Independientemente de quien sea confirmado como nuevo presidente de Estados Unidos, el futuro del país será verde. Los últimos días han venido llenos de incertidumbres y sorpresas. Las elecciones norteamericanas no han quedado cortas y tras una larga noche de recuentos y votos electorales por estado, al momento de la redacción de este artículo todavía hay procesos de recuento de votos abiertos. Lo que ya sabemos, es que independiente del resultado final, esta elección marcará el rumbo de las decisiones medioambientales de los Estados Unidos en los próximos cuatro años y, quizá, mucho más adelante. 

Por un lado, el señor Trump sacó a EE. UU. oficialmente del Acuerdo de París justo la misma semana de la elección, una decisión que en su momento fue resultado de su oposición a la política ambiental de su predecesor, Barack Obama. Pese a lo controversial de dejar plantados a poco más de 190 países que permanecen alineados al acuerdo, el presidente de los Estados Unidos ha decidido poner a su país en una liga que solamente cuenta a un puñado de selectos miembros, como Eritrea, Irán, Irak, Libia, Sudán del Sur, Turquía, Venezuela y Yemen. Si bien algunos de estos estados son importantes emisores de gases, la salida de Estados Unidos de este acuerdo es tema de mayor calado.

Mientras tanto, el señor Biden ha expresado su intención de regresar a Estados Unidos al Acuerdo de París tan pronto como fuera posible, en caso de ser electo. Pero si uno u otro resultado pueden tener consecuencias tan dispares, ¿por qué considero que el futuro de Estados Unidos será verde de todos modos

A pesar de la relevancia de la elección norteamericana, no podemos ignorar lo que está pasando en el resto del mundo. Si bien estos temas todavía encienden el debate en el vecino del norte, la realidad del cambio climático y las acciones necesarias para combatirlo son discusiones más serias al otro lado del mundo, donde el escenario parece un tanto diferente. La Unión Europea sigue apostando por el Acuerdo de Paris, y de hecho ha anunciado recientemente un importante paquete billonario de apoyo para inversiones que se alineen con estos objetivos, mientras que han comprometido ya un acuerdo de neutralidad de emisiones para 2050. 

Por su parte, China, uno de los principales emisores a nivel global, también se ha decantado por lograr la neutralidad de emisiones para 2060. Ante el posicionamiento de estas grandes potencias, Estados Unidos no puede ignorar este tema por mucho tiempo, ni siquiera con una segunda presidencia de Trump. 

Como muestra, tenemos a la Alianza Climática de Estados Unidos, que es una coalición bipartidista (de rojos y azules) formada por 25 gobernadores comprometidos con la reducción gases del efecto invernadero y que simpatizan con los objetivos del Acuerdo de Paris. Cabe recalcar que es una alianza de gobiernos estatales, ya que, si bien la política federal del actual presidente contraviene estos objetivos, los estados norteamericanos cuentan con autonomía suficiente para pronunciarse en este tipo de temas e incluso regularlos e implementar acciones. El objetivo que persigue la alianza, según ellos mismos, es la “cooperación de estado a estado para acelerar el despliegue de las soluciones climáticas necesarias para ayuda cada uno logra sus objetivos climáticos.” Exista o no apoyo de parte del gobierno federal, hablar de 25 estados de un total de 50 no es cosa menor. 

Tras confirmarse el vencedor de las elecciones, todavía tendremos que esperar para saber la forma que tomarán las acciones relativas a la mitigación del cambio climático en EE. UU. Mi pronóstico es que el alineamiento del país ya sea al Acuerdo de Paris o a otros acuerdos que vengan en el futuro (ya sea como país o por estados) es simplemente inevitable. Pero, como dicen los que saben, solo el tiempo lo dirá.

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*Carlos Alberto Vargas Castolo, Profesor Investigador, EGADE Business School del Tec de Monterrey

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