Tradicionalmente, los actores financieros evaluaban y tomaban decisiones de colocación de fondos y activos basándose únicamente en medidas financieras. Sin embargo, en la última década se ha generalizado la integración de nuevos factores no financieros en dichas tomas de decisiones de inversión, factores que consideran cuestiones medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG) y no sólo el rendimiento financiero. Es decir, factores no financieros que además son importantes para que podamos contribuir en un desarrollo sostenible.

Las finanzas sostenibles se describen como decisiones de inversión que incluyen las consideraciones ASG de la actividad económica para mejorar su desempeño y para crear externalidades económicas, sociales y ambientales positivas para las comunidades en donde tienen operaciones y actividades. Al mejorar su desempeño ASG estarán también fortaleciendo su resiliencia ante potenciales riesgos no financieros que pudieran afectar sus futuras operaciones.

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El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) define los riesgos como aquellos “eventos o condiciones inciertas que, en caso de ocurrir, pueden causar un impacto negativo significativo en diversos países o industrias en un plazo de 10 años”.  Cada año el WEF, con carácter previo a su encuentro de Davos, publica su informe con los principales riesgos globales, basándose en las respuestas dadas por líderes de opinión encuestados y pertenecientes al ámbito empresarial, académico, social y otros. 

En su reporte 2021, el WEF informó que entre los riesgos de mayor probabilidad para los próximos diez años se encuentran el clima extremo, el fracaso de la acción climática y el daño ambiental provocado por el hombre. Por otro lado, entre los riesgos de mayor impacto para la próxima década, las enfermedades infecciosas ocupan el primer lugar, seguidas por el fracaso de la acción climática y otros riesgos ambientales.

El cambio climático sigue siendo un riesgo catastrófico. Las industrias -incluida la banca- deben enfocar sus estrategias para crear un futuro más sostenible y el sector público debe crear un sistema que facilite y estimule el alineamiento hacia compromisos ambientales más ambiciosos. Dentro de este sistema, el sector financiero ejerce un gran poder en cuanto a la financiación y la concienciación sobre cuestiones medioambientales, ya sea permitiendo la investigación y el desarrollo de energías alternativas o respaldando a las empresas que emplean mejores prácticas sostenibles.

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El financiamiento sostenible favorece las operaciones financieras que consideran a las ASG, con el fin de apoyar la economía real y los proyectos a largo plazo, lo que estimula a las instituciones y empresas a adherirse a normas sostenibles y mejorar su desempeño medioambiental y social. La mitigación de la catástrofe climática y el uso de recursos renovables son ejemplos de factores medioambientales que son tomados en cuenta en las finanzas sostenibles, las cuales ya influyen en las tendencias empresariales y sociales, y lo seguirán haciendo a un ritmo acelerado en los próximos años como una apuesta hacia proyectos que ayudarán a la transición hacia un futuro más sostenible.

Las empresas que reciben financiamiento sostenible se benefician de condiciones crediticias favorables y pueden demostrar su compromiso hacia la sostenibilidad con sus grupos de interés. Pero por encima de todo, es un instrumento que fomenta el desarrollo de un sistema económico y financiero capaz de hacer frente a los retos que plantean los riesgos sociales y aquellos asociados al clima, tomando en cuenta las oportunidades que existen en todos los sectores de la economía.

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Pablo NecoecheaSr. Sustainability Manager de Grupo Televisa. Profesor de las materias economía e impacto ambiental en la Universidad Anáhuac Norte.*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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