Notimex.- El empresario Nayib Bukele, quien asumirá este 1 de junio la Presidencia de El Salvador, recibirá un país agobiado por severos problemas de inseguridad, pobreza y migración, aunque con la confianza de un amplio sector en que la situación mejore. A sus 37 años, Bukele no solo será el presidente más joven en la historia salvadoreña, sino también uno de los que llega con mayor respaldo social en la época reciente, luego de una campaña en la que prometió innovación y dar marcha atrás a las viejas prácticas políticas. Analistas locales y regionales consideran que el principal problema de El Salvador es la violencia, generada por pandillas como la Mara Salvatrucha, que roban, matan y extorsionan, y son un factor importante para la creciente migración hacia Estados Unidos. Justo en ese marco, esta semana sorprendió la revelación de un vocero de la Mara que asegura que el grupo estaría dispuesto a negociar con el gobierno entrante e incluso a parar los homicidios y las extorsiones. Puedes leer: Nayib Bukele, un joven mandatario que rompió el bipartidismo en El Salvador. “Confiamos en Dios y en el nuevo presidente Nayib”, dijo esta semana un vocero de la sangrienta pandilla en una entrevista cibernética con la revista local Factum, lo que desató una ola de opiniones, suspicacias e incertidumbre. Por primera vez, la Mara sugirió hizo un giño de gran tamaño al gobierno y ello podría ser una oportunidad de oro para el futuro gobierno. Según la revista, el vocero de la pandilla admitió haber llegado antes a acuerdos con algunos partidos políticos, aunque no reveló cuáles, y expuso su panorama sobre la situación de violencia en los penales salvadoreños. Es de suponer que ese tema sería una de sus principales demandas sobre la mesa, toda vez que miembros importantes de la agrupación purgan condenas en las principales prisiones del país. En el ámbito político, Bukele ganó los comicios de febrero pasado con 53 por ciento de los votos y estará obligado a negociar porque enfrentará un Congreso adverso, dominado por la oposición. Sin embargo, el respaldo que le dieron las urnas podría ser aprovechado por el mandatario para invitar a la ciudadanía a participar en la generación de soluciones a los problemas de inseguridad, que afecta a los 6.6 millones de salvadoreños. Reducir de inmediato la tasa de homicidios será el primer reto de Bukele tras asumir el poder, ya que en 2018 fueron contabilizados más de tres mil y su índice de asesinatos lo equipara con naciones que enfrentan conflictos armados. El país más pequeño de América Central, con poco más de 20 mil kilómetros cuadrados, depende en materia económica en gran medida de las remesas que envían los migrantes desde Estados Unidos. La ceremonia de asunción de Bukele está prevista para este sábado con decenas de invitados especiales, aunque habrá dos ausencias notables por lo que significan sus países en Centroamérica. Los mandatarios de Honduras, Juan Orlando Hernández, y de Nicaragua, Daniel Ortega, no fueron invitados al cambio de mando salvadoreño, luego de las diferencias que ha expresado con ellos el presidente electo de El Salvador. En abril pasado, Bukele se lanzó contra ellos desde su cuenta de Twitter con la pregunta “¿cuál es la diferencia entre Hernández y Ortega?”. Él mismo respondió que ninguna porque “uno se dice de derecha, el otro de izquierda, pero la realidad es que ambos están en el poder a la fuerza, a costa de muchos muertos y sin legitimidad democrática”.

 

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