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Estas son las 30 promesas de los negocios 2024

¿Cuántas historias falsas, rumores y opiniones sin fundamento se han atravesado en tu camino durante esta pandemia?

¿Qué porcentaje de ellas han tenido lugar en redes sociales?

¿Cuántas has reenviado sin cerciorarte si son reales? (No te preocupes, nadie se enterará)

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¿Qué es una idea?

La desinformación y su conducta viral es tan peligrosa como el Covid. No basta tener una cantidad exorbitante de información a la mano y saber que la inmensa mayoría de ésta es innecesaria, la recomendamos y propagamos, aunque sea falsa.

Esta abundancia de información no hace más que confundir. Los temas que deberían ser prioritarios apenas se asoman en una agenda secuestrada por escándalos en su mayoría, a modo.

Pero todo en la comunicación, nace con una idea. Se trata del patrón de información que permite comprender y navegar el mundo. Las ideas son la fuerza más relevante que hay: si se comunican con propiedad transforman la manera en la que se ve el mundo.

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Por eso hoy vemos diferentes niveles de uso en las redes sociales. Para algunos se trata de lucir y ver cómo se lucen; para otros es posicionar nombres, marcas y empresas. Pero hay quienes buscan modificar la dirección de pensamiento.

En los tres casos se parte de la misma premisa: dar forma a una idea en la mente de una audiencia.

Las ideas y el virus

Recién nos refugiamos como hacen las hormigas al detectar insecticida y nos dimos a la tarea de cobijarnos en las pantallas.

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La información que buscamos al inicio de la cuarentena en las redes y en internet tenía que ver con detalles en torno al virus, su peligrosidad y los grupos de alto riesgo. Con tal nivel de incógnitas, la mesa estaba servida para indigestarse con un buffet de falsedades.

Facebook, Twitter, Instagram y cualquier red social tienen la misma oportunidad para que cualquiera publique y disemine un mensaje. Ahí radica el encanto y peligro, algo que seguirá a debate como parte de la naturaleza traslúcida del ser.

Las publicaciones que afirmaban que los limones curan el virus se inflamaron en visitas y engagement (el santo grial de moda) hasta que alguien se preguntó si no era tonto tomar esto por dado. Pero no quisimos dejar la soberbia en el ropero para establecer fecha de término a la inmunidad y vaticinar rebrotes y nuevas pandemias. Todo basado en mensajes de WhatsApp.

En un contexto con jefes de estado que aseguraban que el virus era una mentira extremista, queda subrayada la urgencia de tratar al manejo de la información como un tema de salud pública. Al nivel de cualquier droga.

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Concentrados en la distracción

Total, que este exceso de información nos mantiene constantemente distraídos.

Hoy te desconectas de otras personas para pretender conectarte a un ambiente en el que, por cierto, te desconectas de ti.

Estamos perdiendo la habilidad básica de poner atención. Vivimos ocupados con lo que sucede en otro momento y en otro tiempo y así se va la vida pretendiendo estar en otro lado. Y esto parece gustarnos, porque es una constante.

Vivimos acelerados sin saber por qué. Pensando inconscientemente que eso nos hace parecer ocupados. Hemos transformado el mundo que nos rodea, pero abandonamos el mundo de adentro.

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No en vano decía Umberto Eco que el drama de internet es que ha promovido al tonto del pueblo como el portador de verdad.

¿Por qué se habría de falsear la información?

¿Cuál es nuestra noción de conexión? ¿Enviar mensajes de control diario por WhatsApp y subir un par de selfies?  En realidad, si compartimos esta dimensión humana es porque la conexión le da sentido y hasta dirección.

Por ello, no veo más que dos posibles respuestas al hecho de falsear información: por interés de una agenda, sea política o de grupo, o por una aspiración de fama, mal fundada en sentirse especial. Sin embargo, depositar la responsabilidad de ser especial en el efecto de información en las redes sociales evidenciaría un problema más básico aún.

Si se entiende la conexión como resultado de autenticidad y no como trofeo social, no habría por qué limitar el uso ni las políticas de las plataformas sociales. 

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Acaso este Covid-19, entre el innumerable recuento de efectos, puede traer el principio de un consenso de no poder seguir más de esta manera, si es que pretendemos evitar que se escurra la civilización entre las manos. No es hipérbole: es dar un sentido y dirección al esfuerzo conjunto, comprendido como progreso.

Empezar por ser conscientes de quienes somos y de lo que somos capaces en el aspecto personal y colectivo.

¿Qué ha cambiado?

La propagación de sinsentidos en WhatsApp no ​​es nueva, pero el nivel de pánico e incertidumbre generados en los primeros días de la pandemia parecía proporcionar las circunstancias idóneas para replicar información errónea.

En abril WhatsApp realizó un cambio en la forma en que funciona la plataforma, limitando la cantidad de personas a las que se puede reenviar un mensaje a la vez.

Esto trascendió a las medidas impuestas en 2018 después de que un linchamiento en India se vinculara a mensajes reenviados por chat. Antes, los usuarios podían reenviar un mensaje a 250 grupos o personas a la vez, cifra que se fue reduciendo a 20, cinco en 2019 y solo uno ahora.

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Facebook, Twitter, Reddit han tratado de moderar las exageraciones voluntarias o involuntarias dentro de su alcance. Han puesto freno a Trump, han borrado publicaciones a Bolsonaro y auditan cada vez más publicaciones y anuncios intentando moderar el contenido con políticas y verificaciones hechas en casa. Digamos, advierten que en el salón de clase no se aceptan desórdenes, más allá de los que ellos han creado.

Pero estas acciones se aprecian tenues junto al tamaño de problema que, además, en esta crisis sanitaria cambia en un instante y abriga preguntas que ni siquiera los expertos conocen la respuesta.

En temporadas en los que se vacían los estantes de papel higiénico, se culpa al 5G del virus o se dan golpizas por no haber tapado la boca al toser, no es raro que cualquier soplido genere un torbellino.

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Contacto:

Eduardo Navarrete se especializa en dirección editorial, Innovación y User Experience*

Twitter: @elnavarrete

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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