Todos los grandes cambios están fincados en las crisis. Y la nueva realidad no es la excepción.

Por lo tanto, hay que capitalizar esta crisis y usarla para generar el cambio. Un verdadero viraje de 180°. De volver a preguntarnos cuál es el sentido real del quehacer humano. ¿Estamos aquí para extraer el máximo del valor del sistema o para crear valor real, profundo y duradero?

La respuesta que demos a esta pregunta es trascendente y determinará el futuro de la humanidad.

Un poco de historia:

El ser humano surge de y evoluciona como parte de un ecosistema complejo, balanceado y hermoso. Un sistema que es a la vez profundamente inteligente y creativo. Inteligente porque favorece a la unidad. Y creativo porque da gran libertad a las criaturas para desarrollarse y generar valor.

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El problema con el ser humano es que perdió piso. Empezó a levitar como los políticos pensando que está por encima de la realidad, y que puede hacer y deshacer a su antojo.

Lo que es más, dejó de ver el conjunto y se enfocó solamente en su pequeño núcleo, creando estragos. Estragos que hoy amenazan no únicamente la viabilidad del modelo, sino la misma supervivencia de la especie.

Entonces, ¿Qué hacer?

Lo primero es dejar de ser soberbios. Reconocer que con un gran poder viene una gran responsabilidad y que aunque la raza humana es la criatura más poderosa del planeta, su rol no es simplemente explotar, sino  conservar y generar más valor del que extrae del sistema, como hace la naturaleza.

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Esto nos lleva a replantear los fundamentos de todas nuestras instituciones. Desde gobiernos y salud, hasta educación y negocios.

Todo ha sido fincado bajo la premisa de extraer el máximo de valor de la tierra, el ecosistema y los otros seres humanos.

Y yo no quiero satanizar lo que hemos hecho. Hay mucho de bueno. Sin duda ha sido un viaje fascinante. Pero no es sostenible y por eso tiene que cambiar YA.

¿Qué propongo?

Decía Leonardo da Vinci que el que no observe y aprenda de la maestra de maestros, la naturaleza, está destinado a fracasar. Y seguramente, si durante el renacimiento, le hubiésemos hecho caso a sus recomendaciones de cómo construir una industria sostenible, no estaríamos en el embrollo en el cual nos encontramos hoy… Pero el hubiera no existe.

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Propongo poner al ser humano y a la naturaleza al centro de la ecuación. Dejar de luchar en contra de ella y convertimos en sus alumnos y aliados.

Empezar con nuestros propios cuerpos. Dejar de envenenarnos con tanta química. Regresar a lo fundamental. A cuidar nuestra salud, alimentación y resiliencia emocional. A construir una cultura de bienestar. A fincar como premisa básica de una vida y cultura sostenible el entender y cultivar del amor. Y enseñar a cada  mujer, niño y hombre a amar su cuerpo, su mente y su espíritu.

Sé que para el cinismo que hemos creado a nuestro alrededor esta propuesta suena superficial y vacía. Y sin embargo, es el fundamento de la vida y la base sobre la cual construir un modelo sostenible. Si uno no está bien, nada está bien. Es así de sencillo, es así de real.

Entonces, como fundamento de la nueva realidad todo empieza en ti. Con tu capacidad de amarte y cuidarte, y desde aquí, amar y cuidar.

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Como es afuera es adentro y como es adentro es afuera. Todo está conectado y hay que cambiar el orden de los factores como principio básico de la construcción de la nueva realidad.

¿Qué requiere mi cuerpo para estar sano? Requiere de aire y de agua limpia, comida fresca y nutritiva, suficiente ejercicio y verdadero reposo.

¿Y qué requiere mi espíritu? Requiere de un sentido de propósito, de hermanas y hermanos propositivos con los cuales construir un presente y futuro trascendente, en un entorno natural y sano en el cual vivir.

En resumen, la nueva realidad requiere de abrazar la esencia misma de la vida y dejar de ser nuestros propios peores enemigos, al igual que los peores enemigos del planeta.

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Hay que sanar el agua, el aire y la tierra (recuerda que eres 70% agua) . Y al hacerlo, sanar nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu.

Sin duda, cambiar implica esfuerzo. Pero, el permanecer igual implica un desenlace que nadie desea.

Entonces, a asumir nuestra grandeza. A que de una vez por todas ocupemos el lugar que nos corresponde en la jerarquía planetaria. No como los verdugos del planeta, sino como sus albaceas que ven por la vida, la unidad y el bienestar de todas la criaturas para todas las futuras generaciones.

Asi sea.

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Mac es un visionario emprendedor y líder de opinión en cómo construir el futuro en el cual nos dará gusto vivir. Enseña a empresas, asociaciones y gobiernos a enfrentar mejor el futuro, asumir su grandeza, y hacer una diferencia en el mundo.*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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