El retorno gradual a clases presenciales que las autoridades han planteado a partir del 7 de junio, se da en un contexto complicado para la ciudad. En adición al fenómeno de la pandemia, desde inicios de año se ha presentado en la mayor parte del país una fuerte sequía que ha tenido una marcada afectación en la disponibilidad de agua en las distintas regiones y, de manera particular, en el Sistema Cutzamala, dada la falta de almacenamiento del vital líquido en las principales presas de dicho Sistema, como lo son Villa Victoria, Valle de Bravo y El Bosque.

Dada esta circunstancia, se han generado racionamientos continuos en 14 municipios del Estado de México y 13 alcaldías de la Ciudad de México, afectando con ello a los habitantes de esas demarcaciones y, en particular, a los sectores más vulnerables de la población, teniendo que recurrir al abastecimiento mediante pipas o compra de agua en garrafones.

Por lo que se refiere a las escuelas, de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua, 48% de las escuelas públicas carecen de drenaje; 31% no cuentan con agua potable, y 13% tienen sanitarios; mientras que UNICEF-México estima que sólo 62% de los planteles educativos disponen de agua todos los días de la semana.

Si bien se prevé que el retorno a clases en el mes de junio se hará de manera escalonada segmentando grupos y cuidando en la medida de lo posible la aglomeración de personas, es claro que este escenario implica un reto importante dada la necesidad de garantizar agua a más de 25 millones de niños y niñas que podrían regresar a clases.

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No debemos de olvidar que el acceso a los servicios de agua y saneamiento son clave para las medidas de higiene y protección ante enfermedades de las personas, de manera particular de Covid-19, y los centros educativos no son la excepción.

Sabemos que el lavado permanente de manos ayuda a disminuir los riesgos de contagios, por lo que los planteles de la ciudad que reinicien clases presenciales deben vigilar el cumplimiento de medidas de lavado de manos, distanciamiento social, y todas aquellas acciones que las autoridades de Salud y Educación del país establezcan.

De manera particular, se debe tener certeza que las instalaciones escolares que entren en funcionamiento, cuenten con la infraestructura hidrosanitaria necesaria para cuidar la salud y bienestar de lo estudiantes, maestros, personal administrativo y padres de familia.

Asimismo, debemos de planear y prever ya, las medidas necesarias pensando en un regreso ampliado a nivel nacional en el mes de agosto, cuando inicie el próximo año escolar.

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Por tanto, se debe avanzar en la implementación de soluciones que ayuden a todas aquellas escuelas que no cuentan con disponibilidad segura de agua. Con esto en mente, en Agua Capital, estamos trabajando de la mano con Isla Urbana en un proyecto de Cosecha de agua de lluvia en escuelas (incluyendo sistemas de lavado de manos), con la finalidad de transformarla en una fuente alternativa de agua para comunidades vulnerables.

La cosecha de agua puede contribuir a solucionar el reto de la disponibilidad y falta de agua que existe en varias zonas del Valle de México, específicamente en zonas con alta precariedad hídrica, en donde este tipo de soluciones pueden dotar de agua a una escuela hasta por 6 meses durante el año. Este proyecto ya ha sido probado con éxito en escuelas de la alcaldía Azcapotzalco, y este año se extenderá a otras alcaldías de la CDMX y el Estado de México.

La cosecha de lluvia ofrece una solución sencilla y práctica, que podría abastecer de agua a miles de alumnos. También puede contribuir a drenar el agua pluvial para mitigar inundaciones y a combatir la sobreexplotación de los acuíferos, al evitar que se extraiga más agua. El agua captada puede ser de uso doméstico como el lavado de manos, servicios sanitarios, la limpieza de exteriores e interiores, así como el riego y mantenimiento de áreas verdes.

La importancia de implementar alternativas en el corto y mediano plazo que permitan un entorno seguro en las escuelas para lograr el acceso a agua potable y servicios adecuados de higiene y saneamiento, se vuelven la única ruta segura para evitar un aumento de posibles contagios por COVID-19 y otras enfermedades, en las 232 mil escuelas del país.

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