Año 2039. Mi nombre es Lucía, tengo 25 años y vivo en la Ciudad de México. Dirijo estas palabras a quienes pueden hacer algo todavía y cambiar algunas decisiones que hoy me están impactando de manera importante.

Hace 18 años me tocó vivir la pandemia, cuando tenía 7 años. En realidad, el Covid empezó cuando acababa de cumplir 6 años. Fue realmente difícil, tuvimos que vivir prácticamente encerrados por más de un año y medio, no veíamos ni a los familiares más cercanos. Cuando esto sucedió, yo estaba por entrar a primer año de primaria, apenas empezaría a leer, lo cual me hacía una gran ilusión.

Desafortunadamente, tuvimos que comenzar un confinamiento en casa y no pude seguir yendo a la escuela por mucho tiempo. Mi mamá intentó que tomara las clases por televisión, pero ella tenía que trabajar haciendo composturas de ropa. La veía preocupada porque la gente dejó de enviarle trabajo y, al poco tiempo, mi papá perdió su trabajo y ambos tuvieron que ocuparse fuera de casa. A pesar de que las clases seguían transmitiéndose por la TV, no había quién me ayudara a estudiar, pasaba mucho tiempo sola. Antes, cuando mi mamá salía, me cuidaba mi abuela, pero mis papás tenían miedo de que se contagiara, y de hecho así sucedió y nunca volví a verla. Fue muy difícil. Escuchaba cómo del departamento de al lado, la mamá de mi amiga Ana gritaba todo el día, se desesperaba mucho porque sus 3 hijos tenían que tomar sus clases por televisión, pero no le hacían caso. A veces los golpeaba y estaban todo el día peleando.

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Aunque me gustaba la escuela, 18 meses después de que dejé de ir, casi no me acordaba de nada. Olvidé cómo contar, lo poco que sabía de las letras y de los números. En aquellos días, había muchos padres que parecían molestos por la reapertura de las escuelas, por el número de contagios que había. Cuando regresé a estudiar, me di cuenta de que éramos pocos alumnos, a los maestros les costó mucho trabajo ponernos al corriente, tuvimos que repasar lo de jardín de niños cuando ya tendríamos que saber sumar y restar, y estar listos para pasar al 2º grado de primaria. Me costó mucho trabajo retomar los estudios y me volví insegura porque tenía miedo de que alguien se me acercara y me pudiera contagiar. No sabía cómo hacer amigos y temía el rechazo de los demás. Hoy me dicen los especialistas que sufro de estrés post-traumático.

Parecía que el Covid se había apoderado de todo, no solamente de las personas que se enfermaron y de los que perdieron la vida. El Covid sigue dejando secuelas en la sociedad actual, 18 años después. Me ha costado mucho seguir mis estudios, terminar mi carrera y ahora encontrar un empleo, en parte por lo que perdí en esos meses de encierro, pero no sólo en la parte académica, sino, sobre todo, en la parte emocional y social, no sé cómo recuperar la confianza de salir al mundo y construir un mejor futuro…

Así termina la carta de Lucía sobre las afectaciones que la pandemia ha tenido y que muy probablemente se agudizarán en algunas décadas más. Mientras tanto, en el presente, la reapertura de las escuelas después de 330 días en México, aún en medio de la controversia, nos puede llevar a un análisis más a fondo de la situación.

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UNICEF reportó en marzo del 2021 que México estaba en el 8º lugar de los países que tuvieron las aulas cerradas por más tiempo. La deserción escolar ha ido en aumento, especialmente para el caso de las mujeres, que suman a sus actividades el hogar y el cuidado de otros. De acuerdo con los datos del Centro de Investigación de la Mujer en al Alta Dirección (2021), el número de mujeres entre los 15 y los 24 años de edad que no estudian, no trabajan y no se capacitan va en aumento desde el inicio de la pandemia.

México ocupa el tercer lugar en el mundo en el número de estudiantes, 33.2 millones, que han perdido al menos tres cuartas partes o casi todo el tiempo de instrucción en el aula desde marzo de 2020 (UNICEF, 2021). El rezago educativo que ya había antes de la pandemia, que implicaba una condición de vulnerabilidad para los niños y jóvenes, se ha agudizado, y la brecha se ha acrecentado entre quienes pudieron acceder a la educación privada con un mayor seguimiento o clases en línea, y quienes se quedaron fuera de las aulas o con educación remota en formato unidireccional -por televisión.

Las afectaciones para la incorporación de talento al mercado laboral radican en que antes de la pandemia ya reportaba Manpower que 1 de cada 2 puestos vacantes no se podía cubrir porque los empleadores no encontraban las habilidades requeridas entre quienes solicitaban empleo. La falta o el retraso en los estudios y la carencia en el desarrollo de habilidades sociales afectará la empleabilidad de los jóvenes que hoy enfrentan la pandemia y también puede poner en riesgo su futuro social y laboral.

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Yvette Mucharraz y Cano, Directora del Centro de Investigación de la Mujer en la Alta Dirección de IPADE Business School.*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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