China y la Unión Europea han concluido las rondas de negociaciones con las que se perfila un importante e histórico acuerdo financiero que abre grandes ventanas de oportunidad para que las empresas europeas puedan llegar al mercado chino. De acuerdo con lo recientemente acordado entre los liderazgos europeos y el presidente de China, las empresas de este país ahora cuentan con el compromiso de acceso al mercado europeo y en reciprocidad, China abrirá a la inversión europea el sector manufacturero, de servicios y financiero.

Esto, podría representar una imparable estrategia comercial y financiera, que, si bien no revierte el daño causado por la administración de Donald Trump tanto a China como a la Unión Europea, si puede representar un cambio importante en la dinámica de la geopolítica comercial y financiera a nivel global.

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La guerra comercial iniciada por el saliente presidente estadounidense, además de ser un sinsentido, originó un cambio importante en la dinámica de los flujos comerciales que parecía interminable sobre todo cuando el mundo de la pandemia requería estabilidad económica. El ataque frontal contra China pronto se extendió a la Unión Europea y el discurso del castigo ante el déficit comercial tuvo en su momento un peso político específico y hoy, una consecuencia seria para el inicio de la administración de Joe Biden.

Favorecer el entorno de competencia para los inversionistas europeos no sólo reducirá la transferencia forzada de tecnología, promoverá además espacios para el subsidio y el desarrollo de nuevos negocios.  

Pero mientras que para la Unión Europea, este importante acercamiento con China representa la posibilidad de tejer una agenda que permita superar las diferencias comerciales; para el próximo presidente de los Estados Unidos, esto representa una amplia preocupación que le ha llevado a pedirle al Consejo Europeo la consideración de una serie de puntos que involucran los intereses comerciales estadounidenses pero no globales.

La falta de respuesta europea a la petición del equipo del presidente electo Biden, así como el interés de la Unión Europea por acelerar el proceso de negociación con China pueden ser interpretados como la primera falta de alineación de las naciones europeas al nuevo liderazgo de la Casa Blanca. Sin embargo, la naturaleza de la agenda internacional heredada del 2020 exige nuevas decisiones, que respondan a los contextos y desafíos de un orden mundial que no estará regulado por las fuerzas tradicionales sino por los nuevos intereses de las regiones que les permitan asegurar los recursos que se requieren de manera urgente para hacer frente a la pandemia en 2021.

Asimismo, es importante recordar que la fase proteccionista de los Estados Unidos no se reduce solo al Make America Great Again, sino que el mismo Biden fue protagonista del “Buy American” que desde 2009 inició los esfuerzos del gobierno de Obama por revertir los efectos de la balanza comercial deficitaria en la economía estadounidense que con perplejidad ve el desvanecimiento del American Dream mientras se sigue adelgazando su clase media.

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