La reciente polémica desatada por la postulación de Felix Salgado Macedonio para la gobernatura del Estado de Guerrero, volvió a encender el debate sobre el feminismo de la clase política, en particular de la que actualmente ostenta el poder. 

Desde 2018, el triunfo de López Obrador alentaba a cuestionar si la llamada Cuarta Transformación sería un proyecto feminista. Al cabo de dos años de gobierno, los cuestionamientos y las dudas se han convertido en tajantes críticas señalando la ausencia de las mujeres en el proyecto transformador del presidente. Vaya paradoja en un contexto sin precedentes de paridad en el Gabinete, en ambas Cámaras de la Unión, mujeres al frente de las Secretarías de Gobierno y Seguridad, y reformas de orden constitucional para asegurar que esa paridad llegue a todos los espacios de decisión política. Un balance positivo si consideramos, por ejemplo, que la ONU promueve que para este año 2021, el 8 de marzo sea dedicado a mujeres líderes. El problema es que “más mujeres en el poder” resulta un discurso lejano en un país tan desigual como México, donde la pobreza, la falta de oportunidades para educarse, la violencia y la marginación se recrudece para las mujeres, especialmente para las más pobres.

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Hablar de feminismo en la coyuntura actual del país parece llevar de manera casi irremediable a tomar partido a favor o en contra del ejecutivo. Otra vez, el presidente como figura equidistante para debatir la realidad del país. Pero más allá de las opiniones que provoque el proyecto de la 4T, en el país como en diversos países y con singular ímpetu en América Latina, se advierten señales para decir que la agenda feminista trasciende a quienes pretenden su instrumentalización con un uso político o electoral.

Y es que los objetivos que persigue el feminismo son, a fin de cuentas, los mismos que se relacionan con los avances de una sociedad en términos políticos, sociales, económicos, y en general, con el progreso de las naciones. Basta ver, por ejemplo, los fines de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW).

El feminismo no es una corriente unificada, al contrario, existen diferentes teorías y con el tiempo se han incorporado y refinado hasta llegar a conceptos como el postfeminismo, el feminismo popular  y el feminismo neoliberal. Gracias a esta diversidad, la lucha feminista puede incorporar a diferentes personas, con ideas distintas, pero que al final buscan con su activismo mejoras en términos de justicia racial, económica y de género. 

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Sin embargo esa diversidad al hablar de feminisimos o sostener que el feminismo es también acción política, no equivale a concebirlo como un movimiento capaz de conglomerar a todas las posiciones políticas e ideológicas. No estamos frente a un fenómeno político como lo fue Morena en su momento, por más que se diga que las mujeres representamos la oposición que no ha podido levantarse desde los partidos políticos, cual si fuera una alternativa articulada para competir en las urnas. Lo que se advierte, no sin azoro, es una suerte de apropiación del feminismo por grupos o actores que tradicionalmente han socavado los derechos de las mujeres, pero aún así se llaman feministas.

En un año marcado por las elecciones de junio de 2021 y la posibilidad de nuevos equilibrios de poder desde el Legislativo, el feminismo oportunista resulta una apuesta burlona ante los legítimos reclamos de justicia, respeto e igualdad para las mujeres. Más allá del cálculo político del 21 o del 24, los feminismos tienen hoy la mejor condición para trastocar las estructuras que han generado desigualdad, injusticia y violencia para las mujeres en todos los ámbitos. El feminismo jamás podrá ser conservador.  

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Contacto:

Maestra en Políticas Públicas por la Universidad de Oxford y Licenciada en Ciencia Políticas y Relaciones Internacionales, por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).

Twitter: @palmiratapia

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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