Termina un año terrible. No hay indicador que no nos dé cuenta del tamaño del daño que ya generó el Covid-19 en términos de salud y economía.  Tan solo en México, el impacto en los niveles de pobreza y en la cantidad de fallecimientos son dignos de una pesadilla.

Hace un año, no podíamos imaginar lo que vendría, aunque las alarmas ya se habían encendido en China. El mundo transitó las fiestas de fin de año con el optimismo y la ingenuidad de las fechas.

Cualquiera puede hacer un ejercicio de memoria y verá que los anhelos y las preocupaciones eran otras, que mucho de lo que creíamos seguro estalló por los aires y que las prioridades tuvieron que cambiar ante un horizonte amenazador y oscuro.

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Las posibilidades de una pandemia como la que ahora padecemos siempre estuvieron en el tablero de los científicos. Sobre todo, a partir de la Influenza en 2009, se desarrollaron protocolos y se invirtió, aunque nunca lo suficiente.

Quizá una de las lecciones centrales sea justo la de entender que el gasto en investigación y en ciencia nunca es mucho, es más bien un pasaporte para el futuro.

¿Qué habríamos hecho sin los cientos de laboratorios en el mundo trabajando para encontrar un remedio?

Vendrán las vacunas, pero aún demorará para que la protección permita que volvamos a una suerte de normalidad, aunque ya nunca será la misma, no puede serlo.

Sigue en esta sección el avance contra la pandemia en México y el mundo

Hace un año las preocupaciones gravitaban, en el caso mexicano, en la aprobación del T-MEC, en aquel diciembre, que hoy parece tan lejano, capturaron en Estados Unidos a Genaro García Luna, el ex secretario de Seguridad, por su presunta complicidad con Joaquín El Chapo Guzmán.

El 2020 se anunciaba como un año en el que la 4T consolidaría su proyecto y algunos astros se iban alineando en ese propósito. Ahora es evidente que los próximos años tendrán que ser los de salir de la crisis, de paliar los daños y de tratar de volver a los niveles que existían hace un año.

Por ello, la agenda para el 2021 será distinta y estará capturada por el Covid-19 y no podía ser de otro modo, porque estamos ante un año electoral, en un proceso que será el más grande de la historia y que además quizá tenga que desarrollarse en condiciones de distanciamiento y restricciones por la salud.

Ojalá que todas las fuerzas políticas estén a la altura de circunstancias. Los malos augurios no son gratuitos, pero la historia de la humanidad muestra que hay una enorme resiliencia, donde los motivos para la esperanza no tienen que ser ingenuos, sino realistas. 

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