Para los mexicanos, nos es común pensar en un México que resulta atractivo para sus visitantes; estamos acostumbrados a escuchar de la hospitalidad mexicana, de la fiesta, de sus playas, de sus colores y de su gastronomía y no nos detenemos demasiado a pensar en ello. Nuestro país está lleno de tesoros que hoy día son una realidad y de muchos más que aún están por descubrirse. Pero es verdad que el viejo adagio de que “nada dura para siempre” es una realidad que cuando uno se percata de ello es, en ocasiones, demasiado tarde.

La nueva realidad, surgida de la experiencia mundial de los últimos dos años, moverá las tendencias de viajes a lo largo y ancho del planeta, el pensamiento del ser humano no es ni será el mismo y, por ende, la búsqueda de experiencias cambiará de una u otra manera. En el ámbito turístico podemos intuir por ejemplo que los viajes de negocios se reducirán significativamente con la adopción de las nuevas tecnologías y el acceso fácil a las videoconferencias, la celebración de webinars es una realidad aceptada y los demás instrumentos que permiten la comunicación a distancia son ya parte común de nuestra vida; las restricciones de los países y los nuevos requisitos de entrada moverán la dinámica de los viajes de placer. El turismo de salud ha beneficiado a los países que han invertido en ello y capitalizan hoy esa inversión.

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¿Y México?, ¿qué ofrece nuestro país de cara a un futuro marcado por la búsqueda de la sustentabilidad y la tecnología? ¿qué le ofrece a una nueva generación que no necesariamente entiende los valores culturales y sociales, sino que vive marcado –por no decir obsesionado– con la imagen y la inmediatez, con la necesidad de tener un planeta sustentable y verde?

Nuestro país está aún a tiempo de repensar el destino que quiere construir para no perder competitividad, hoy somos el número uno en Latinoamérica de acuerdo al World Economic Forum pero no estamos dentro del top 10 mundial. Las brechas se hacen cada vez más pequeñas y los índices han cambiado, la apertura internacional y la infraestructura son consideraciones que el viajero valora cada vez más. Considerando, además, como ya decíamos, la caída del turismo de negocios, las nuevas realidades apremian.

La velocidad de la información escrita y gráfica tiene alcances que no habíamos visto en el pasado, las noticias sobre la inseguridad no sólo llegan a sus destinatarios en forma de texto sino de imágenes que cada vez son más explícitas, las opiniones de los usuarios influyen en la decisión del viajero más que las reseñas publicitarias o las gacetas culturales, las herramientas de conectividad y el acceso a internet son prácticamente indispensables para captar el turismo de las nuevas generaciones.

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Si queremos ver a un México atractivo en el turismo para las próximas generaciones deberemos ver políticas orientadas a la sustentabilidad, al cuidado de nuestros recursos naturales evitando la sobreexplotación de los mismos; a la inversión en infraestructura tecnológica que permita la conectividad que el futuro demanda (5G por ejemplo); a las garantías de seguridad que no ahuyenten a quien busca descanso y relajación; armonía social –bienestar– que nos permita seguir siendo un país donde la palabra “amigo” siga siendo nuestra bandera hospitalaria; a la educación, para que la cultura del esfuerzo nos haga crecer y no la del merecimiento gratuito que nos estanca inundándonos de pretextos mediocres; a una infraestructura de servicios que permita la eficiencia y comodidad para el visitante.

México está sin duda lleno de posibilidades y tiene aún un reconocimiento que le permite mantenerse dentro del liderazgo turístico mundial pero no puede “dormirse en sus laureles” y confiar que esto seguirá siendo así solo por ser “México”. Hay mucho por hacer para que el atractivo turístico de México, con profundas raíces históricas, afronte el futuro con la grandeza que merece.

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Contacto:

Luis Javier Álvarez Alfeirán, MA. Director de Le Cordon Bleu Anáhuac*

[email protected]

twitter: @DirectorLCBMx

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