Por José Caparroso | Forbes Colombia Tener un ambiente laboral pesado en el que hay trabajadores que, con su comportamiento, afectan negativamente a sus compañeros o a otros activos de la empresa, hacen que una oficina se vuelva “tóxica”.
Los comportamientos tóxicos pueden causar costos organizacionales como la pérdida de clientes, la pérdida de la moral de los empleados, aumento de la rotación y pérdida de legitimidad. Incluso, en niveles extremos, pueden derivar en situaciones críticas, según detalla un informe de Harvard Business Review. Sin embargo, el resto de trabajadores, que no tienen entre sus planes renunciar al trabajo, se enfrentan a tener que relacionarse diariamente con sus compañeros “tóxicos”, lo que les supone el reto de subsistir a las situaciones, sin tener que afectar su desempeño o su vida personal. Para Alejandro Arévalo, gerente de DNA Human Capital, como colaborador no se puede contribuir a mantener un ambiente tóxico, sino que, por el contrario, lo mejor “es tratar de aportar una buena actitud para generar un cambio y buscar espacios propicios para disipar la negatividad”. Arévalo considera que se debe contar con espacios propicios con los líderes de la compañía para tener una conversación franca y sincera, donde sea posible dar a conocer esos comportamientos tóxicos, ya que podrían llegar a afectar la productividad de la empresa y de los colaboradores. “Mientras la empresa cambia su cultura, se pueden buscar formas de trabajar ‘home office’ o en salas apartadas para hacer más llevadero el día a día, o, incluso, proponer actividades que contrarresten este ambiente tóxico”, resalta. En ese mismo sentido, Jaime Ramírez, director para el área Andina de Mercado Libre, que aparece en los tres primeros puestos del ranking Great Place to Work en Colombia, expresa que no se trata de sobrevivir en entornos tóxicos; si no de aportar a su transformación experimentando la experiencia de superarse, crecer y sentirse orgulloso por proponer nuevas alternativas de trabajo y generar entornos sanos, alegres y divertidos. “Una buena actitud y un espíritu emprender, permiten que las personas visualicen sus espacios laborales de forma diferente, y que puedan aportar todas sus habilidades”. De otra parte, las compañías deben plantearse metas que permitan alinear a todos los líderes y responsables de personas a cargo para mantener relaciones funcionales y orientadas al logro; a través de constante retroalimentación, manteniendo un interés genuino por desarrollar a los colaboradores, de acuerdo con Mireya Martínez, vicepresidente de Recursos Humanos de Omnibnk, quien aboga además por  mantener canales de comunicaciones abiertos “donde se de información transparente, honesta y comprobable para evitar el riesgo que se produzcan rumores, pues el principal factor para que una organización sea toxica son los rumores y la desinformación”.

Otras perspectivas

Ignacio Puig Moreno, cofundador de Acámica, una academia de habilidades digitales, considera que no existe una fórmula mágica para sobrevivir a las oficinas tóxicas. “Hay que preguntarse qué posibilidad existe para modificar la situación de toxicidad y qué facilidad tenemos para movernos de trabajo. Esto es importante a considerar porque de por sí un ambiente tóxico es nocivo y lo intuitivo es salir de allí lo más rápido posible. No obstante, si está a nuestro alcance trabajar sobre esa cultura es nuestra responsabilidad modificarla y trabajar para que mejore, aunque no sea una tarea fácil que, además, es necesaria y requiere tiempo y esfuerzo”, señala. Cuando el ambiente se vuelve muy tóxico, la responsabilidad recae sobre la empresa. Así lo concreta Fernando Caviedes, director general de Iridian, quien cree que el recurso humano y su interacción dentro de la compañía es lo más importante. “Muchas empresas han olvidado que son lo que son por su equipo de trabajo. Por eso es indispensable que los KPIS expuestos en el Balanced ScoreCard resalten la calidad de vida del equipo de trabajo”, enfatiza. Entre tanto, Lucas Canevaro, gerente de The Bonding, propone que la carrera depende del colaborador y de sus méritos. “Es muy fácil contagiarse, Empezar a ver a la empresa con ojos diferentes – comenzando a interpretar todo de manera negativa – y dejar que esto afecte el propio compromiso y productividad. Esto comporta feedbacks duros y menor reconocimiento por parte de los superiores, lo cual a su vez será interpretado de la manera equivocada y validará la imagen negativa de la empresa, dando rápidamente inicio a un ciclo vicioso que no termina bien. Al contrario, rodéate de personas que persiguen la meritocracia y el crecimiento a través de las propias acciones y logros. El día a día tendrá otro sabor y tu carrera lo agradecerá en el mediano y largo plazo”, concluye Canevaro.

 

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