No basta con ser trabajador, ser leal, y aprender rápido. Esos son requisitos indispensables, no factores competitivos. Tienes que entender en dónde está tu valor y cómo incrementarlo.   Tengo el placer de poder conocer y platicar con ejecutivos extraordinarios todos los días. La primera conversación siempre comienza con las cordialidades típicas, pero en cuanto esas terminan, la primera pregunta que me hago mientras escucho como se describen es: “¿Quién eres?” La pregunta no va encaminada a conocer un nombre, título, puesto, la empresa en donde trabajan o a quién le reportan. Tampoco de quién son hijos o quién es su compadre. En muchas ocasiones terminó la plática y mi pregunta se convierte en: “¿Tú mismo sabrás quién eres si te quito el título de la tarjeta de presentación?” La pregunta es tan sencilla como lo es compleja. Las preguntas que todos nos debemos poder contestar son:
  • ¿Quién soy en el contexto de mi competencia?
  • ¿Por qué me va a contratar alguien a mí en lugar de otra persona?
  • ¿Qué impide que otra persona me quite el puesto?
No basta con ser trabajador, ser leal, y aprender rápido. Esos son requisitos indispensables, no factores competitivos. Tienes que entender en dónde está tu valor y cómo incrementarlo. El mundo ha cambiado dramáticamente en los últimos 15 años. La globalización, la facilidad en la comunicación y la disponibilidad de información, rompieron muchas barreras. La competencia global jamás había sido tan intensa y tan agresiva. El nivel ha empujado la expectativa de excelencia al punto en donde es imposible ser competitivo sin un alto grado de enfoque y especialización. Hay quien podría argumentar que Lionel Messi es el mejor jugador de fútbol del mundo. Este argumento junto con un asador y unas cervezas podría alimentar el fuego de una discusión durante toda una noche. El punto es el siguiente: La excelencia de Messi es como delantero. Si le pedimos jugar defensa se convierte en un jugador más. Si lo mandan al arco a ser portero, la historia ya es otra. ¡Messi es grande! Pero eso no significa que puedo convencer a uno de mis clientes que lo contrate como Director de Ingeniería porque trae muchas ganas, aprende rápido y tiene cualidades de campeón. Bueno, conozco a algunos que lo harían, pero ese no es el punto. La excelencia para poder sobresalir requiere enfoque, especialización y dedicación sobre un periodo de tiempo extendido. Requiere convicción para no desviarnos del objetivo y enfrentar los sacrificios que se puedan requerir durante el camino. Implica asumir riesgo. Desafortunadamente el enfoque y el compromiso nos plantean un dilema que incluso despierta nuestro instinto de supervivencia. La realidad es que nuestro instinto nos impulsa a buscar tener opciones y puertas abiertas. Nos mantiene en una zona de confort. Si no tenemos cuidado se convierte en una trampa: El enfoque y la especialización nos pueden cerrar oportunidades, pero no enfocarnos y no especializarnos nos pueden impedir sobresalir y peligrosamente convertirnos en alguien del montón. La manera de enfrentar el dilema es considerar nuestras opciones con un enfoque a largo plazo y una visión clara de nuestro plan de vida y plan de carrera. La ventaja de la globalización y la especialización es que nos permite ampliar los mercados en donde podemos competir. Messi logró ampliar sus opciones fuera de su ciudad natal de Rosario, y eventualmente fuera de la Asociación del Fútbol Argentino. Cierto, es Messi. Pero no es diferente al empresario que decide apostarle, estudiar, enfocarse, y dedicarse a la innovación en energía alternativa o el médico que decide dejar su país y su zona de confort para perseguir ser el mejor neurocirujano. Imposible ser todo, para todos, y además ser de lo mejor. Regresemos a la pregunta: “¿Quién eres?”     Contacto: e-mail: [email protected] Facebook: https://www.facebook.com/joseruiz.executivesearch Twitter: @josejorgeruiz Página: http://www.josejruiz.com/

 

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