En 2014, los ingresos petroleros resultaron 52,377 millones de pesos por debajo de lo planeado en el paquete presupuestal. La Secretaría de Hacienda ya tomó medidas para evitar un descalabro financiero, pero ¿serán suficientes?   Para 2016, el impacto por el bajo precio del petróleo podría alcanzar 1.5% del PIB en las finanzas públicas. Moody’s Analytics estima que la baja en los ingresos petroleros podría generar un boquete de 240,000 millones de dólares en las proyecciones presupuestales, lo que hace posible pensar que el recorte por 124,000 millones de pesos, anunciado la semana pasada, no será el único. “El gobierno tomó una decisión acertada al ajustarse a una nueva realidad en la que el precio del petróleo no se va a recuperar en el corto plazo; sin embargo, el ajuste podría no ser el único, porque si el precio del petróleo se mantiene en alrededor de 40 dólares, para 2016 la reducción en los ingresos petroleros alcanzaría 240,000 millones de pesos, el doble de lo que el gobierno ya ha recortado”, dice Alfredo Coutiño, director de Moody’s Analytics, en entrevista. México sí podría tener un impacto negativo en crecimiento, opina el economista, y explica que cuando existe un recorte al gasto público se recorta también la expectativa de crecimiento, porque se trata de dinero que se deja de inyectar en la economía a través de proveedores de servicio y obras públicas. “Podemos pensar que, como ha ocurrido de manera histórica, un recorte de 0.7% del PIB al gasto público traiga una reducción similar al crecimiento; nosotros prevemos que el impacto sea de entre 0.3 y 0.5%.” De ahí que la consultoría económica redujo su perspectiva de crecimiento para México en 2015 de 3 a 2.5%.  Coutiño indica que se trata de un ajuste basado en lo que históricamente ha ocurrido en México, pues el gobierno debe tener en cuenta que un recorte al gasto público generalmente trae consigo una menor recaudación tributaria y un menor crecimiento.   Los efectos secundarios El Observatorio Económico México ¿Cómo Vamos? realizó una consulta entre economistas de distintos ámbitos acerca de si habría una reducción del crecimiento como consecuencia del recorte al gasto; las opiniones se mantienen divididas, pero existe un punto de convergencia: la estrategia de gasto sí puede mejorar, el problema es más de fondo… que de recortes. “Estados donde se han cancelado inversiones importantes, como Yucatán o Querétaro, reducirán su crecimiento esperado en el corto plazo; sin embargo, en el largo plazo el recorte supone beneficios a la economía, pues acota el costo de la burocracia y cancela obras de infraestructura no productivas. La mejor forma de generar crecimiento es recortar, no el presupuesto, sino la dependencia del petróleo y de los impuestos al trabajo por encima de los impuestos al consumo”, explica Viridiana Ríos, directora del Observatorio Económico México ¿Cómo vamos? Jonathan Heath, quien es analista y conferenciante, afirma que el impacto en el crecimiento podría ser limitado, pues el gasto público ha mostrado su ineficiencia como motor de crecimiento en los últimos dos años. “Si se recorta un gasto ineficiente, que no aporta al crecimiento, no debería tener un impacto negativo significativo. Al final de cuentas, lo que explicará el crecimiento este año es el consumo de los hogares, la inversión privada y las exportaciones”, afirma. El gasto total de rubros presupuestarios que son regresivos, es decir, que benefician más a quien más tiene, es de 691,144 millones de pesos, una cifra que resulta relevante si se considera que el déficit gubernamental estará bajo la lupa en 2015. En la recta final de 2014, el Observatorio Económico México, ¿Cómo Vamos?, el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), México Evalúa y Mexicanos Primero detectaron  áreas de oportunidad en la construcción de proyectos presupuestarios. De ahí que una revisión al presupuesto debe incluir también una nueva metodología para gastarlo. “Los proyectos de inversión que están posponiendo o cancelando realmente no hubieran aportado mucho al crecimiento. Mucho menos si se hubieran financiado con un mayor apalancamiento público. En el caso del gasto es sorprendente que puedan proyectar un recorte del tamaño que se está planteando sin que pase nada. Eso apuntala la evidencia de un gobierno que gasta de más y mal, y que hace malas inversiones. El efecto debe ser benéfico, pero es difícil saber cómo se materializará”, explica Manuel Molano, director general adjunto del Imco. Por su parte, Barclays  considera que el recorte de 0.7% del PIB en el gasto público reducirá en 11% la inversión pública real, lo que tendrá un impacto de 40 puntos base en el crecimiento.   Crisis de credibilidad, un daño colateral Alfredo Coutiño advierte que además del impacto en el crecimiento, la decisión de la Secretaría de Hacienda de realizar un recorte en el gasto genera contradicción en el discurso y la impresión de que hay falta de continuidad. El presupuesto aprobado para 2014 abrió la puerta a un mayor déficit público. El argumento fue que era necesario poner en marcha una política de gasto contracíclico, para eventualmente regresar a un nivel de equilibrio en 2016. “Como un primer punto, el gobierno dice que necesita ampliar el gasto y se aprueba el déficit, pero, en un segundo punto, el gobierno dice que necesita recortar el gasto, pero que no hay de qué preocuparse porque ese gasto no tendría efecto en el crecimiento. La pregunta es ¿por qué se tomó déficit entonces, si se podía recortar el gasto sin tener impacto en el crecimiento? Hay una inconsistencia en el discurso”, advierte el analista. Coutiño señala que el impacto psicológico de las decisiones del gobierno en los agentes económicos puede traducirse en un choque negativo en materia de expectativas de los mercados, en el consumidor e incluso en los planes de inversión de empresas extranjeras. “Hablamos de que, en el caso de la reforma energética, hay un petróleo con precio bajo que influye en los tiempos de inversión, pero también hay incertidumbre sobre las condiciones que el gobierno estipula para que lleguen las compañías. La cancelación de licitaciones o proyectos ya asignados no es positiva desde el punto de vista de los inversionistas.”

 

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