Los partidos políticos están definidos como “entidades de interés público” cuyos objetivos -entre otros- son: promover la participación del pueblo en la vida democrática, hacer posible el acceso de lXs ciudadanXs al poder público; representar los intereses y demandas de la sociedad e integrar programas de gobierno y políticas públicas acordes con las mismas.

Como suele suceder en nuestro país; la distancia entre lo que dicen las leyes, lo ideal, lo aspiracional y la realidad cotidiana es -como dice la canción- cada día más grande.  

Hace mucho que los institutos políticos se sumieron en una decadencia cuya profundidad se hace más evidente y cruda en tiempos de elecciones. Acudir a las urnas deja de tener significado ante la depauperación de las ofertas políticas al tiempo que cancela cualquier avance democrático. He aquí los ejemplos:

  • Candidaturas de ocurrencia y frivolidad. La explosión de candidatXs improvisadXs, exóticXs, fútiles, intrascendentes y de segunda mano es un mensaje contundente: los partidos no son capaces de forjar en sus filas a representantes competitivos, capaces e íntegros.

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El financiamiento público que reciben no sirve ni para desarrollar cuadros y/o ofrecer representación política de calidad entre sus filas. Es una muestra de desprecio al trabajo de base, es el reconocimiento tácito de su declive, de la falta de confianza ciudadana y la carencia de ideología, propuestas y principios.

Las candidaturas se comercian se asignan conforme a criterios perversos que no tienen nada que ver con sus objetivos sociales. El monopolio de la representación partidaria provoca que lXs electorxs tengan que conformarse con los residuos de pugnas internas, nepotismo, complicidades y la eterna corrupción.

El ciclo que se repite cada 3 años sirve solo para disfrazar y simular. Total, el “pueblo” es el que paga, el que carga con la nómina de la vergüenza y la mediocridad, el que se hunde en el retraso, la ignorancia, la miseria y el subdesarrollo; ya están tan acostumbradXs y nunca se fijan por quien votan. 

En las listas de candidatXs abundan todo tipo de personajes con cuentas pendientes con la ley, protagonistas, protervos, aliados y subordinados de la delincuencia, acosadores, cómplices y la parentela de los de siempre.

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Igualmente, intrascendente; los congresos, las alcaldías, los gobiernos estatales y federal están llenos de fantoches que no distinguen la derecha, el centro o la izquierda (ni la física y mucho menos ideológica) ya que vienen a ocupar y servirse de un puesto, no a trabajar, prometan lo que sea que, al cabo, se olvida pronto.

  • ¿Intereses ciudadanos?, no, ¿en serio? En los partidos se trabaja para todos, menos para lXs ciudadanXs. Mientras unos están para obedecer, para subordinarse, para plegarse y para halagar; la oposición esconde la cola entre las patas, se encuentra pasmada y arrinconada. 

Sea cual sea el partido, siempre prevalece el criterio del agandalle, el moche, lXs huachicolerXs de las finanzas, la nómina y las obras públicas no tienen color y no dudan en cambiarse de piel incluso sin la necesidad mínima de rendir cuentas.

La riqueza de la nación, creada con el trabajo diario de los millones de mexicanXs alcanza para el derroche, la cuchipanda, la ineptitud y los excesos; se puede robar, aunque sea poquito, descarada o hipócritamente, al final es lo mismo, la sociedad carga con todo, los partidos están para inventar y justificar impuestos, excusas y fantasías.

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Lxs electorXs no se acuerdan de nada, no reflexionan, no se informan, no tienen tiempo para preguntar sobre como anda la inseguridad, la pobreza, la salud, el empleo y la educación. Las campañas son para “mostrar cualidades” de patinadorxs, bailarinXs o cómicXs de cuarta, canciones, poses y no discursos, memes, poses y fotitos en lugar de debates. Otra vez, confórmate, la democracia no es lo nuestro.

  • Subdesarrollo y analfabetismo electoral. Una sociedad critica es una sociedad de tiempo completo; pedir calidad requiere comparar, fiscalizar y opinar; mejor oferta depende de una demanda preparada, insubordinada, intensa e informada.

Los partidos son el reflejo de la indiferencia, el hartazgo y el conformismo de la ciudadanía, mejor una tarjeta en la mano que un ciento de proyectos imprescindibles y urgentes. Los cambios requieren de quiebres, de rupturas, pero -sobre todo- de decisión y esfuerzo desde abajo.

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En tiempos de crisis se requieren liderazgos poderosos, visionarios, comprometidos, íntegros, auténticos y con la madurez y capacidad necesarias en esta coyuntura. Ya es hora de construir una nueva clase política, de barrer con las remoras y lastres partidistas.

Si eres unX buenX ciudadanX, crece, sigue, compite, actívate, enseña, comenta, comparte, concientiza y ayuda a otrxs a serlo. Si no lo eres, busca apoyo, participa, movilízate, sacúdete el polvo, levanta la cara, cierra filas, no dejes tu voto al garete, no lo tires a la basura y no lo desperdicies en quien no te conviene.

Construir la sociedad que merecemos depende de nosotros mismos, dejar el liderazgo en manos de cualquiera cuesta; no sigamos cargando con la inutilidad y la decadencia de quienes simplemente, no pueden, no saben, no quieren o no son aptos.

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