En el año 2018 el archipiélago de las Seychelles se convirtió en el primer país del mundo que captó fondos con los que defender la vida marina. El importe recaudado no fue demasiado elevado, tan sólo ascendió a 15 millones de dólares, pero su emisión constituyó un hito. ya que fue la primera emisión de bonos azules del planeta. El proyecto contó con el respaldo del Banco Mundial y de una organización internacional sin fines de lucro dedicada a la conservación de la biodiversidad y el medio natural llamada The Natural Conservancy (TNC). Los fondos obtenidos se destinaron a proteger la vida de los delfines y otra vida marina, lo cual además de ayudar a proteger al planeta es clave en un país como Seychelles que tiene en la pesca y al turismo basado en la naturaleza su base económica.

En el diseño del bono el país recibió la ayuda del Banco Mundial y a pesar de su escasa dimensión en cuanto a volumen recaudado supuso la apertura de una ventana de oportunidad para que los mercados de capitales se pudieran conectar con aquellos inversores que además de perseguir una cierta rentabilidad por sus inversiones tienen el objetivo de participar en la construcción de un mundo más sostenible.

Seychelles es un archipiélago compuesto por 115 islas y rodeado de una gran cantidad de superficie oceánica. Es decir, se trata de un país volcado al mar con dos fuentes de riqueza que suponen la mayor parte de su economía: la pesca y el turismo de aguas cristalinas. Si el turismo emplea al 30% de la mano de obra, la pesca representa el 95% de sus exportaciones y su potente industria pesquera da trabajo a aproximadamente el 17% de la población. Con estos parámetros la buena conservación del océano es clave en su economía y en la convivencia de sus habitantes con el entorno que les rodea. Pero ¿En que se invirtieron exactamente los fondos obtenidos a través de los bonos azules en Seychelles?

Los fondos recaudados se destinaron a expandir sus áreas marinas protegidas, se invirtieron en dotar de mejores infraestructuras a las lonjas y se concedieron ayudas con objetivos de conservación a diversas industrias locales relacionadas con el océano. Si algo demostró este bono fue que era posible combinar el interés de los inversores institucionales con la construcción de una economía azul sostenible que daba apoyo a los ecosistemas marinos. Este bono probó que la innovación que vive el mercado de las finanzas sostenibles no para de crecer y que cada vez hay más productos y herramientas disponibles en el mercado para un número creciente de inversores que apuestan por un mundo más sostenible y respetuoso con el medio ambiente.

Los bonos azules son un producto financiero que todavía necesita desarrollarse pero su potencial es grande, ya que no podemos olvidar que los océanos constituyen un inmenso territorio que cubre nada menos que las tres cuartas partes del planeta. Junto al problema de la conservación de los océanos tenemos a una creciente masa de inversores que ya no se fijan tanto en la obtención de rentabilidad en el corto plazo como la única variable a considerar sino que buscan la rentabilidad en el largo plazo y siempre basada en criterios de sostenibilidad. En la sostenibilidad no hay vuelta atrás y prueba de ello es que los activos con base medioambiental están creciendo de forma exponencial tanto desde el lado de la oferta (emisores) como de la demanda (inversores) en estos últimos años

Tras la primera emisión de bonos azules se produjo una segunda el año pasado que fue realizada por el Nordic Investment Bank. Esta entidad emitió bonos azules por un importe de 2.000 millones de coronas suecas (unos 5.000 millones de pesos) y un periodo de vencimiento de cinco años. Los fondos obtenidos en este caso no se dedicaron estrictamente a preservar los fondos marinos del Mar Báltico, sino que se utilizaron para impulsar programas de gestión del agua promoviendo mejoras en el tratamiento de residuos líquidos urbanos y en prevención de la contaminación del agua que se vierte al mar.

El lanzamiento de nuevos productos financieros como es el caso de los bonos azules dinamizará aún más el mercado de activos sostenibles. Para ello es preciso ser creativo en su diseño y así poder seducir a los potenciales inversores. Sabemos que los océanos tienen muchos problemas como son, entre otros, su acidificación, la perdida de diversidad y la extinción de especies, las enormes cantidades de basura que se vierten al mar cada día, etc. Sin embargo, y al mismo tiempo, existen soluciones. Para ello hay que invertir en proteger y cuidar los ecosistemas marinos y es aquí donde los bonos azules deberían jugarán un papel clave.

México que cuenta con miles de kilómetros de litoral se juega mucho en la buena conservación de sus océanos y muy especialmente en aquellos territorios en los que el turismo con playas de aguas cristalinas son la base de su economía. La experiencia de las islas Seychelles puede servir de modelo para futuras emisiones de bonos azules en estos territorios y para ello es preciso que estos productos estén bien diseñados y que cuenten con patrocinadores relevantes como fue el Banco Mundial en Seychelles. Los bonos azules son un producto muy nuevo pero que ha demostrado una potencialidad que no debe ser desaprovechada y muy especialmente en un momento como el actual en que la conciencia conservacionista y de respeto al entorno no para de avanzar. Debemos reconstruir la economía tras la devastación que la pandemia está ocasionando y si esta reconstrucción puede ser desde una perspectiva de sostenibilidad mucho mejor para todos.

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LinkedIn: Máximo Santos Miranda Ph.D.

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