Hay un entretenido libro del escritor italiano Alessandro Baricco (Next: ensayo sobre la globalización y el mundo que viene), en el que intenta ofrecer una definición sobre la globalización. Tratando de “entender” el concepto —entre comillas porque el autor deliberadamente se hace el ingenuo—, le pregunta a distintas personas al respecto, sin que nadie sepa decirle qué es. Eso sí, le dan unos cuantos ejemplos:

1.         Vas a cualquier parte del mundo y allí encuentras Coca–Cola o Nike o Marlboro.

2.         Podemos comprar acciones en todas las bolsas del mundo invirtiendo en empresas de cualquier país.

3.         Los monjes tibetanos están conectados a Internet.

4.         El hecho de que mi coche está construido por piezas, unas cuantas en Sudamérica, otras en Asia, otras en Europa y otras, tal vez, en Estados Unidos.

5.         Me siento frente al ordenador y puedo comprar todo lo que quiera on line.

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Baricco publicó este ensayo en 2002. Ni tiempo de darle este ejemplo: un virus que surge en Wuhan, una pequeñísima región de China, comienza infectando a personas locales con algo que los especialistas califican como ‘neumonía atípica’; poco después termina desatando una pandemia global sin precedentes en la historia moderna, infectando y matando a millones de seres humanos en todo el mundo, ocasionando cierres de fronteras en países y colapsando servicios e industrias enteras como aerolíneas, hoteles y restaurantes.

En términos de negocios ha generado una de las mayores disrupciones de abasto y suministro, y nos ha mostrado, por un lado, cuán integradas y globales son el mundo corporativo y las operaciones empresariales, a la vez de evidenciar el nivel de vulnerabilidad, rigidez y nula capacidad de respuesta que tienen muchos de los negocios hoy en día.

Si eres de los que piensan que en unos pocos meses las cosas volverán a ser como antes de la pandemia, este artículo es para ti. Sin duda, estamos ante la necesidad de entender el nuevo contexto operativo que obedece las necesidades cambiantes del consumidor, y que han transformado la oferta y demanda. Quizá de forma definitiva.

1)         Los ecos de la pandemia en la demanda

El Covid-19 significó una disrupción mayor para las cadenas de suministro globales. “A medida que la pandemia obstaculizó las operaciones de las fábricas y sembró el caos en el transporte marítimo mundial, muchas economías de todo el mundo se vieron afectadas por la escasez de una amplia gama de productos, desde la electrónica hasta la madera y la ropa”, señala un artículo que publicó el diario The New York Times en junio pasado.

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Vamos, no es la primera vez que algunas cadenas de suministro enfrentan interrupciones y una región al otro lado del mundo sufre por la escasez de un producto. Quizá aún tengamos vigente el tema del terremoto y tsunami en Fukushima y el impacto que tuvo en las industrias automotriz, autopartes y electrónica. Pero el Covid-19 está muy lejos de ser un huracán que afecta a las refinerías de Texas y sube los precios del crudo. El brote que vivimos en 2020 afectó a todos los países y a todas las industrias sin discriminar, pero, incluso, después de esa gran disrupción seguimos viendo pequeños ecos e interrupciones más pequeñas y constantes.

El primer escenario que los expertos globales anticiparon era una vuelta a la normalidad una vez que avanzara la vacunación en el mundo y el riesgo de contagio disminuyera, pero lo que vemos ahora mismo es que hay una nueva normalidad distinta a la pre-pandémica. Quizá ese estilo de vida y consumo hoy en día no sea más que una añoranza y lo más probable es que estemos siendo testigos de cambios que llegaron para quedarse, incluso después de que los contagios se controlen por completo.

¿Ejemplos? El trabajo remoto o home office es una norma que permanecerá en grandes proporciones, pues las empresas y las personas han visto las enormes ventajas que tiene en términos de productividad, sustentabilidad y bienestar de la gente. Cierto, en algunas empresas e industrias será mayor que en otras; todo dependerá del espíritu y la operación del negocio, pero entendamos que es un eco de la pandemia que no se irá.

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Lo mismo sucede respecto al surgimiento y relevancia de nuevos canales de venta. En términos de oferta y demanda, la disrupción mayor alteró el consumo en distintos canales, trayendo el colapso en algunos y dando relevancia a otros. Por ejemplo, las empresas que concentraban sus ventas a retail fueron las que más sufrieron por el impacto, mientras que el comercio electrónico fue uno de los grandes ganadores de este evento histórico.

Quizá veamos una ligera disminución en el e-commerce respecto a los picos de demanda que vimos en las partes más críticas de la pandemia —las ventas on line en México crecieron 81% en 2020—, pero se mantendrán estables aun y cuando veamos una remisión del Covid-19.

2)         Los ecos en la oferta

Los cierres de fronteras en muchos países, aunadas a interrupciones en los procesos de fabricación como resultado de brotes de Covid-19 en las fábricas, se combinó con compras de pánico, entregas bajo presión y altos picos en la demanda de ciertos productos.

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Entendamos que la demanda lo dicta todo. Si el consumo cambia, la oferta también, y esto implica toda la cadena, desde el abastecimiento de insumos y materias primas hasta la forma en que entregamos el producto a nuestro consumidor.

Muchas empresas debieron frenar su cadena por cualquier razón durante la pandemia y, hoy en día, aún sufren para terminar de reactivarla. Si te sucedió a ti, debes saber que volver a echar a andar esa cadena es más complejo que antes por la sencilla razón de que ahora debes considerar un mayor número de parámetros operativos: bajo qué demanda, en qué condiciones debes volver a contratar personal en los distintos puntos de tu logística y distribución, cómo reactivar insumos, proveedores intermedios, puertos, navieras o aerolíneas y camiones, etcétera.

Debemos considerar que quebraron cadenas completas que llevaban años o décadas refinando su sincronización. Y todo se vio afectado. Añade a eso las nuevas señales de demanda.

Por mucho, detener una operación global siempre será más sencillo que reactivarla. Realmente fueron pocas las industrias que dejaron de recortar gente debido al descenso en la demanda, lo que terminó afectando la actividad productiva. Tan solo el hecho de recontratar a esa gente para integrarla a un proceso, capacitarla y que genere valor se lleva su tiempo.

3)         La incertidumbre quizá sea la nueva normalidad

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Ahora nos queda más claro que la demanda de productos y servicios no se parece a la que había antes de la pandemia, ni tampoco a la que fue durante la pandemia. De hecho, nadie sabe con qué señales de consumo debe reactivar su cadena. Hoy existe una variabilidad en la demanda que complica toda predicción.

La cadena de suministro, que antes era continua, se está dividiendo en cadenas pequeñas mucho más ágiles y flexibles, pues es la única manera de lidiar con diversos escenarios de consumo.

¿Qué tan variables son estos escenarios? Depende de la industria y la región. Por ejemplo,

segmentos como food trucks y vending machines casi se desplomaron por completo en Estados Unidos. Los restaurantes, lugares de comida rápida, cafeterías y otros lugares de comida registraron caídas de 27% en sus ventas (McKinsey). Algo muy similar sucedió en el turismo con las aerolíneas, hoteles y cruceros.

Pero otros se adaptaron rápido. Fue el caso de las industrias de productos de consumo, alimentos y bebidas, las cuales actuaron de forma ágil para cambiar sus canales de distribución y, en algunos casos, hasta los empaques de sus productos —el consumo cambia de acuerdo con el momento y el lugar—. Ahora estamos entre un consumidor que está confinado la mayor parte del tiempo, pero que por momentos sale a la calle.

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De nuevo, hay una alta variabilidad porque la situación de cada país es distinta. En Estados Unidos hemos visto una mayor presión de la gente por volver a su antigua normalidad, aún y cuando la pandemia está muy lejos de ver su final y la vacunación no se ha completado. En ese país la gente quiere volver a salir y eso genera un patrón de consumo y demanda distinto a lo que vemos en otros lugares, como México, donde hay un híbrido entre el consumo local y los envíos a domicilio, algo que podría ser la nueva normalidad en esta región.

Para los responsables de gestionar las cadenas de suministro en las empresas, en un ambiente de incertidumbre, como el que se vive, quizá tenga más sentido y eficiencia echar mano de herramientas como torre de control y demand sensing para tratar de elevar la precisión en sus pronósticos de la demanda y ejecutar acciones correctivas que se deriven de estas variaciones.

Se trata de herramientas muy útiles para lidiar con ciertos escenarios de incertidumbre, pero no debemos olvidar que casi ninguna empresa está lista para lidiar con una incertidumbre extrema como la que vivimos entre marzo y agosto del año pasado. ¿Hasta qué punto un negocio puede ‘sobrellevar’ esto? Siempre será necesario tener un plan de referencia y ver, paso a paso, cómo se va cumpliendo.

En la siguiente entrega abordaremos el resto de las tendencias que dictarán los nuevos patrones de consumo y las herramientas de las que puedes disponer para transformar y adaptar tu negocio.

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 Contacto:

Jorge Deutsch es un profesional de Supply Chain y ha ocupado diversos roles en logística y cadena de suministro en Arca Continental, donde actualmente es el Director Corporativo de Logistica.*

LinkedIn: Jorge Deutsch

Jaime Ortega es socio de Exertus Consulting Group, consultora enfocada en crear soluciones comerciales, operativas y tecnológicas con impacto estratégico y económico para las empresas.*

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