capitales golondrinos’. Así, este tipo de flujos plantean serios riesgos: su salida es capaz de propiciar un incremento de las tasas de interés y la depreciación del peso frente al dólar. En México, las autoridades financieras parecen estar conscientes de lo elevado que es la tenencia en manos de extranjeros. En las últimas minutas del Banco de México, los miembros de la junta hacen patente que “el grado de apertura de la economía mexicana acrecienta el impacto potencial de los movimientos de capitales”. Y es que mientras en México la proporción de bonos de deuda mexicanos en manos foráneas es de casi 40%, en países como Brasil o Tailandia es de 10 y 14%, respectivamente, de acuerdo con datos de los bancos centrales de esos países. Todo indica que las condiciones que favorecieron la demanda de bonos están a punto de terminar. Paradójicamente, una mejora en el contexto internacional, específicamente en EU, ha permitido el retiro paulatino del exceso de dinero y se espera que en el mediano plazo las tasas de interés aumenten.   Alza de tasas a la vista El pasado martes 24 de junio, el presidente de la Fed de Filadelfia, Charles Plosser, declaró que las actuales proyecciones económicas de los responsables de la institución para EU producirían una tasa objetivo con un rango de entre 1.5% hasta 4% para fines del próximo año. Esto quiere decir que el premio que pagarán las inversiones denominadas en dólares aumentará, por lo que es de esperarse que los capitales vayan en busca de estas ganancias. Las reversiones de los flujos de capital tienden a deprimir los precios de los activos y propiciar recortes de gasto agregado con efectos adversos sobre la actividad económica. En la última reunión del Banco de México se decidió bajar la tasa de interés de referencia en medio de la debilidad que presenta la economía. Lo cierto es que esta rebaja también resta atractivo a las inversiones denominadas en pesos, y aunque no las frena por completo, sí limita la entrada de capitales. Mientras  Indonesia, Sudáfrica, Turquía, Brasil e India han subido sus tasas con el afán de retener capitales, aunque aumentando su exposición al riesgo, en México se realiza exactamente la operación contraria. En un reporte para inversionistas, Mario Correa, subdirector de Estudios Económicos de Scotiabank, menciona que “adoptar una política monetaria tan expansiva puede implicar una mayor vulnerabilidad de nuestras variables financieras ante un choque negativo del entorno global, donde los riesgos parecen ir en aumento. Si algún evento aumentara súbitamente la percepción de riesgo en los mercados globales, cabría esperar una reacción más fuerte en nuestro tipo de cambio y en los precios de los activos financieros en nuestro país”. Aunque la fortaleza de las finanzas de México le permitiría soportar choques externos, el riesgo de que estos capitales golondrinos puedan emprender el vuelo en el mediano plazo se mantiene.

 

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