El cuidado en el aspecto físico y la forma de expresarse de un funcionario o un aspirante a un cargo público no es un asunto banal. De hecho, la primera impresión que se tiene de un político resulta fundamental para formar una impresión favorable, señala Alfredo Paredes, experto en comunicación estratégica. Antes que un mensaje bien estructurado y efectivo impacte a una audiencia, la forma de vestir, de caminar, de aproximarse a una multitud y los gestos que acompañan el discurso son clave al momento de calificar a una figura pública. Los tres candidatos a la presidencia, apoyados cada uno por una terna de partidos políticos nacionales, han establecido una imagen física y un estilo para presentarse acorde a su discurso y la impresión que quieren proyectar. Éstas son las principales características:
  • Ricardo Anaya, el ‘Steve Jobs’ de la política mexicana
La forma de vestir, de expresarse y los recursos digitales que el candidato de la coalición Por México al Frente, integrada por el PAN, PRD y Movimiento Ciudadano; tiene por objetivo definir una personalidad dinámica e innovadora. “El trata de ser un Steve Jobs de la política mexicana, una persona que se viste bien, que se cuida físicamente, se ve pulcro, su calzado y mezclilla, sus chalecos, quiere dar la impresión de ver a una persona de Google, Microsoft”, detalló Paredes. En sus presentaciones es común observar pantallas para proyectar imágenes e información porque trata de generar una conexión particularmente con los jóvenes y la clase media. Su lenguaje con las manos busca imprimir fuerza, control, madurez y “empuje” a sus discursos. Pese a que se trata de un candidato emanado de una coalición entre el PAN y PRD, dos fuerzas políticas con bases ideológicas opuestas, Anaya, suele conectar únicamente con las audiencias del partido de derecha. “Su apariencia no encaja con el típico candidato del PRD”, apuntó. Lee también: Formalizan candidaturas los tres aspirantes presidenciales
  • José Antonio Meade y el gesto de suplica
El candidato ciudadano de la coalición Todos por México, integrada por el PRI, Partido Verde Ecologista de México y Nueva Alianza, tiene un gesto recurrente que acompaña a sus discursos: palma de la mano hacia arriba y dedos juntos, un gesto típico que proyecta suplica. “Toda su precampaña ha incluido ese gesto, es una señal de explicación, pero también un gesto de súplica ´por favor créeme’”, explicó el experto. La forma física de Meade no juega a su favor, no sólo por sus errores de vestuario y su estómago abultado, sino porque revela que no está acostumbrado a las actividades intensas de una campaña. “Se ve sudoroso y cansado, su postura refleja que tiene un gran peso encima y no vemos a un hombre totalmente vertical como en el caso de Anaya, además se ve frecuentemente mirando al piso o con la mirada extraviada y en la parte no verbal es un detalle grave porque debes manifestar seguridad y confianza”.
  • AMLO, él “somos”, su estrategia más recurrente
Con movimientos acompasados y una velocidad moderada al momento de hablar, el tres veces contendiente a la presidencia de la República, tiene por objetivo en cada presentación pública “conectar con el electorado”. “Se le critica que habla muy lento y sus movimientos, pero 99% de la gente habla de esa manera, no tiene la capacidad de expresarse rápidamente; entonces para los objetivos que él tiene de conectarse con la mayoría del electorado está haciendo lo correcto, habla en un ritmo en donde es comprensivo y encaja con la forma en que la gente habla”, opinó el especialista consultado por Forbes. Te puede interesar: El cambio en el discurso de López Obrador no es casualidad La mayoría de sus ademanes los ejecuta con la mano izquierda, pero a diferencia de las contiendas electorales pasadas en las que eran común los puños cerrados y los señalamientos con su dedo, ahora son suaves y generalmente circulares para dar la impresión de convocar e incluir a su audiencia. Su forma de vestir, aunque pulcra no es brillante “es decir se ubica con un sector medio, cumple con los protocolos, pero nunca lo hace de una manera que vaya mucho más allá de los niveles medios y bajos de la población, esto porque busca conectar con las personas que van en el metro, que enfrenta problemas día a día”. Su estilo “acompasado” al caminar envía un mensaje: “soy tranquilo, no soy el radical y extremista que era en otras fechas”.

 

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