¿Por qué disculparse o pedir perdón? ¿Toda disculpa es sincera u honesta? ¿Es la disculpa una estrategia personal, política o social? ¿La disculpa está de moda y ha perdido su verdadero valor? ¿Cómo analizar y evaluar a quien se disculpa? Éstas y otras interrogantes se abordan en la serie “apologies” de Netflix, explained.

LA CUESTIÓN O PROBLEMA

Son inmensos los casos, y cada vez más, de personas que se disculpan o piden perdón por múltiples razones. En las noticias y el Internet identificamos innumerables disculpas públicas, generalmente superficiales. Karina Schumman, sicóloga social, señala que vivimos en una era de disculpas. Casi no puedes ver las noticias sin enterarnos de que alguien se está disculpando. Nos referimos a las “disculpas públicas”. Protagonizadas por políticos, celebridades, artistas, deportistas, empresarios, personas famosas y famosos. Incluso, hasta los gobiernos se disculpan por hechos o crímenes del pasado.

Por su parte, Matthew Hiltzik comenta que una preocupación que tiene la gente es que con tantas disculpas públicas todos los días, éstas pueden dejar de ser efectivas. Todas y todos se están disculpando. En consecuencia, se está provocando un desgaste generalizado o psicosocial. Esto significa que mientras más se disculpa la gente, más disculpas espera. Y, por lo tanto, el hecho de disculparse pierde valor. Como resultado, estamos menos dispuestos a perdonar a quienes se disculpan. También resulta cada vez más difícil apreciar o experimentar una disculpa pública sincera.

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Al volverse más sofisticada o complicada la gente, espera cada vez más una disculpa profunda u honesta. Esperan una señal clara de que la disculpa sea “de corazón”. Pero, ¿qué hace que las disculpas sean sinceras, buenas y efectivas. Y si son efectivas, ¿qué poder o efecto provoca en realidad en la gente? Expresiones como: lo siento mucho; perdóname; no fue mi intensión; lo lamento mucho; fue sin querer; no me di cuenta; déjame explicarte, y un largo etcétera, existen a título personal. Pero también a nivel social o general.

Durante miles de años el perdón a Dios ha sido la base de muchas religiones. Pedir disculpa al poder divino, superior o espiritual aparentemente es reconfortante y tiene cierto efecto de absolución. Pero, ¿qué tan genuinas son y han sido las disculpas o peticiones de perdón a lo largo y ancho de las religiones por las personas de fe?

La serie (explained) explica que, en el año 1590, Shakespeare escribió… “señor no hace falta una justificación, … yo le imploro a vuestra merced que me perdonéis a mí”. Esta parece ser la primera expresión de disculpa en el sentido moderno. Y el pedir perdón o disculpa se fue paulatinamente convirtiendo en una especie de ritual social generalizado en la vida cotidiana entre seres humanos. Karina Schuman asegura que disculparse es difícil, sobre todo cuando más sincera es la disculpa o cuando proferimos una de manera significativa. Lo importante es que en el acto o fenómeno humano de pedir perdón o disculparse suele existir un conjunto de elementos clave para convertirla en verdadera.

LA PERFECTA DISCULPA

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  1. Una expresión de remordimiento. Este arrepentimiento se exterioriza, con base en lo que pensamos o imaginamos, al momento de la disculpa. Ejemplo, lo siento, me disculpo, me siento terrible, estoy arrepentido, etc.
  2. Reconocer el daño y el dolor que sufrió el otro, es decir, la víctima, por nuestra culpa, acción u omisión. Reconocer el sufrimiento ajeno ayuda a sentirse reconocidos, y reconforta.
  3. Asumir la responsabilidad del acto u omisión. Sicológicamente es importante que esto lo escuche la víctima u ofendido. En la forma y proporción debidas.
  4. Dar u ofrecer una explicación por el comportamiento. Esto es útil; generalmente puede ayudar siendo asertivos y empáticos. No se trata de justificarse ni defenderse. Al compartir dicha explicación, luego se tienda a avanzar emocionalmente.
  5. Una oferta de compensación o un compromiso de cambio. Y, finalmente…
  6. Una petición expresa de perdón. La expresión de un sincero y profundo sentimiento de disculpa.

LA VERDAD INCOMODA, PERO LIBERA

Sin embargo, Karina Schuman asegura que solo cuatro o máximo cinco de estos elementos suelen estar presentes en las disculpas cotidianas y públicas. En realidad, suelen ser exclusivamente dos. Y es común que surja un dilema de querer hacer lo correcto, lo debido; entre querer reparar una relación para que la otra persona se sienta bien o mejor. Pero al mismo tiempo querer también proteger tu imagen, reputación o prestigio como buena o supuesta persona de bien. La preocupación se centra en ti mismo olvidando la preocupación por los demás. Esto puede ser muy incómodo a nivel personal. Y las disculpas públicas son mucho más difíciles, pues los escenarios son más complicados. No resulta sencillo satisfacer a muchas o millones de personas.

Hay diversas consideraciones cuando uno se disculpa públicamente. Por ejemplo, a qué audiencia va dirigida. Matthew Hiltzik tiene gran experiencia al gestionar crisis de personas importantes, famosas o celebridades. Entre otras cuestiones, señala que éstas personas ya no se arriesgan a someterse a un proceso de entrevista pública, como pudiera ser un programa de televisión en vivo. Ahora prefieren hablar directamente a sus audiencias. Hoy enfrentan un tipo diferente de “actuación” en los videos de cámara directa producidos por su smartphone. Incluso, con declaraciones con el toque personal y mensajes escritos en su iPhone para postearlos de la mejor forma que puedan. Ahora “puedes decir lo que quieras, de la forma exactamente que quieras”. Nosotros añadimos que en realidad esas personas piden disculpas a las “benditas o malditas” redes sociales.

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A pesar de este aparente control, las personas que se disculpan no logran ni consiguen incorporar a los seis elementos clave de la disculpa sincera, honesta, profunda o genuina. Karina Schumman asegura que el error más grande que comentes al disculparte es mezclar o anteponer elementos “defensivos” que crees te sirven para evitar la humillación o para proteger tu imagen al pedir una disculpa pública. Por ejemplo, al dar expresiones de arrepentimiento que no tienen nada “de arrepentidas” o que no suenan ni se ven tan arrepentidas. Peor aún, al subestimar o maximizar tu “actuación”, con lágrimas o emociones fingidas. Muchas personas al pedir disculpa se enfocan solo en sí mismas y luego terminan por disculparse por la disculpa previa que dieron.

También existe la tendencia a negar o desviar la culpa al momento de asumir responsabilidad por algún hecho. Errores como sugerir que la reacción es el problema. Mientras más alejas la causa raíz de la falta, más te hundes en tu propio problema. Y el público, en estas circunstancias o errores, no te perdonará. La simulación de una emoción siempre será expuesta como falsedad. Generalmente todos nos sentimos un poco victimizados al momento de pedir perdón. Incluso, puedes sentir que tú, tú mismo, eres quien se merece una disculpa también.

LA DISCULPA NO ES ACTUACIÓN

Una sincera disculpa no debería ser ni implicar una actuación o simulación. Por el contrario, requiere simplemente ser una “conversación”. La serie de Netflix recuerda a la entonces Comisión de la Verdad y Reconciliación de Sudáfrica (TRC) en el año de 1996 como un magnífico ejemplo de una profunda disculpa. Dicha Comisión, presidida por el Arzobispo Desmond Tutu, lanzó un movimiento para que sanara toda la Nación por los estragos o graves consecuencias del “apartheid”. Recogieron testimonios de víctimas sobre los crímenes que sufrieron. Concedían amnistía a los culpables por tales crímenes siempre que voluntariamente dijeran toda la verdad de lo sucedido. Fueron poderosos momentos y emociones llenos de catarsis.

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Karina Schumman contextualiza que no todas las personas necesitan el perdón para sanar por un agravio. Parte de lo que ayuda a superar traumas es la formación de una narrativa coherente o historia real de lo que pasó y que nos describa un mundo en el que podamos vivir. Observar el perdón y disculpa del otro desde su perspectiva, sus creencias, paradigmas o tradiciones; no siempre desde la de uno mismo. Pues no existe una narrativa universal para todos ni para todo. Cada momento de perdón o disculpa tiene muchos vacíos o tensiones, pero la manifestación sincera de los seis elementos clave crea “la magia de la sanación”. Ante los conflictos personales o conflagraciones regionales o mundiales la narrativa de las víctimas y de quiénes necesitan una compensación o retribución va cambiando. Los agravios son infinitos.

DISPUESTOS A PEDIR PERDÓN

Vivimos en la “era de las disculpas”, sinceras o no. Identifiquemos por qué y de qué se está disculpando la gente, todo el tiempo. Por lo que dicen, hacen, desean u omiten se pueden desencadenar crisis, personales y globales. ¿Qué se aprende de las disculpas? La serie televisiva invita a analizar si las disculpas públicas son o no una simulación. Y afirma son una muestra de nuestros valores y cultura. Los efectos de la disculpa ayudan a que esos valores se esparzan consciente o inconscientemente.

Las disculpas suelen tomar tiempo. Puede que no estés listo para ofrecer una disculpa. El pedir perdón sirve de apoyo para tomar control de tu propio destino. Karina Schumman afirma que disculparse es algo muy valeroso. ¿Estás dispuesto tú a pedir perdón incluyendo los seis elementos clave?

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