La curiosidad es algo inherente de todo ser humano. En mi caso, siempre me apasionó la tecnología y descubrir como ésta era aplicada para realizar actividades de la vida cotidiana como era el poder tomar un avión para llegar a otro país o continente, o que decir de los viajes a la luna, los cuales me emocionaban mucho cuando era niño.
De igual forma, en muchas ocasiones me cuestioné la razón por la cual existían países o empresas que eran mucho más competitivas que sus pares. A lo largo de mi trayectoria, descubrí que esa distinción se debía a la curiosidad y al deseo de siempre ir un paso adelante.
Como ejemplo, me gustaría poner el caso de Israel, el cual es un país pequeño y con pocos recursos naturales, que ha sabido desarrollar tecnologías sin precedentes como es el caso de Waze, el protocolo de internet para transmitir voz (VoIP) y/o la irrigación por goteo.
Esto me hace recordar que en 1999 -cuando el Internet estaba en su primer apogeo- tuve la oportunidad de asistir a una feria de telecomunicaciones y tecnología en Suiza, donde los mayores fabricantes comenzaban a mostrar su visión sobre esta tecnología. Una de las pláticas que más disfruté fue la de Benjamín Netanyahu -en aquel entonces ex-primer ministro de Israel- quien narró la razón por la cual su país era exitoso, y compartía una visión muy simple que era aplicable tanto para empresas como países.
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Netanyahu señalaba que en el mundo había mucho conocimiento científico, y que gran parte de los países que habían logrado alcanzar este éxito, se debía a la razón de que ellos habían encontrado la fórmula perfecta para convertir la ciencia en tecnología. Por esta misma razón, en el mundo existían millones de patentes, de las cuales el 97% servían para nada y del 3% restante, solo 1 de cada 10, tenían la oportunidad de alcanzar un éxito comercial y con beneficios para la sociedad.
Ante esta situación, él reforzaba que la clave estaba en la innovación, la cual era conceptualizada como el arte de poder convertir tecnología para encontrar soluciones a problemas y necesidades reales. Dentro de este “arte”, hacía referencia que los artistas no eran las patentes o los laboratorios, sino las personas que debían tener conocimiento para entender las necesidades de la sociedad al ser diversos, con mentalidad ganadora y con ganas de trabajar en equipo.
Si tu pregunta en estos momentos es: ¿cómo logró Israel convertirse en la potencia que es hoy en día? La respuesta es muy amplia, pero incluye el desarrollo de universidades, la falta de recursos naturales que los obligó a cambiar su forma de pensar para poder ser competitivos con sus vecinos y el mundo, así como la cantidad de inmigrantes judíos que llegaron desde la ex Unión Soviética -con mucho conocimiento en ciencia- para comenzar a genera patentes y productos de valor.
Sin duda, el mundo actual enfrenta muchos problemas y entre ellos se encuentran el poder proteger a nuestro planeta tierra, ayudar a la gente de escasos recursos que vive con menos de $10 USD, así como buscar la cura a enfermedades como el cáncer, el sida y recientemente el Covid-19.
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En relación a la pandemia, puedo decir que esta emergencia sanitaria nos ha traído varios aprendizajes tanto a nivel social como económico. Asimismo, puedo decir que nos ha traído un impacto positivo, el cual vuelve a reivindicar a la ciencia como este elemento que nos ayuda a resolver los grandes problemas que enfrentamos como humanidad.
En México, tenemos muchos de los ingredientes necesarios para convertir a la ciencia en tecnología y después en innovación. No me queda duda que tenemos muchas necesidades, pero también un excelente capital humano, tratados de libre comercio, economías de gran escala y muchas ganas de triunfar.
Hoy más que nunca, unámonos y seamos ejemplos de innovación como país y como empresas. ¡No podemos perder más tiempo!
José Varela, Director General de 3M México. Vicepresidente de Asuntos Corporativos y de Gobierno para 3M Latinoamérica. *
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