Si hay un sector que demostró su fortaleza frente a la pandemia es el de las energías renovables. De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía Renovable, 90% del incremento de generación de energía global proviene del sol y del viento. Esto contrasta con el desempeño de las industrias de petróleo, gas y carbón, que se vieron gravemente afectadas. La resiliencia de las energías renovables también se pudo apreciar en los mercados de capitales, que revelan cómo las compañías de energías renovables han duplicado su valor en un año, y las perspectivas son aún mejores después del triunfo de Joe Biden en Estados Unidos.

En términos generales, la transición energética puede ser impulsada de dos maneras. Una es a través de proyectos de infraestructura de gran escala, como los parques solares fotovoltaicos o la infraestructura eólica en el mar. La segunda opción es a través de productores pequeños bajo las modalidades de generación distribuida o abasto aislado. Es claro que ambas modalidades son necesarias, pero si queremos apostar por un modelo de justicia social debemos promover un mercado de pequeños productores que consuman la energía que generan, y al mismo tiempo, se beneficien de las ganancias de sus excedentes. En otras palabras, la organización descentralizada del mercado nos permitirá democratizar la generación eléctrica y distribuir el uso de recursos de manera más equitativa.

¿Quiénes son los prosumidores?

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La mayoría de las personas hemos consumido electricidad a partir de las redes que vemos en las avenidas durante más de un siglo. Sin embargo, esto está cambiando con el acceso a tecnologías de energía renovable, como los paneles solares. Poco a poco comenzamos a ver cómo algunos hogares han colocado tales paneles en los techos de sus casas. Esto será cada vez más común debido a que cada vez será más barato adquirir estas tecnologías, lo cual cambia radicalmente la forma de electrificar nuestros hogares y nuestra relación con la energía en general. En pocos años, pasaremos de ser consumidores a ser “prosumidores,” lo cual significa que produciremos y consumiremos nuestra propia energía a partir de fuentes renovables. Muy pronto nos conectaremos a la red para vender energía, no comprarla.

Además de los hogares, los prosumidores que pueden promover un bienestar energético son las pequeñas y medianas empresas (PyMes), quienes generan 7 de cada 10 empleos en el país. Pero también está el caso de las cooperativas, desde de un punto de vista de economía social, quienes se podrían beneficiar de proyectos de generación distribuida o abasto aislado con capacidad de 3 o 6 MW.

Actualmente, la Ley de la Industria Eléctrica permite que proyectos con capacidad menor a 0.5 MW no requieran permisos de la Comisión Reguladora de Energía. Sin embargo, ese límite se estableció cuando los costos de energías renovables no eran accesibles para desarrollos pequeños. Ahora es momento de promover proyectos con menos restricciones burocráticas, en los cuales las ganancias se socialicen en las comunidades.

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¿Quién lleva la delantera en la democratización energética?

Uno de los países con mayores avances para descentralizar el mercado eléctrico es Reino Unido, quien recién anunció un plan para dejar de emitir gases de efecto invernadero en 2050. A partir de 2010, la instalación de paneles solares en hogares británicos creció rápidamente con el apoyo de subsidios gubernamentales, principalmente para proyectos con capacidad menor a 5MW. Esto provocó un gran entusiasmo dado que la gente podía recibir mayores rendimientos en la instalación de paneles solares que en sus pensiones, por ejemplo. Sin embargo, a partir de 2016 se experimentó un recorte de tales subsidios debido a la caída de los costos las energías renovables. Actualmente, el almacenamiento en baterías surge como un incentivo adicional para seguir promoviendo un mercado descentralizado, lo cual también reduce la variabilidad de generación eléctrica que depende de fuentes naturales. Se estima que alrededor de 800 mil hogares ya eran prosumidores en 2019 en un país como Reino Unido, con baja radiación solar en comparación con México.

Antes de concluir el año, Reino Unido anunció que promoverá la llamada “Revolución Industrial Verde.” México no puede quedarse atrás, y como en toda revolución, debemos exigir la democratización de los beneficios que traerá este movimiento. Tenemos la ventaja de tener tecnología y fuentes de financiamiento suficiente para que las personas sean las protagonistas de este cambio. Seamos dueñas y dueños de la infraestructura renovable y promovamos la socialización de la riqueza al mismo tiempo de salvar nuestro planeta.

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Contacto:

Rodrigo Osorio Díaz actualmente se desempeña como Jefe de Oficina del Gobernador del Estado de Puebla y es Director General de la Agencia de Energía.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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