Un año termina, otro comienza. Desde la disrupción a la transición, se traza el arco que une los puntos sobre los efectos de la pandemia. Efectivamente, el tema nos tiene hartos y también asustados; se aloja en nuestra mente, sea como un fantasma al que queremos ignorar o el enemigo al que definitivamente queremos evitar. Por fortuna, es probable que 2021 sea el año en que el mundo pasa a la siguiente normalidad. ¿Qué tan preparados estamos para dar el paso?

Puede parecer que un cambio de calendario no modifique mucho, sin embargo, nos presenta una oportunidad para darnos un tiempo para entender el rumbo que va tomando el mundo y justipreciar las posibilidades que se presentarán. Se trata de estar preparados. A medida que los ejecutivos y empresarios hagan un balance de lo que acaba de suceder y lo que está por venir, se podrán alistar para enfrentar los riesgos y aprovechar las oportunidades que han de venir.

A nivel internacional, hay de todo: por un lado, se percibe mucho más optimismo con respecto a las tendencias económicas; incluso en el corto plazo: las expectativas mejoran Asía y América. Por otro lado, en Europa sigue la preocupación el desempleo. Nos vamos meciendo entre los extremos de la esperanza de tiempos mejores y el pesimismo que nos enfrenta a una realidad dura.

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Evidentemente, esto abre un abanico de perspectivas para aquellas empresas que estén listas para ofrecerle a sus clientes los productos y servicios que demandan como una compensación y la prudencia con la que debemos abordar el porvenir.  En la siguiente normalidad, Seader y Singhal expertos de McKinsey, dicen que viene una etapa que denominaron: “venganza de compras” y se refiere a que muchos consumidores abren sus carteras para adquirir bienes y servicios después de un periodo de encierro y compran como una compensación retaliatoria. Para muestra, basta observar las tendencias, el lujo y la moda están creciendo sus ventas.

Otras tendencias a meditar, —ninguna de las cuales está tradicionalmente asociada con las recesiones—, incluyen un crecimiento sorprendente en el número de nuevas empresas que se atreven a iniciar operaciones. Sorprendentemente, están naciendo nuevos negocios. Hay un increíble aumento en el emprendimiento, especialmente de proyectos que atienden estos cambios puntuales en el comportamiento de los consumidores.

De una cosa podemos estar seguros: 2021 no se parecerá en nada a 2019. Todo se mueve de lugar y algunos de esos movimientos son benéficos. Hay esperanza de un renovado contrato social. Los puntos de vista de los estadistas y ejecutivos se están renovando. En general, hemos atestiguado como los gobiernos de los países han aumentado su gasto fiscal como porcentaje del Producto Interno Bruto en programas de asistencia social muy superiores a los del año pasado, y el sector privado ha hecho esfuerzos para ofrecer protección y seguridad a los empleados. Combinadas, estas intervenciones han proporcionado un colchón económico y algunas iniciativas tienen el potencial de traducirse en soluciones a largo plazo para proteger a las personas de los efectos inmediatos de futuras crisis. Por supuesto, esto genera esperanza

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En términos del camino que nos lleva de la disrupción a la transición, la pandemia  también está desatando una nueva era de cambio para las empresas. Sin duda, los negocios a todos los niveles han visto de primera mano los efectos de los riesgos de alta consecuencia y baja probabilidad. Si bien los responsables de la toma de decisiones corporativas o los emprendedores no pueden planificar todos los riesgos potenciales, examinar algunas maneras en que se pueden preparar para riesgos extraordinarios y determinar qué protecciones valen la inversión y posicionarse para una mejor resiliencia es una de las grandes enseñanzas que nos ha dejado el 2020.

El aprendizaje que traen los periodos de incertidumbre es dejar de lado lo que no es estrictamente necesario. Dicho de otra manera, aprendemos a evitar el desperdicio. Lo sorprendente es darnos cuenta de cuántas cosas creíamos que eran indispensables y no lo son; cuántos gastos hemos podido reducir, sin que merme nuestra productividad. En sentido inverso, hemos podido reflexionar que muchos de los ahorros que hicimos fueron mal entendidos. Entendimos que hay inversiones que no se pueden postergar sin poner en riesgo la marcha de nuestras operaciones.

A medida que los directores, ejecutivos, empresarios, emprendedores continúan desarrollando sus estrategias para salir a enfrentar la pandemia, hay muchas empresas han encontrado una trayectoria exitosa con transformaciones que equilibran los movimientos de la cartera y mejoras de rendimiento. Son las están priorizando la creación de negocios para el crecimiento orgánico que les ha traído como resultado un creciendo más rápido, incluso en medio de esta emergencia. Los negocios más fuertes también se están reinventando a través de modelos operativos que se adaptan a las circunstancias, capitalizando este momento maleable con procesos ágiles, formas más flexibles de trabajar que redundan en mayor velocidad y productividad.

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Los ejecutivos en todo el mundo están pensando en que los próximos meses serán críticos, la pandemia no ha llegado a su fin a pesar de que ya tenemos una vacuna. Vale la pena mantener la calma. Las perspectivas e ideas sobre los problemas de gestión que más importan, desde liderar a través de la crisis Covid-19 hasta la gestión de riesgos y digitalización de operaciones deben considerar una visión prudente de lo que será la nueva normalidad. Hay que caminar con pies de plomo, pero hay que moverse.

Ser muy optimista es igual que ser muy pesimista. Es mejor, tener los pies en la tierra, considerar que la nueva normalidad tiene que pasar por un momento de recuperación y que ésta vendrá de la mano de procesos digitales. Tenemos que reflexionar sobre el camino hacia la transformación verdadera, la reinvención de la organización post-pandémica y sobre el desafío del cambio climático. Es preciso visualizar con objetividad si estamos preparados para pasar de la disrupción a la transición.

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