Las cifras de distribución y venta de publicidad de uno de los medios más emblemáticos de Estados Unidos son más que lamentables, ¿por qué?   Estados Unidos no podría entender su historia contemporánea sin el Washington Post. Un periódico con tendencias liberales que realizó importantes investigaciones durante la década de los 70. Quizá la más trascendente, sobre el caso Watergate, reportaje que prácticamente le costó la caída a Nixon. Por tanto, sería muy pertinente preguntarse qué fue lo que sucedió para que un medio tan importante y con más de 100 años de antigüedad ya no pudiera hacer negocio con algo que prácticamente ellos inventaron. Sus cifras son escandalosas: una caída de 44% en las ventas publicitarias durante los últimos 6 años y una disminución del 7% en la venta semanal en sus publicaciones. En este sentido, la crisis del TWP me parece que puede ligarse a dos factores fundamentales: por una parte, el agotamiento de un modelo de negocios que no ha podido adaptarse a la explosión de los contenidos digitales; y por otra, el cambio en los hábitos de los consumidores de medios, particularmente los llamados nativos digitales. La aparición de páginas, blogs, redes y medios online es tan amplia,  que la competencia es francamente desleal. Así, el consumidor de medios promedio puede obtener toda la información que ofrecía el diario prácticamente gratis. Que fuera mejor o peor, bien estructurada o apenas esbozada era lo de menos. Lo importante es que era gratis. Y si la información es gratuita ¿qué puede ofrecer un negocio que vende información? Oportunidad, rapidez, veracidad, profundidad y prestigio eran la clave. The Washington Post será comprado por Jeff Bezos, dueño de Amazon.com, en apenas 250 millones de dólares. Y el precio, para una de las empresas de comunicación más emblemáticas del periodismo, fue relativamente bajo: lo que costarían dos Estelas de Luz. El periodismo seguirá siendo el mismo, lo que está cambiando ahora es la plataforma. Y si el soporte de un medio cambia, necesariamente tendrá que cambiar la forma de sus contenidos, la manera de entregarlos y la forma en la que interactúa con su público. El periodismo seguirá exigiendo el profesionalismo, la profundidad y la oportunidad que siempre le han caracterizado.

 

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