Por Olivia Salas* Medios de comunicación, especialistas, proveedores, líderes de TI, prácticamente todos hablan de la transformación digital. Probablemente demasiado. Tal saturación podría provocar confusión y generar ruido alrededor de su propósito y ventaja principales. ¿Qué es exactamente? En principio hay que aclarar que la transformación digital no es un producto ni una solución que pueda comprarse; sin embargo, su impacto en todas las industrias ha sido significativo. En esencia se trata del proceso de modificar a una organización usando herramientas innovadoras, así como adoptar tecnología de punta y, al mismo tiempo, cambiar radicalmente la cultura corporativa con el propósito de adoptar nuevos modelos de operación y de negocio. El nivel de digitalización es tal que ya es  parte de nuestras actividades en línea cotidianas -compras, transacciones bancarias, trámites, consultas-, y si algo no funciona como lo esperamos, tenemos más opciones inmediatas, nos vamos con la competencia sin siquiera pensarlo. Vivimos en un mundo digitalizado y esperamos que la tecnología trabaje continuamente para nosotros. Es por ello que las organizaciones de prácticamente todos los sectores tienen que invertir en los avances que satisfagan a empleados y consumidores. Nubes públicas o privadas, aplicaciones móviles y servicios virtuales requieren una nueva generación de almacenamiento, automatización, análisis y gestión: una innovación da pie a la otra; la nueva tecnología optimiza los procesos que a su vez producen productos y servicios más avanzados. Y en consecuencia, los clientes exigen mejoras adicionales porque se acostumbran a ciertas experiencias cotidianas. Esta espiral ascendente sencillamente no se detendrá. Esto puede ser una oportunidad para empresas y organizaciones que además plantea un enorme desafío. Si se dejan de lado las inversiones en innovación tecnológica, contar con  expertos calificados, si hay falta de apoyo de la alta administración o no se asocia con el proveedor indicado, podría estar en riesgo de quedarse totalmente rezagado. En caso de que esté posponiendo su entrada a la transformación digital, ¿a qué escenarios devastadores se enfrentaría? Echemos un vistazo a ocho de ellos.
  1. Lenta capacidad de reacción. El entorno de negocios es muy dinámico. Factores socioeconómicos, políticos e incluso ambientales pueden cambiar radicalmente el rumbo que tomen distintas industrias y regiones geográficas. Una infraestructura y procesos obsoletos pueden ser grandes obstáculos para no reaccionar y definir rápidamente la estrategia a seguir.
  2. Pérdida de clientes. El nombre del juego es omnicanal. Los consumidores esperan experiencias más ricas y personalizadas, tienen la información literalmente en sus manos y pueden comparar precios y consultar reseñas en tiempo real. Si una tienda física o en línea no es capaz de personalizar mejor sus ofertas, permitir la compra a través de cualquier canal o de no aprovechar la analítica predictiva para lanzar promociones en tiempo real, sencillamente estará fuera del juego y, probablemente, del mercado.
  3. Inmovilidad. Estrechamente relacionada con el punto anterior, la movilidad es hoy un ingrediente vital de la digitalización. No basta tener una presencia en línea; de no contar con una estrategia diseñada para aprovechar el crecimiento exponencial de los teléfonos móviles y tabletas, la pérdida de oportunidades de venta será exponencial.
  4. Perder la batalla ante las nativas digitales. Las empresas nativas digitales lo traen en su ADN. Nacieron en un entorno global altamente competitivo y cambiante al que han tenido que adaptarse y en el que han sabido prosperar, incluso han superado a las firmas tradicionales. Éstas han tenido que dar un giro radical a su forma de hacer negocio para estar vigentes en el mundo actual. ¿Está lista su organización para afrontar a estos competidores?
  5. Procesos manuales obsoletos. No aprovechar la tecnología impedirá que la automatización reduzca los errores, aletargará los ciclos y hará a los procesos operativos más reactivos y manuales.
  6. Desarrollo acompasado. Desarrollar, probar, afinar y actualizar aplicaciones –móviles o fijas- exige gran agilidad y una plataforma de código abierto altamente flexible. De no cumplir con estos y otros requisitos, su equipo de programadores y desarrolladores no sólo tardarán en crear las aplicaciones necesarias para operar y competir, sino que también estarán obsoletas para cuando estén en producción.
  7. Penalidades e incumplimiento. Las normas regulatorias y su observancia están ejerciendo mayor presión a las empresas locales y globales. La digitalización se ha convertido en un aliado para generar automáticamente reportes de cumplimiento, evitar multas y penalidades. Si su empresa aún depende del uso de hojas de cálculo distribuidas en diferentes sistemas, es mejor que se vaya preparando para responder a los requerimientos de los organismos regulatorios de un momento a otro.
  8. Rezago en capitalizar las nuevas tecnologías. ¿Sabe cómo puede aprovechar su empresa tendencias como el Internet de las Cosas (IoT),  virtualización, nube, Big Data y analítica, entre otras? Una  hoja de ruta hacia la transformación digital debe contemplar la implementación de éstas y otras tecnologías. De hecho, en conjunto, son los habilitadores para dar el salto a lo que se ha denominado la Cuarta Revolución Industrial.
De acuerdo con IDC, para el 2020 el 40% de las tres mil principales empresas de América Latina dependerán de su capacidad de crear productos, servicios y experiencias digitales; en tanto, en 2017, dos de cada cinco de estas empresas contaron con equipos dedicados a la transformación digital. Es evidente que no hay marcha atrás, y la opción es moverse, comenzar la transformación muy rápidamente. *Regional Marketing Manager de Red Hat México.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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