Por: Gabriel España*

La crisis financiera global del 2007 y 2008 fue muy severa, y pegó de manera importante a los mercados financieros, particularmente a los mercados emergentes, y el impacto no pudo ser diferente en México, sin embargo, particularmente en el caso de nuestro país, con un nivel de endeudamiento público bastante manejable, el Gobierno Federal gozaba en ese momento de una holgura financiera importante. En el periodo de 2007 y 2008, bajo la administración del Presidente Felipe Calderón, el nivel de endeudamiento publico relativo al Producto Interno Bruto estaba en niveles inferiores al 35%, lo cual fue resultado de un crecimiento real de la economía, así como una disciplina fiscal estricta.

Hoy en día la fotografía luce muy diferente, al cierre de 2019, el indicador de endeudamiento a PIB cerró en 47.48%, y es de esperar que éste siga deteriorándose producto del decrecimiento de la economía de los últimos 12 meses, aunado a la expectativa de decrecimiento de la economía durante 2020, aun cuando en términos reales y nominales pudiera no existir incremento en el endeudamiento público. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), este indicador cerrará en un nivel de 61.4%, dada la expectativa de caída de la economía durante 2020. Esto claramente limita el margen de maniobra fiscal del Gobierno Federal para navegar con éxito la crisis económica que se avecina producto del COVID-19.

Adicional a estos factores internos, están los factores externos, que en este momento afectan a México de manera muy importante. A diferencia de la crisis de 2010, la crisis sanitaria que estamos viviendo hoy en día tiene dimensiones globales, y esta afectando tanto a países ricos, de renta media (como México) y pobres, lo que en el contexto de nuestro país significa que potencialmente el camino de recuperación económica dependerá de la solidez y velocidad de recuperación de su principal socio comercial, EU, que tampoco la tiene fácil para salir adelante después de el “parón” económico vivido producto de las políticas publicas de distanciamiento social.

Las autoridades financieras del país tienen claras las prioridades, y es de reconocer que enfocarse en crear condiciones de liquidez en el sistema financiero, vía el recién anunciado programa del Banco de México, que busca garantizar recursos para el sector empresarial vía la banca comercial privada y los mercados de capitales. Este programa atiende ante el peligro que representa tener una cadena de declaraciones de bancarrota en México que pongan en riesgo la capacidad productiva, y, sobre todo, genere un desempleo todavía mas grande al que actualmente se vive. Es vital que el sector privado mexicano siga operando con solvencia, a fin de mantener la distribución de productos y servicios para la población, en sectores claves como son alimentos, salud y limpieza. El potencial deterioro de alguno de estos sectores pondría en riesgo a la población entera. 

Por otro lado, debido al alto grado de informalidad en la economía mexicana, que emplea a poco mas del 55% de los trabajadores de nuestro país, durante la actual crisis de salud, y la posterior crisis económica, es necesario poner atención especial en los mas vulnerables, con políticas de gasto efectivo que atiendan particularmente esos segmentos económicos, por lo que bases de datos del extinto Seguro Popular, y del también extinto Prospera, pueden servir para ir identificando a esas personas que sin duda serán las que mas sufrirán durante la crisis económica que nos viene. El sector privado tiene un papel importante que jugar en este sentido, ya sea apoyando instituciones filantrópicas acreditadas o bien creando nuevas, que puedan ser receptoras de donativos deducibles de impuestos y que permitan apoyar a los grupos mas vulnerables, tal y como existen en muchos países.

México siempre ha necesitado del sector privado, pero ahora la situación de la pandemia esta potenciando esta necesidad. 6.7 pesos de cada 10 pesos que se mueven en la economía mexicana provienen del sector privado, y a fin de mantener el dinamismo el Gobierno Federal tiene herramientas tales como la inversión en infraestructura estratégica que ayude a incrementar la productividad en el país, que podrían generar los empleos necesarios ante los presentes y futuros desempleados en México. La historia mundial a demostrado que las Asociaciones Publico-Privadas en estos escenarios son la forma mas eficiente de poder resolver este tipo de retos, que pueden ayudar a que el país salga de esta situación mucho mas fortalecido. Temas como los esquemas de Propuestas No Solicitadas para el desarrollo de infraestructura deben ser explorados, y que sea el sector privado quien proponga a las dependencias del Estado los proyectos a desarrollar tanto desde el ámbito técnico como financiero.

No me queda duda que para el sector privado el papel de la Banca de Desarrollo local e internacional resulta ser fundamental para su continuidad, y esperamos estas herramientas sean identificadas y capitalizadas por los grupos empresariales mexicanos para hacerse de recursos de deuda y capital que permita en este contexto, mantener la operación existente de negocios y salga el país entero mucho mas fortalecido.

Contacto:

El autor es Managing Director en Iskali Capital Group (ICG), Banca de Inversión y de Desarrollo basada en Washington DC.

[email protected]

www.iskalicapital.com

Twitter: @Gabriel_Espana
LinkedIn: https://www.linkedin.com/in/gabrielespana/

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

Siguientes artículos

La evolución de las fintech tras el coronavirus
Por

La pandemia va a suponer una verdadera prueba de fuego para las Fintech, unas entidades que por primera vez en su corta...