La Inteligencia Artificial (IA) está presente en la toma de decisiones gubernamentales y, durante este 2020, la pandemia por Covid-19 lo dejó claro. Con esta realidad, también se inicia el análisis sobre los desafíos éticos y jurídicos que conlleva el manejo de datos personales.

Por ejemplo, es público que desde los primeros casos del nuevo coronavirus SARS CoV-2, la empresa canadiense BlueDot pudo procesar suficiente información para alertar sobre las repercusiones que traería consigo el brote surgido en Wuhan, China. Sólo unas semanas después, observamos a la empresa ByFever promocionar sus equipos y arcos de control de temperatura y acceso, a fin de agilizar la detección de personas sospechosas de ser portadoras del nuevo coronavirus. Meses más tarde, los videos de los perros-robot de “Spot”, de Boston Dynamics, se difundieron mostrando a los vigías recorriendo los parques de Singapur, para de preservar el distanciamiento social. Además, se utilizaron drones con este mismo objetivo. El futuro nos alcanzó.

BlueDot es una empresa canadiense que inició operaciones en 2013, y cuyos programas están diseñados para detectar riesgos de enfermedades infecciosas con base en la IA y el análisis de expertos epidemiólogos. En su sitio web, la compañía destaca que logró predecir con precisión cuáles serían las primeras ciudades en importar el nuevo coronavirus. Incluso, presume que la respuesta de Taiwán a la pandemia fue con base en las predicciones que su programa realizó.

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Al respecto, el doctor Hao Yuan Cheng, del Centro de Inteligencia Epidémica de los Centros para el Control de Enfermedades de Taiwán, en Taipei, aceptó que la información cuantitativa de BlueDot permitió conocer que el país estaba en el quinto o sexto lugar con mayor riesgo de importar casos desde Wuhan, lo cual se tradujo en acciones urgentes: Reforzar los controles fronterizos, reducir viajes entre Wuhan y Taiwán e implementar inspecciones más estrictas en los aeropuertos.

No obstante, el uso de la IA no se limita sólo a una empresa y a un país. La empresa ByFever también prestó servicios para realizar un monitoreo de la temperatura de las personas en tiempo real, lo cual fue útil en terminales aéreas, estaciones de trenes, y sitios donde se presentan grandes concentraciones de personas. Aún recordamos esas imágenes en infrarrojo, pero los cuestionamientos sobre el uso de datos personales obligaron a ByFever a publicar un artículo sobre una normativa interna a fin de brindar certeza jurídica a sus clientes; en él, consideró como un error que las empresas de este tipo de tecnologías no tomen en cuenta las leyes vigentes en la materia, y destacó la necesidad de contar con el respaldo de abogados especialistas en derecho sobre uso de datos.

En tanto, el gobierno de Singapur se vio obligado a aclarar que las cámaras de los perros-robot “Spot” no registraban la información personal ni eran incapaces de realizar reconocimiento facial, por lo que no tenían como función la recolección de información, sino sólo fungir como vigilantes en los parques para detectar grupos de personas y exhortarlas a distanciarse a través de parlantes.

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Hace unos meses, Japón aceptó, a través de su primer ministro, Yoshihide Suga, que buscaba una alianza con la compañía Palantir, una de las más destacadas en el análisis del Big Data, la cual cobró relevancia y valor por el trabajo que realiza, principalmente, con el gobierno de Estados Unidos desde hace varios años, y los servicios que otorga a instituciones financieras, de inteligencia, defensa y salud.

Pero Palantir no sólo compila la información de áreas gubernamentales. También brinda apoyo a una de las cinco principales farmacéuticas que actualmente trabaja en el desarrollo de una vacuna contra el SARS-CoV2, a fin de dar seguimiento a los participantes de ensayos clínicos.

Así, la IA y los algoritmos están presentes en distintas áreas de los gobiernos, tanto federales, estatales, regionales y, en casos específicos, ya son la base en la toma de decisiones, situación que sin duda será una constante en el futuro cercano. Este panorama abre la necesidad de un análisis exhaustivo sobre lo que implica para los ciudadanos, cuyo futuro depende de las decisiones que sus líderes puedan tomar con base en lo que las tecnologías, los algoritmos y la IA les aporten; adicionalmente, el dilema respecto a que los datos, sus datos, sean recopilados, concentrados y manejados por empresas privadas.

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El caso de Taiwán demuestra que la información puede ser vital en la toma de decisiones al más alto nivel. En una emergencia de salud, como es esta pandemia de Covid-19, contar con datos y proyecciones de manera oportuna puede tener una repercusión en la cantidad de contagios y muertes que se presenten en un país.  El investigador de la Academia de Ciencia de Datos, Jheronimus Daan Kolkman, advierte que la implementación de la IA en los sectores gubernamentales plantea nuevos retos, ya que no es fácil para los no expertos comprender cómo funciona la observación y manejo de las métricas, circunstancia que genera riesgos al depender de terceros. En México, el pasado 24 de diciembre, el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) instruyó al Instituto Nacional Electoral dar a conocer los diagramas de conexión de instituciones a las que presta el servicio de verificación con huella y datos; esto incluye las conexiones que se realizan a un proveedor extranjero o en la nube. En su decisión, el INAI señaló la necesidad imperiosa de evitar casos de suplantación de identidad y el uso indebido de los datos personales.

De entre muchos otros temas, además, es obligatorio discutir y comenzar a buscar soluciones ante la realidad de naciones que no tienen acceso a estas nuevas tecnologías, con las disparidades y desventajas que ello les significa. El cada vez más creciente uso de la IA, algoritmos y programas, sin duda, provoca una mayor necesidad de contar con  certeza y transparencia sobre el manejo de la información y sus alcances en las decisiones de gobierno y políticas que  forzosamente nos impactan a todos, directa o indirectamente, en cualquier país del mundo.

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*Javier Murillo es Ingeniero electrónico e informático mexicano, especialista en analítica de datos y maestro en ciberseguridad.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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