El Banco de México publicó la semana pasada su informe trimestral. Los medios destacaron sobre todo, y con razón, el aumento en sus proyecciones de crecimiento para la economía mexicana en 2021, que ahora plantean un escenario central de 4.8% en vez del previo de 3.3%. Esto pareció sorprender a algunos porque la debilidad del mercado interno sigue siendo aparente, pero se explica en muy buena medida por un mero efecto aritmético dada la contracción tan profunda del año pasado, y por la recuperación tan sólida que está teniendo la economía de Estados Unidos.

Para un segmento del mercado, sin embargo, fue más relevante la revisión al alza que hizo Banxico a su trayectoria esperada para la inflación en 2021. En su más reciente comunicado de política monetaria hace tres semanas, la Junta de Gobierno anticipaba que esta sería similar a la prevista en su informe trimestral previo, publicado en noviembre. No obstante, la trayectoria de la inflación general se incrementó para todo el año, con lo cual el indicador se ubicaría ahora en 3.6% en el último trimestre —tres décimas más que la estimación anterior—. Y si bien puede discutirse si esto es mucho o poco, lo cierto es que el cambio de pronóstico se da después de otro el trimestre pasado, cuando entonces se proyectaba una inflación de 2.9% al cierre de 2021.  

¿Por qué importan esas pocas décimas? Para ese segmento de mercado al que nos referimos —inversionistas institucionales, por ejemplo—, la revisión es relevante porque podría implicar que Banxico no baje su tasa de interés objetivo en el anuncio de política monetaria que hará el 25 de marzo. Esto iría en contra de lo que se esperaba hasta hace unas semanas, sobre todo porque el comunicado de política de febrero parecía mandar una señal, si bien cuidadosa, de que podrían venir más recortes a la tasa.

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Pero, junto con las expectativas de crecimiento e inflación de Banxico, el mundo cambió. A los incrementos en los precios de los energéticos que se habían dado hasta la primera quincena de febrero, se sumaron otros y perspectivas de aún mayores aumentos, vinculados con la escasez de gas en nuestro país por las severas tormentas de nieve en Texas y con proyecciones más optimistas de crecimiento mundial.

Esto último además llevó a los inversionistas a cuestionarse si la inflación en Estados Unidos y otras economías avanzadas podría aumentar antes de lo esperado, lo que ocasionó ajustes bruscos en los mercados financieros, incluidos aumentos en las tasas de interés de largo plazo en México y una depreciación del peso.

En este contexto, de acuerdo tanto a la última encuesta de expectativas del propio Banxico como a la Citibanamex, ambas recién publicadas, el consenso de los expertos subió su pronóstico de inflación al cierre de 2021 a 3.90% y 3.83%, respectivamente. En ambos casos las estimaciones se ubican por encima del pronóstico de Banxico. Todo esto complica el panorama para que Banxico disminuya su tasa de referencia en marzo.

Esas pocas décimas son también relevantes desde una perspectiva de mayor plazo. El Banco de México tiene una meta de inflación puntual de 3%. Sin embargo, pocas veces ha estado en 3% o menos —22 de 432 meses desde 2003, cuando adoptó dicha meta—. Dado que existen muchos factores que están fuera de su control y que en el corto plazo podrían impactar la evolución esperada de los precios de bienes y servicios (como los ya referidos choques recientes a los precios de energéticos), hay también un intervalo de variabilidad de más/menos un punto porcentual alrededor del cual puede fluctuar temporalmente la inflación. Esto implica que al menos en promedio, dentro de un plazo razonable, se debería alcanzar el 3%.

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No obstante, el promedio de las inflaciones anuales en los últimos 5, 10, 15 y 20 años ha sido de 4.2%, 3.9%, 4.1% y 4.3%, respectivamente. De hecho, según la misma encuesta de Banxico, un 25% de los analistas ya espera que la inflación cierre este año en un nivel superior al 4%. Todavía más relevante es que, desde una perspectiva histórica, las expectativas para la inflación de largo plazo de los analistas han promediado 3.5%, subestimando así recurrentemente la inflación observada, y pronosticándola consistentemente por arriba de la meta puntual de Banxico de 3%.

Lo anterior no implica, desde luego, que Banxico deba mantener su tasa de interés sin cambio. Son muchos los factores que hay que tomar en cuenta, además de los ya mencionados, para determinar el nivel y la trayectoria óptimos de la tasa de interés de referencia —y, en mi opinión, el Banco en general ha hecho una labor excepcional en su análisis y sus funciones por décadas—. Son también muchos los factores que podrían llevar a tasas de inflación más elevadas en distintos horizontes, como que haya poca competencia en los mercados de bienes y servicios o una baja productividad en la economía. Pero por una u otra razón, el 3% nos elude.

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Adrián de la Garza es economista en jefe y director de estudios económicos de Citibanamex*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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