Afortunadamente, mucho se ha avanzado en los últimos años en cuanto a la participación de las empresas privadas en acciones sociales. De esfuerzos aislados de filantropía al involucramiento de algunas de ellas en programas sociales de otras organizaciones y, de ahí, a la creación de sus propias iniciativas, el camino ha estado lleno de logros a favor de diversas causas.

Aún con ello, la tendencia a un mayor compromiso social del sector privado continúa, entendiendo el papel fundamental que éste puede tener en la resolución de problemas antes considerados de exclusiva responsabilidad gubernamental. Sin la participación de todos los sectores: público, privado y social, está claro que no es posible atender de manera efectiva temas como el combate a la pobreza, la disminución de las desigualdades o la crisis climática, por citar sólo algunos.

Así, la magnitud de los problemas que nos afectan como comunidad global ha dado lugar a propuestas como el Pacto Mundial de la ONU, al que se han adherido, a la fecha, alrededor de 11,600 compañías de 156 países, así como a diversos llamados como el realizado en el Nuevo Manifiesto de Davos, que insta las empresas a tomar un papel mucho más relevante en el avance de las comunidades y países.

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En el mismo sentido, cada vez toma mayor fuerza el concepto de Innovación Social Corporativa, con el cual se engloban aquellas acciones que, desde su propia cadena de valor, llevan a cabo las firmas para, de manera proactiva, incidir en el bienestar y desarrollo a mediano y largo plazos de las comunidades en que se insertan u operan.

Así, si la Responsabilidad Social Corporativa apuntaba a llevar a cabo iniciativas de impacto social y ambiental más allá de la corporación, la Innovación Social le reta a encontrar alternativas que le permitan utilizar sus propios procesos y vínculos con stakeholders para generar oportunidades y valor compartido. A convertirse en entidades tractoras al incorporar en su operación misma a grupos y comunidades en desventaja.

¿Qué insumo, producto o servicio podría proveernos X comunidad marginada? ¿Qué formación específica se requeriría para incorporar a personas de Y grupo en exclusión como colaboradores en Z posiciones? ¿De qué forma podría convertirse este grupo en condición de vulnerabilidad en distribuidor de nuestros productos?  Son sólo algunas preguntas que los corporativos pueden hacerse para identificar oportunidades con las que lograrían un impacto transformacional de su inversión social.

La innovación social apunta a generar nuevas respuestas a problemas sociales y ambientales y, desde las corporaciones, las posibilidades se multiplican, en la medida en que puedan, efectivamente, integrar como objetivo propio el desarrollo social.

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La clave está en la ampliación de la forma en que se entiende el propósito de la iniciativa privada: de sólo crear empleo y utilidades a sus accionistas, a reconocer su poder como generadora de crecimiento y valor para todos sus stakeholders.

Esto, que por mucho tiempo hubiera parecido contradictorio o un sinsentido, hoy se ve respaldado por una, cada vez mayor, conciencia del peso de los factores ambientales, sociales, de gobernanza y manejo de información de los clientes (ESG&D, por sus siglas en inglés) en el retorno de las inversiones de una compañía.

Cada vez más inversionistas consideran los aspectos ESG&D en las decisiones de asignación de sus recursos, entendiendo que no sólo reflejan las nuevas y crecientes exigencias de los consumidores, sino también ponderaciones de potenciales conflictos sociales, cuestionamientos éticos o afectaciones en sus operaciones originadas por el impacto del cambio climático.

Las grandes organizaciones tienen un rol primordial que jugar en este nuevo paradigma de la Innovación Social Corporativa, pero es igualmente válido para las pequeñas y medianas (PyMEs), quienes podrán encontrar en éste muchas más posibilidades de incidir positivamente en su entorno: quizá no cuenten con recursos adicionales para apoyar alguna causa, pero sí pueden comprometerse a un actuar ético y responsable, e integrar en sus operaciones de manera consciente a quienes más lo necesiten.

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La Innovación Social Corporativa abre nuevos horizontes para la participación de todos los actores en la recuperación económica tras los estragos de una pandemia que no termina de ceder, pero que sí nos muestra ya que no queda espacio para titubeos.

Contacto:

LinkedIn: Nora Méndez

*La autora es Directora de Fundación Aliat – Aliat Universidades.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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