La industria de la tecnología siempre ha estado asociada al futuro. Se trata de un concepto que parece lejano, pero que sirve como una fuente inagotable de curiosidad e innovación, y que nos ha llevado año con año a empujar los límites de lo que creemos posible. Pero cuando hablamos sobre el futuro del trabajo, más que a un concepto, nos referimos a una serie de cambios y disrupciones que la implementación de diferentes tecnologías han generado en nuestras vidas, y por lo tanto en la forma que nos desenvolvemos en todas nuestras dimensiones.

¿Hasta qué punto estamos viviendo ya en esa realidad? Si miramos con detenimiento, nos damos cuenta de que el mundo depende cada vez más de la tecnología, y que ésta ha permeado en prácticamente todas nuestras actividades. En consecuencia, los seres humanos hemos desarrollado nuevas ocupaciones, formas de crear, colaborar y consumir. 

Para las empresas, estos cambios han representado la necesidad de crear nuevas formas de interactuar con sus clientes, y por supuesto, el reto de diseñar funciones y esquemas de trabajo para su fuerza laboral, que tienden a lo digital para facilitar el trabajo remoto. Desde hace años se venía ensayando sobre la ruta crítica a seguir para impulsar esta transformación de manera gradual, pero la disrupción causada por la pandemia de Covid-19 cambió la situación.

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Debido a la inmensa urgencia de seguir operando durante la emergencia sanitaria, negocios en prácticamente todas las industrias empezaron a ejecutar esquemas digitales de sus operaciones, casi en su totalidad. Por ejemplo, algunas empresas llevaron a más de 100 mil colaboradores a trabajar desde casa, en el lapso de una semana. Y aunque aprendieron lecciones muy valiosas a nivel técnico, lo más interesante para ellos ha sido el crecimiento de la cultura organizacional en un esquema remoto, e imaginar los escenarios post pandémicos y cómo prepararse para ellos.  

Sin duda, la nueva norma de las empresas debe centrarse en la flexibilidad y la agilidad para adaptarse a un mundo siempre cambiante. Estoy convencido, de que el mejor camino que las empresas de cualquier rubro puedan seguir, está en considerar al menos un modelo híbrido que contemple el trabajo remoto con la asistencia esporádica de algunas personas a la oficina.

De acuerdo con un estudio reciente de Microsoft sobre las tendencias laborales en México, al 81% de los trabajadores le gustaría que se mantengan las opciones de trabajo remoto, lo que ha llevado a que el 68% de los líderes de negocio hayan comenzado la planeación para rediseñar el espacio de oficina para un esquema híbrido. El incremento en la productividad que vivieron algunas industrias durante este periodo se logró en parte por el enriquecimiento del factor humano, que vino con el hecho de que muchas personas consiguieron compatibilizar sus responsabilidades laborales y el pasar más tiempo con sus familias, en actividades que nutren su desarrollo personal.

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Por supuesto, la situación es más compleja y requiere de muchos ajustes en el proceso para lograr un balance que pondere la vida personal de las personas y el crecimiento de un negocio por igual.  Es fundamental escuchar y buscar la mejor alternativa para aquellas personas que no comparten este sentimiento. No solo porque es lo correcto, sino porque sabemos que la ansiedad y el estrés generalizado en un ambiente de trabajo reducen la satisfacción laboral y, por lo tanto, el rendimiento de una persona.

El mismo estudio señala que en México, el 34% de los trabajadores experimenta un exceso de trabajo, y el 28% se siente ansioso y agotado. Una empresa exitosa no solo se reinventará a sí misma, sino que invertirá fuertemente en llevar esa transformación a su fuerza laboral. Ya que la competitividad y el flujo de innovación depende de qué tan capaces seamos de adaptarnos a las nuevas necesidades del mercado, es también necesario que reflexionemos sobre las habilidades que necesitaremos inspirar en nuestro equipo de talento en los próximos años.

De acuerdo con un estudio de McKinsey, para 2030 alrededor de 375 millones de personas en el mundo podrían necesitar hacer un cambio de ocupación, debido a la combinación de distintos factores como la automatización de actividades altamente técnicas y repetitivas, la desaparición o la aparición de nuevos empleos. Se trata de una cifra impresionante, que pone de relieve lo importante que es flexibilizar el aprendizaje de nuevas habilidades, la urgencia de evangelizar a más personas a perseguir carreras y habilidades STEM, y la importancia de aprovechar las oportunidades que la tecnología ha abierto para fomentar la inclusión laboral, sin importar barreras o limitantes físicas o sociales.

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Por supuesto, no considero que esto sea una causa de alarma, pero si un recordatorio de que debemos actuar para no quedarnos atrás en nuestra propia carrera de transformación, que, incluso en los momentos de más aceleración, es gradual. Por ejemplo, sí pensamos 10 años atrás, podemos ver el gran número de ocupaciones que hoy nos parecen comunes, y que no existían en ese momento, desde un conductor de plataforma de movilidad o un influencer de redes sociales, hasta los programadores especializados en aplicaciones de inteligencia artificial y científicos de datos. La gran mayoría de nosotros hemos aprendido cómo navegar en este mar de innovaciones, y estoy seguro de que, en el futuro, lo seguiremos haciendo.

¿Qué podemos hacer como empresas y como personas para materializar con éxito el futuro del trabajo? Invertir, ya sea en recursos para implementar tecnologías o en capacitación para adquirir nuevas habilidades. Esto permitirá habilitar nuevas formas de colaboración que propicien la creatividad y la innovación. Sigamos curiosos, imaginemos y compartamos ideas.

Ciertamente será necesario un increíble esfuerzo y colaboración entre distintos sectores para llegar a ese punto, y para conciliar la complejísima matriz de elementos para que todos podamos desarrollarnos en esa situación. Será necesario involucrar a las empresas, gobiernos e instituciones educativas para encontrar una perspectiva social entre el trabajo humano, especialmente en un ambiente que requerirá de una amplia colaboración con máquinas o aplicaciones.

No hay certezas absolutas sobre cómo será ese momento, pero en Intel estamos seguros de que el objetivo seguirá siendo el mismo; seguir transformando positivamente la vida de todas personas en el planeta mediante la tecnología.

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Contacto:

*Santiago Cardona, director general de Intel México

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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