Esta historia obliga a no perderse entre las ra­mas. “México continúa luchando con graves problemas, sobre todo cuando se trata de seguridad. Me preocupan especialmente los repor­tes de torturas, muertes y desapari­ciones forzadas en el país”. En entrevista exclusiva para Forbes Latinoamérica, Hillary Clinton habla de los focos rojos que observa en México, de los prime­ros ajustes que haría en la relación bilateral México-Estados Unidos, en caso de ganar las elecciones del próximo 8 de noviembre. “En mis primeros 100 días como presidenta, presentaré una inicia­tiva de ley ante el Congreso que incluya un camino a la ciudadanía y que arregle los retrasos de las visas familiares”, expone sobre el tema migratorio. Aplaudirá el fuerte impulso de la sociedad civil contra la corrupción y la impunidad por parte de acti­vistas que exigen que sus gobiernos rindan cuentas, afirma. “Los líderes de México son quie­nes al final deben tomar medidas para fortalecer el Estado de Derecho y la gobernabilidad, para asegurarse de que sus ciudadanos se sientan seguros y confiados.” Señala que “es necesario ga­rantizar que nuestros acuerdos comerciales funcionen para los trabajadores estadounidenses y no desplacen puestos de trabajo, por lo que tenemos que renegociar el TLC y actualizar el acuerdo”. En su primera entrevista con un medio hispano ya como candidata a la Presidencia de Estados Unidos por el Partido Demócrata, Hillary Clinton también comparte su visión sobre los desafíos que enfrenta el hemisferio latinoamericano y los ajustes que debería registrar el orden económico mundial. “El Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) no cumple el alto estándar que he fijado. “(…) Todavía tenemos mucho más trabajo que hacer para ayudar a nuestros aliados en América Latina frente a los retos actuales, como la pobreza, la violencia, los abusos a los derechos humanos y la migración. “(…) Mi objetivo como presiden­ta será la construcción de una economía que funcione para todos, no sólo para quienes están en la cima. “(…) Tenemos que acabar con las corporaciones ricas y gran­des que usan trucos y empresas fantasma para ocultar su dinero en paraísos fiscales en el extran­jero. La liberación de los Panama Papers este año mostró cuán extendida es esta práctica entre los súper ricos.” hillary_2 Las papas calientes contexto La gestión para con­tar esta historia no fue fácil. Tuvie­ron que ocurrir varias llamadas te­lefónicas. A veces, la comunicación tuvo que suspenderse por el calor de la campaña electoral. Finalmente, Hillary aceptó hablar con Forbes Latinoamérica.   ― ¿Cuáles serían los primeros esfuer­zos que daría durante su Presidencia respecto a la relación bilateral entre México y Estados Unidos? ― Tener una relación cálida y cons­tructiva con nuestro vecino, México, es fundamental para el éxito de nuestras naciones. Veo un enorme potencial en esta asociación, si la hacemos bien. Compar­timos una frontera de cerca de 3,200 kilómetros de largo. Nuestras economías y culturas, especialmente en las áreas cer­canas a la frontera, tienen una gran integración. Décadas de inmigración no han hecho sino fortalecer los lazos familiares y culturales entre nuestras naciones. Esa es una de las muchas razones por las que no podemos esperar más tiempo por una reforma migratoria integral. En mis primeros 100 días como presidenta presentaré una iniciativa de ley ante el Congreso que incluya un camino a la ciudada­nía, que arregle los retrasos de las visas familiares y fortalezca nuestra economía. La reforma integral mantendrá juntas a las familias inmigrantes, integrará a millones de trabajadores a la economía formal, en la que pagarán impuestos y com­petirán en igualdad de condiciones. Añadirá 800,000 millones de dólares (MDD) a nuestro PIB, creará nuevos puestos de trabajo y generará más crecimiento. Y, mientras luchamos por la reforma, tenemos que defen­der y ampliar las acciones ejecutivas emprendidas por el presidente Obama, y hacer todo lo posible bajo la ley para ir más lejos. Trabajaré con México para aumentar nuestra cooperación en materia de seguridad, desarrollo económico y lucha contra el cambio climático. En Estados Unidos, un México fuerte significará comunida­des más seguras, una economía más fuerte y, dadas las conexiones entre nuestros pueblos, una sociedad más vibrante. Continuar trabajando juntos en estos temas será clave para asegurar que América del Norte siga siendo la región más dinámica, segura y próspera del mundo.   ― ¿Detecta algún “foco rojo” en México? ¿Falta de Estado de Derecho? ¿Insegu­ridad? ¿Impunidad? ― Como secretaria de Estado, visité México en cinco ocasiones. Vi cómo autoridades locales, estatales y federales trabajan juntas todos los días para controlar los 3,200 kiló­metros de frontera, para apoyar a los 20,000 estudiantes de intercam­bio y para garantizar la seguridad de los ciudadanos estadounidenses y mexicanos en casos de desastres naturales y sanitarios o de la delin­cuencia, la violencia y el terrorismo. México continúa luchando con graves problemas, sobre todo cuando se trata de seguridad. Me preocupan especialmente los reportes de torturas, muertes y desapariciones forzadas en el país. En el Departamento de Estado me di cuenta de nuestra responsabi­lidad compartida frente a estos desafíos, y dispuse ayudar a México en el fortalecimiento del Estado de Derecho y la creación de institu­ciones eficaces que protejan los derechos humanos. Esto incluyó una asociación con México que podría ayudarle en su transición a un nuevo sistema de justicia, en la construcción de fuerzas de policía profesionales y en el fomento a un buen gobierno. Hoy, aplaudo el fuerte impulso de la sociedad contra la corrupción y la impunidad por parte de acti­vistas que exigen que sus gobiernos rindan cuentas y me siento alentada por las reformas legislativas para fortalecer la lucha contra la corrup­ción. Estos cambios no suceden de un día para otro, pero muchos en México –ciudadanos y funciona­rios– trabajan duro para hacer de su país un lugar mejor. Nuestra coo­peración mejorada ya ha ayudado a mantener seguros a los estadou­nidenses y dio lugar a la detención de traficantes de alto nivel como El Chapo. Los estadounidenses deberían recordar lo mucho que se benefician del éxito de México. También puedes leer: George Bush votará por Hillary Clinton ― ¿Cuál sería su política de combate al narcotráfico? ― Los problemas de México no existen en el vacío. La demanda de drogas ilegales en Estados Unidos y su abundante suministro de armas tiene parte de la responsabilidad por la violencia que se produce justo del otro lado de nuestra frontera. Sin embargo, los líderes de Méxi­co son quienes al final deben tomar medidas para fortalecer el Estado de Derecho y la gobernabilidad, para asegurarse de que sus ciudadanos se sientan seguros y confíen en las ins­tituciones de su país. Durante mucho tiempo he apoyado los esfuerzos de México para asegurar responsable­mente un nivel de seguridad que proteja a ambas poblaciones. Cuando hice un viaje a México en 2009, anuncié un financiamiento por 80 MDD para apoyar a las fuerzas de se­guridad mexicanas y creé una nueva Oficina Bilateral de Implementación en México en donde funcionarios de ambos gobiernos trabajaron juntos contra los cárteles. Como presidenta, construiré sobre ese progreso mientras atiendo nuestros problemas actuales desde la raíz. Mi plan será luchar contra el abuso de sustancias y las adicciones aquí en casa. Vamos a mejorar los programas de prevención en las comunidades y escuelas, a ampliar el acceso al tratamiento y a los servicios de recuperación, a asegurarnos de que los socorristas tengan acceso a la naloxona y a priorizar el tratamiento y la rehabilitación de los transgre­sores menores en temas relacio­nados con narcóticos, en vez de su encarcelamiento.   ― ¿Cómo modificará el TLCAN? ― No podemos cerrarnos al resto del mundo, como propone el candidato republicano Donald Trump. Aquí en Estados Unidos dependemos de que los consumidores en México compren nuestros productos, por lo que cortar el comercio perjudicaría a ambos países. Pero es necesario garantizar que nuestros acuerdos comerciales fun­cionen para los trabajadores estadou­nidenses y no desplacen puestos de trabajo, por lo que he dicho durante años que tenemos que renegociar el TLC, hacer frente a sus deficiencias y actualizar el acuerdo. Esto incluye un drástico fortalecimiento de sus disposiciones laborales y ambienta­les, el cambio de sus disposiciones de inversión que otorgan derechos especiales a las empresas extranjeras, el fortalecimiento de sus mecanismos de aplicación y revisiones con mayor regularidad. En última instancia, cualquier acuerdo comercial que tengamos debe cumplir con una prueba de tres partes: debe crear buenos empleos, aumentar los salarios y mejorar nues­tra seguridad nacional. No estoy interesada en pequeños ajustes al margen de nuestra política comercial, creo que necesitamos un replanteamiento fundamental de la forma en que nos acercamos a los acuerdos comerciales en el futuro.   El trato hacia América Latina ― ¿Cómo enfrentaría su plan de reforma migratoria la creciente oleada de inmi­grantes de América Central y del Sur? ― Durante toda mi carrera he estado comprometida con los derechos de los migrantes. Como presidenta, trabajaré para arreglar nuestro siste­ma de inmigración y reconocer que Estados Unidos siempre ha sido una nación de inmigrantes. Por eso he presentado un con­junto integral de políticas para hacer frente a esta crisis humanitaria. Te­nemos que asegurarnos de que todo aquel que huya de una persecución tenga una oportunidad justa para presentar su solicitud. Nadie debe ser enviado de vuelta sin haber tenido el debido proceso significativo. Tene­mos que proteger especialmente a los niños, y asegurarnos de garantizar que todos los niños no acompañados en los procedimientos de inmigración cuenten con un abogado financiado por el gobierno. Ningún niño debería pasar por el tribunal de inmigración sin un abogado a su lado. Tenemos que fortalecer el siste­ma de procesamiento desplegado por el país, tomar medidas contra las organizaciones criminales, trabajar con nuestros socios regionales para fortalecer las condiciones en Cen­troamérica e invertir en el desarrollo económico sostenido. El presidente Obama pidió 1,000 mdd para la asistencia a esta región, el Congreso tiene que hacer su parte y financiar en su totalidad la solicitud. Además, debemos apoyar la creación de in­fraestructura y la capacitación de los trabajadores en la región, trabajar para ayudar a fortalecer los sistemas judiciales y el Estado de Derecho e intentar expandir la educación, especialmente para las niñas. También puedes leer: Hillary Clinton suspende su campaña por problemas de salud ― ¿En qué consiste el plan de reforma mi­gratoria y cómo afectaría a la población mexicana en Estados Unidos? ― No podemos esperar más tiempo para tener una reforma migratoria integral. En mis primeros 100 días como presidenta presentaré una iniciativa de ley que incluya un camino a la ciudadanía, que arregle los retrasos de las visas familiares y fortalezca nuestra economía. Al mismo tiempo, tenemos que hacer todo lo posible para mantener unidas a las familias, incluyendo a los millones de mexicano-esta­dounidenses que viven en Estados Unidos. Eso significa asegurarnos de que la ley migratoria sea humana, dirigida y eficaz. Voy a enfocar los recursos en detener y deportar a aquellos individuos que representen una amenaza violenta a la seguridad pública, y no a familias inmigrantes que respetan la ley. También voy a defender de los ataques las acciones ejecutivas del presidente Obama, conocidas como DACA y DAPA, y pondré en marcha un sistema simple y directo donde las personas con casos compasivos o casos que puedan mostrar un his­torial de servicio a sus comunidades pueden exponer sus argumentos y ser elegibles para la acción diferida. Y creo que hay que hacer más para alentar a los inmigrantes que son elegibles para la ciudadanía a dar ese paso final, incluyendo la expansión de la exención del pago del trámite y de los programas de extensión para llevar a millones de trabajadores mexicano-estadouni­denses a la economía formal.   ― ¿Qué papel jugará el TPP en su política comercial? ― Como presidenta revisaré cualquier acuerdo comercial y haré tres pre­guntas: ¿creará empleos en Estados Unidos?, ¿aumentará los salarios de los estadounidenses?, ¿fortalecerá nuestra seguridad nacional? El texto final del TPP no se hizo público sino hasta el otoño pasado, y en cuanto vi los detalles me opuse. Vi lo que contenía el acuerdo sobre ma­nipulación monetaria, disposi­ciones que ponen los intereses de las compañías farmacéuti­cas por delante de los pacien­tes y de los consumidores, así como las denominadas “reglas de origen” para automóviles, una injusta puerta trasera a materia­les extranjeros a nuestros mercados, y llegué a la conclusión de que este acuerdo no cumple el alto estándar que he fijado. He presentado una agenda integral para nivelar el campo de juego para los trabajadores estadou­nidenses y confrontar las prácticas comerciales desleales e ilegales. He hecho el llamado a nombrar un fiscal en jefe en materia de comercio para luchar por los trabajadores estadou­nidenses. Tenemos que condenar a los países que tratan de resolver sus problemas económicos ponien­do más carga sobre las espaldas de los trabajadores estadounidenses. También voy a acabar con la mani­pulación de la moneda mediante la expansión de nuestras herramien­tas para que incluyan gravámenes, aranceles y otras medidas. Y tengo un plan para no gratificar a las com­pañías estadounidenses por mover puestos de trabajo al extranjero.   ― ¿Tiene algún plan para cambiar la larga relación de Estados Unidos con América Latina? ― Con demasiada frecuencia mi­ramos al este, al oeste, pero no al sur. Sin embargo, ninguna región del mundo es más im­portante para nuestra prosperidad y seguridad a largo plazo que América Latina. Y ninguna región del mundo está en mejor posición para emerger como una nueva fuerza para la paz y el progreso global. América Latina es crucial para nuestra prosperidad y seguridad a largo plazo, y los sólidos lazos entre Estados Unidos y nuestros socios en América son una de nuestras grandes ventajas competitivas en el siglo XXI. Compartimos valores comunes, intereses comunes y una herencia común. Nuestras economías, nues­tras comunidades, e incluso nuestras familias se entrelazan. Deberíamos aprovechar el poder de nuestra proximidad para impulsar una nue­va era de asociación y prosperidad, no para construir muros. Viajé a América Latina decenas de veces como secretaria de Estado. Eso me ayudó a fortalecer nuestras relaciones en la región, y hemos hecho un progreso del que estoy orgullosa. Desde emprender una Alianza de Energía y Clima de las Américas, hasta forjar estrategias regionales para luchar contra los cárteles internacionales de la droga y apoyar a las pequeñas empresas en toda la región, especialmente a las mujeres emprendedoras. Pero todavía tenemos mucho más trabajo que hacer para ayudar a nuestros socios y aliados en América Latina frente a los retos actuales, como la pobreza, la violencia, los abusos a los derechos humanos y la migración. Deberíamos liderar la región hacia soluciones a través de relaciones fundadas en el respeto mutuo. Si lo hacemos, las ventajas serán enormes. Y debemos trabajar con nuestras comunidades en la diáspora aquí en Estados Unidos para ayudar a fortalecer nuestras alianzas en toda la región. Hay mu­cho talento que podemos liberar. Al final del día, los lazos entre nuestros pueblos son nuestro mayor activo. También puedes leer: George Bush votará por Hillary Clinton ― Además de la pobreza y las crisis eco­nómicas, ¿hay otras cuestiones que le preocupen sobre América Latina? ― América Latina comparte los mismos valores democráticos de Estados Unidos, y un compromiso con las instituciones inclusivas y representativas. La carta de la OEA integra fuertes principios demo­cráticos y es un punto de referencia en el viaje de la región lejos de su pasado dictatorial. Por desgracia, hemos visto algunos retrocesos en la goberna­bilidad democrática y los derechos humanos. En particular, la situación en Venezuela es trágica. Uno de los países más ricos del hemisferio se ha empobrecido por el autoritarismo, la represión y la corrupción. Como presidenta seguiré del lado del pue­blo de Venezuela y del resto de América Latina, promo­veré la buena gobernabilidad y las instituciones responsa­bles y legítimas que protejan los derechos humanos. Y debemos hacer más para promover los derechos humanos en América Latina. Sabemos que la promoción de la igualdad de género en todo el mundo –desde garantizar que las niñas tengan el mismo acceso a la educación, hasta poner a las mujeres a salvo de la violencia sexual y promover la igualdad de oportunidades econó­micas– promoverá una comunidad global más justa, segura y próspera. Hemos visto algunos avances en el progreso de la mujer en América, en particular con respecto a su participación en la política. Pero aún tenemos mucho trabajo que hacer para eliminar la violencia de género y proteger a las mujeres indígenas y afrodescendientes que enfrentan abusos y marginación. Tenemos que trabajar juntos para construir sobre las oportunidades que todos compartimos, incluyendo la energía limpia y la lucha contra el cambio climático. Los países de América Latina fueron líderes en la conformación del acuerdo histórico de 195 países en París, el año pasado. Hay que trabajar con ellos para ser pioneros de nuevos enfoques para la cons­trucción de economías más limpias y más sostenibles por­que el cambio climático supone una amenaza inminente para la economía, seguridad y salud de todas nuestras comunidades.   Epílogo: la economía global ― ¿Cuál es su diagnóstico del sistema eco­nómico actual que gobierna al mundo? ¿Qué cree que hay que repensar sobre una reestructuración del sistema? ― Mi objetivo como presidenta será la construcción de una economía que funcione para todos, no sólo para quienes están en la cima. La econo­mía de Estados Unidos no existe en una burbuja. La globalización y el comercio no han funcionado para los trabajadores en todo el mundo como se suponía que debían hacerlo, sobre todo cuando la administración Bush fracasó en su intento por hacer cumplir nuestras leyes comerciales o enfrentar a China. Pero incluso si Estados Unidos nunca firma un acuerdo comercial más, la globali­zación no va a desaparecer. Nuestro desafío es establecer y hacer cumplir las reglas justas para que nuestros trabajadores compitan en igualdad de condiciones y que los países no compitan por desregular en temas relacionados con el empleo, el medio ambiente o tantas otras cosas. Eso significa que el comercio debe trabajar para nosotros, no contra nosotros. Tenemos que reescribir las reglas de la economía global, de modo que los países que sean malos actores no tengan el incentivo o la posibilidad de rebajar el tipo de salario o las normas labo­rales y ambientales que ayudan a la comunidad mundial a prosperar y que la mantienen segura y saludable. Tenemos que detener las prácticas comerciales desleales como la mani­pulación de la moneda y el robo de la propiedad intelectual. Además, la aplicación de las leyes en materia de comercio en todo el mundo han sido demasiado laxas. Como presidenta impulsaré la aplicación de la ley y me aseguraré de que todos nuestros acuerdos comerciales cumplan con mi examen de tres partes. También tenemos que aca­bar con las corporaciones ricas y grandes que usan trucos y empresas fantasma para ocultar su dinero en paraísos fiscales. La liberación de los Panama Papers mostró cuán exten­dida es esta práctica entre los súper ricos. Tenemos que trabajar en la cooperación con nuestros aliados en Europa y América Latina para hacer frente a la evasión de impuestos y establecer reglas globales para que las empresas más grandes y las fami­lias más ricas no puedan escapar al pago justo de sus impuestos.

 

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