A nivel mundial, el proceso de vacunación contra el Covid-19 comenzó en diciembre del año pasado, y a pesar de que se espera que tome un tiempo lograr los objetivos de los países para inmunizar a la población, habría que pensar ya en el periodo post-pandemia, que traerá nuevos desafíos y oportunidades. Es un momento que debemos aprovechar para generar una transformación propositiva que puede realizarse en varios niveles, por ejemplo, en los ámbitos personal, familiar y empresarial.

Durante la pandemia muchas de las rutinas fueron modificadas. A nivel empresarial, se generaron procesos alternativos para cumplir con las nuevas necesidades de los clientes o con las medidas sanitarias implementadas. Las escuelas se trasladaron de manera generalizada a medios como la televisión o digitales, precisando estructuras distintas e ingeniosas para mantener la atención de sus alumnos y una mayor exigencia de seguimiento de los padres. Las casas y departamentos se volvieron oficinas, gimnasios, escuelas, capillas, cines y estadios, entre otros. Al interior de los hogares, las familias tuvieron una convivencia continua y compleja, retadora y enriquecedora con incorporación de hábitos nuevos o transformados por las circunstancias.

En vista de que el periodo post-pandemia se acerca, es buen momento para analizar estos hábitos y rutinas desde tres enfoques de comportamiento y tomando como parámetro el periodo anterior a la pandemia:

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  • Regreso a lo tradicional; algunas actividades se retomarán de forma similar al periodo anterior al confinamiento, especialmente aquellas que requieren contacto humano de mayor cercanía. Algunos de los procesos empresariales siguen requiriendo o se realizan con mayor eficiencia bajo la presencia de los colaboradores y/o de los líderes. 
  • Transformación hacia nuevos esquemas; en este sentido se han abierto una serie de opciones que estaban subutilizadas. Conferencias virtuales, uso de las plataformas comerciales, o la banca en línea, son ejemplos de prácticas empleadas constantemente durante la pandemia. Estos modelos llegaron para quedarse, pero requerirán de algunas adecuaciones en el periodo post-pandemia. Incluso se puede hablar de modelos híbridos, que conservan parte de lo tradicional y combinan estos nuevos esquemas.
  • Cese o reducción del comportamiento; el hábito o la rutina tiende a desaparecer o minimizarse al máximo en el futuro, ya sea porque dejó de ser necesaria o sustituida por un mecanismo automatizado, según sea el caso. En gran medida, los protocolos sanitarios habrán reemplazado, por ejemplo, a las medidas de seguridad e higiene ocupacional anteriores. El trabajo presencial es otro ejemplo de una rutina que en muchos casos dejará de ser vigente.

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En este contexto, sería recomendable que, de forma personal o familiar se examinen los hábitos y rutinas actuales, elegir cuáles podrían generar un mayor bienestar y un futuro promisorio ¿las adoptadas en la pandemia?, ¿cuáles requieren volver al esquema tradicional? y ¿cuáles sería adecuado mantener de forma híbrida o incluso eliminar? Una prioridad para los hogares, por ejemplo, podría ser mantener la cercanía y la comunicación familiar que se hubiera generado como resultado del confinamiento.

Por otro lado, en las empresas convendría un planteamiento similar. Estudiar si las estrategias comerciales y digitales usadas en el periodo de confinamiento seguirán dando resultados, o bien si será más benéfico regresar a los esquemas tradicionales. Sería aconsejable en este proceso considerar a clientes, proveedores y al personal para tener una visión completa de las ventajas y desventajas. Con una comunicación fluida donde se alineen expectativas y necesidades entre éstos para establecer procesos integradores a aplicar en la post-pandemia.

La contingencia ha sido un desafío que trastocó todos los aspectos de la vida cotidiana. Aunque retó estructuras establecidas y hábitos adquiridos a lo largo de muchos años, abrió una serie de oportunidades para mejorar, incluir nuevos enfoques, e incluso eliminar falsas creencias. Las empresas y familias pueden prepararse para cimentar hábitos, rutinas, formas de trabajo y comunicación que generen una evolución hacia un mundo más sustentable, justo y próspero.   

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Yvette Mucharraz y Cano es directora del Centro de Investigación de la Mujer en la Alta Dirección del IPADE Business School.**

Karla Cuilty Esquivel, Investigadora Sénior Centro de Investigación de la Mujer en la Alta Dirección.**

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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