La inclusión británica en la UE es más importante para el futuro a largo plazo del bloque que lo que pase con Grecia, indicaron banqueros.   Reuters La posibilidad de que Reino Unido abandone la Unión Europea (UE) en el futuro preocupa mucho más a los banqueros europeos que la perspectiva de que Grecia haga lo mismo antes. La inclusión británica en la UE es más importante para el futuro a largo plazo del bloque que lo que pase con Grecia, dijeron banqueros en una conferencia del sector financiera, mientras siguen en Bruselas los intentos de última hora para mantener solvente a Atenas y evitar su posible salida de la zona euro. “Para mí, (el Brexit o salida británica de la UE) es la mayor pesadilla posible”, dijo Tim Adams, presidente del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés), en un encuentro europeo de la organización el jueves en Fráncfort. “Reino Unido es una parte muy importante de la economía y el ecosistema europeo. Nos espera un año de incertidumbre”, señaló. El primer ministro británico, David Cameron, prometió renegociar la relación de su país con la UE y celebrar luego un referendo a fines de 2017 sobre la permanencia en el bloque. Los esfuerzos de Cameron para comenzar la renegociación esta semana fueron opacados por Grecia, que busca persuadir a sus acreedores para que desbloqueen miles de millones de euros del rescate para evitar una cesación de pagos de su deuda la próxima semana. “En un sentido mecánico, el Grexit (salida de Grecia de la UE) afectaría más al trabajo y la estructura de la Unión Europea (que el Brexit)”, dijo Hans Jaeckel, economista de DZ Bank. “Pero por el espíritu, la perspectiva futura y la significación para la Unión Europea, el Brexit es el mayor riesgo”, agregó. El IIF estuvo en el corazón del último gran esfuerzo para evitar la bancarrota griega cuando sus funcionarios, junto a banqueros de BNP Paribas, Deutsche Bank y otros prestamistas pasaron meses renegociando los términos de la gigantesca deuda de 130.000 millones de euros del país heleno. En 2012, inversionistas privados, incluidos bancos, aseguradoras y fondos de cobertura, soportaron 100.000 millones de euros en pérdidas. Esta vez, los acreedores de Grecia son en su mayoría otros gobiernos de la zona euro y organizaciones del sector público como el Fondo Monetario Internacional. El IIF no participa en las reuniones, ni los bancos, que redujeron todos su exposición a Grecia.

 

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