En un ejercicio fiscal en que el Estado le pidió más a los contribuyentes, un mayor presupuesto, lo lógico, lo recíproco, lo productivo, sería incrementar la calidad del gasto.     Gastar no es invertir. Suena a cliché, pero una de las razones del raquítico crecimiento económico de México en lo que va del año, tiene que ver con la confusión de esos dos términos. Me explico: en 2013 se dijo hasta el cansancio que el estancamiento atendía a dos factores internos: un Presupuesto de Egresos de la Federación inercial –es decir, prácticamente copiado el de 2012, sin nuevos recursos fiscales–, y el subejercicio del gasto público, derivado del cambio de gobierno y la “adaptación” de los funcionarios responsables de licitar, contratar y pagar. Con algo de nostalgia por la esperanza mal gastada –o mal invertida, para efectos de este texto–, vale recordar que hace un año había grandes expectativas económicas respecto a 2014. Los pilares que sostenían esas expectativas eran precisamente un mayor Presupuesto de Egresos, alimentado por los recursos extraordinarios de los que la reforma fiscal habría de dotar al gobierno, y la normalización en la ejecución del gasto. Sin embargo, con medio 2014 transcurrido es posible advertir que si bien el gasto público creció en monto y se ejerció de forma más rápida, los efectos en la economía han sido mucho menores a los esperados. El gasto no ha resultado ser el motor de la economía, ni ha tenido el 10,000 veces pregonado efecto multiplicador. ¿Por qué? Me atrevo a poner una variable sobre la mesa: los recursos se están ejerciendo, pero no repartiendo; se gastan pero no se invierten. Véase el caso del sector infraestructura, que es el más claro e inmediato ejemplo del gasto de gobierno: En 2014 llevamos un gasto aplicado en inversión física superior en 43% al de igual periodo de 2013. El gasto total neto pagado es 1.1% mayor al presupuestado. En el caso particular del sector infraestructura, el gasto en lo que va del año es 40% superior al ejercido en 2013. El problema, a juzgar por los números, no es ni de presupuesto ni de subejercicio, ni de cantidades gastadas, sino la cantidad de destinos del dinero público.   Muchos recursos, pocas empresas De 2013 a 2014 se revirtió una sana tendencia: dispersar el gasto en infraestructura. Aquí los números: de acuerdo con Compranet, en 2011 las 10 empresas con mayores asignaciones representaron apenas 5.4% del presupuesto de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. En 2009 habían representado 7% y en 2010 el 6%, es decir, había una clara tendencia a que más empresas participaran del presupuesto de infraestructura. Información publicada en las últimas semanas*, y que había sido el común denominador de cualquier plática en la que se debatiera el bache económico, revela que entre 2013 y 2014 sólo dos empresas concentran 53,207 mdp en contratos y asignaciones de obra pública. Si se agregan los 4,000 mdp (sin IVA) que acaba de ganar una de éstas apenas la semana pasada –la Línea 3 del Tren Ligero de Guadalajara–, hablamos de más de 57,000 mdp, el 48% del presupuesto total de la SCT en 2014.   ¿Qué hacer? La responsabilidad de gastar un peso público es mucho mayor que la de invertir un peso privado. En un ejercicio fiscal en que el Estado le pidió más a los contribuyentes, lo lógico, lo recíproco, lo productivo, sería incrementar la calidad del gasto. Cerrar la brecha entre lo presupuestado, lo licitado, lo contratado y lo pagado; reducir el porcentaje de las asignaciones al Top 10 de contratistas, y dispersar con mayor eficacia el gasto, parecen acciones simples que podrían devolverle al gasto público el peso específico que la economía –y cualquier ciudadano– espera. Tienen razón quienes sostienen que el desarrollo nacional no puede cimentarse en el gasto de gobierno. Coincido con quienes piensan que la promoción de la productividad y la inversión en capital humano pueden más que cualquier loable intento del sector público. ¡Es cierto, los grandes problemas de México no se resolverán con presupuestos! Pero si ya nos estamos gastando 4.5 billones de pesos, lo mínimo que debemos hacer es seguirle la pista a cada centavo. Gastar no es invertir. Gastar mucho en pocos… mucho menos.   *Reforma, con información de la SCT, Transparencia, Pemex y de empresas, en referencia a OHL y Mota-Engil.     Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @JoseLuis_Anton Facebook: Jose Luis Anton     Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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