¿Qué quieren las calificadoras de Pemex y el gobierno de AMLO?
Las decisiones de Fitch y Moody’s están basadas en preocupaciones sobre la perspectiva fiscal del país, principalmente relacionadas a la incapacidad del gobierno de delinear un plan energético convincente.
La primera semana de junio fue negra para Petróleos Mexicanos (Pemex) y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ante las calificadoras de riesgo crediticio.
El 6 de junio, Fitch degradó la nota de la petrolera mexicana de BBB- a BB+, una clasificación considerada como bono basura por su grado especulativo. Al mismo tiempo, Moody’s puso la calificación A3 en perspectiva negativa desde estable luego de que ambas firmas hicieran lo mismo con la nota soberana de México, el pasado 5 de junio.
El bajo crecimiento del país, la insistencia de apoyar fuertemente a Pemex sin un plan convincente y la exposición de las finanzas públicas derivadas fueron las razones detrás de estas acciones.
La Secretaría de Hacienda y Credito Público (SHCP) calificó la decisión como “excesivamente severa”, y dijo que Fitch se contradecía al pedir más recursos para Pemex .
El gobierno mexicano ha incrementado el presupuesto anual de Pemex, reducido el robo de combustible, ha hecho transferencias de Hacienda, consiguió refinanciamiento, incluso una quita en su carga fiscal, pero todas esas medidas no sirven de nada porque la compañía no paga la deuda financiera más grande del sector petrolero por 106,500 millones de dólares.
“Solo le va a alcanzar para pagar los intereses”, declaró el especialista energético Ramsés Pech.
Las decisiones por parte de Fitch y Moody’s están basadas en preocupaciones sobre la perspectiva fiscal del país, principalmente relacionadas a la incapacidad del gobierno de delinear un plan energético convincente,
particularmente para el sector petrolero, explicó el grupo financiero Citibanamex en un reporte.