Cuando un pobre padre quiso buscar padrino para su Benjamín, Dios se apersonó y ofreció para ello. Pero el padre lo rechazó, argumentando que era el mismo Dios quien dejaba a los pobres pasar hambre. Cuando el rey de las tinieblas hizo lo propio, recibió la misma respuesta, pues él engañaba y causaba mal a los hombres. Finalmente, eligió a la muerte como la madrina del niño, puesto que ella no hacía diferencias entre las personas. Y no estaba errado. La muerte se aparecía frente a camas de reyes y princesas, de pordioseros y comuneros por igual. Diligente en su misión, la parca no distinguía rangos, género ni edad para decidir quién la acompañaría a su eterna morada; eventualmente también se llevaría a quien fuese su ahijado.

Los hermanos Grimm pintan en este cuento un retrato de la muerte tan cierto entonces como ahora, en el que cualquiera está a merced de pasar a mejor vida, sin importar nada. La actual pandemia solo nos hace más conscientes de nuestra vulnerabilidad, tras lo cual no nos queda más que estar preparados.

En el mundo de los negocios, la muerte tampoco se hace de la vista gorda. Grandes y pequeñas empresas han perecido ante crisis que no pudieron ser sorteadas; una de las más grandes, si bien inevitable, ha sido siempre la muerte del fundador.

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Pero ojo, que los fundadores no son faraones que deban llevarse a la tumba todo lo que construyeron, incluidas sus empresas. Que muera el líder no tiene por qué ser sinónimo del fin de la empresa familiar.

La historia, sin embargo, ha pasado innumerables veces. El fundador de la empresa fallece repentinamente y el negocio, por decir lo menos, pierde estabilidad. Quienes quedan a cargo no están preparados para asumir el liderazgo o simplemente tienen una visión que dista de la que, hasta entonces, había sido la norma para la empresa. Poco a poco, pero inevitablemente, la empresa entra en un declive que termina por derrumbar lo construido y conducir al inminente cierre.

Querido lector, este es un tema que ya he tocado en anteriores entregas, pero que no puede ser lo suficientemente resaltado. No se trata de achacarle errores al muertito, pero es responsabilidad del fundador sentar las bases para que el negocio trascienda más allá de su propia existencia.

Plan de sucesión, un diseño a la medida

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El plan de sucesión es el proceso mediante el cual la empresa identifica que cuando el fundador o un directivo clave se retira o sale de la compañía debe ser sustituido por otro que pueda llevar a cabo las funciones del puesto con el mismo o mejor desempeño ya que de no ser así podrían existir complicaciones para la continuidad de su operación.

No importa el giro de tu empresa o su tamaño, todas necesitan tener un plan de sucesión. En el mejor de los casos, este entrará en vigor ante el retiro del fundador, o en el menos afortunado, ante su muerte. No tenerlo es uno de los tantos obstáculos que sustentan las funestas estadísticas de las empresas familiares mexicanas. De acuerdo con datos publicados en 2019 por el Centro Citibanamex para el Desarrollo de la Empresa Familiar, una de cada tres empresas familiares no llega a la tercera generación y, de las que sobreviven, aproximadamente el 4 por ciento llega a la cuarta generación. La incertidumbre del último año, en el que la tasa de mortalidad de las pymes mexicanas ha tenido subidas dignas de las más ingentes montañas rusas, da pie a ser aún más precavidos.

El plan de sucesión entra en marcha mucho antes de que el fundador deje de participar en la empresa, ya que este debe estar profundamente involucrado con su creación. En este documento se compilan las esperanzas de la cabeza de la empresa en forma de manual, a fin de que el relevo generacional sea lo más armonioso posible, evitando malentendidos y procurando la preservación del patrimonio que tanto ha costado construir. Va mucho más allá de la designación del siguiente capitán o capitana del barco. Idealmente, abarcará la planificación de cada uno de los procesos que deben realizarse durante la sucesión de la empresa familiar, además de que reafirmará los pilares sobre los cuales está construida la empresa (visión, misión y valores).

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A continuación, te comparto algunos pasos a considerar a la hora de hacer el plan de sucesión de tu empresa.

Evalúa la situación actual de la empresa.

Recopila información para entender cuáles son las fortalezas, áreas de oportunidad y talones de Aquiles de la empresa familiar. Desde entrevistas uno a uno con el personal, hasta estados financieros, cada área y cada proceso de la empresa tiene información valiosa al respecto.

Decide quién tiene el perfil idóneo para llevar la batuta.

Una vez que cuentes con la información que describa la situación de tu empresa, será más sencillo entender quién o quiénes deben quedar a cargo cuando faltes. Ya sea que elijas a algún familiar directo o prefieras a una persona externa para dirigir, busca que sea un perfil que garantice la continuidad de tu empresa; asegúrate que esto quede muy claro para todos los que forman parte del consejo familiar y de administración.

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Adelántate a las necesidades del mercado.

Infórmate de las tendencias futuras en la industria y diseña, en la medida de lo posible, metas a corto, mediano y largo plazo.

Contagia a las nuevas generaciones.

 Que quienes se queden en tu lugar tengan un sentido de pertenencia y ganas de llevar a la empresa familiar al éxito, es clave para la verdadera trascendencia de esta. En un escenario utópico, si bien no imposible, cada miembro de la empresa debe sentir pasión por su trabajo y esa pasión no debe desaparecer cuando el líder lo haga. Algunas estrategias para mejorar el ambiente laboral pueden ser capacitaciones constantes, estímulos económicos por desempeño, flexibilidad de horarios en situaciones meritorias y espacios y momentos para la convivencia.

Bonus tip: involucra a las siguientes cabecillas en la creación del plan de sucesión para aumentar el compromiso hacia la empresa.

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Considera buscar asesores externos.

Hay mentores altamente capacitados que cuentan con amplia experiencia en la sucesión generacional de empresas; utiliza ese conocimiento a tu favor para diseñar tu plan de sucesión e incluso para involucrarlo en el momento del proceso per se.

Gobierno corporativo, gobierno corporativo, gobierno corporativo.

Si no cuentas con él, ya te tardaste. Y si ya lo tienes, es hora de ponerlo a la práctica. Si tú, dueño de la empresa, falleces repentinamente, será el gobierno corporativo la columna vertebral que mantendrá de pie a la empresa en tanto los nuevos liderazgos se acoplan a la nueva dinámica.

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Construir una empresa exitosa requiere de tiempo y esfuerzo; no dejes que la falta de previsión diluya tu legado. Evita crisis innecesarias que desgasten a tu familia y equipo ─ ya la carga emocional por la muerte del fundador y el contexto social por la pandemia es más que suficiente.

Nadie conoce a la empresa mejor que su fundador; quién mejor que él o ella para ser guía de las generaciones venideras, si imposible hacerlo en persona, entonces vía el plan de sucesión. No prever lo que pasará con tu empresa cuando faltes denota una gravísima falta de responsabilidad y de visión estratégica. Planifica tu vida para el éxito, sin un plan bien definido, como piensas conseguir lo que quieres: la continuidad de tu empresa familiar o su muerte.

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