La recuperación de la economía mexicana, como anticipábamos en esta misma columna hace unas semanas, ha comenzado a moderarse. Los datos que ofrece, tras su consulta, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (por sus siglas, Inegi), muestran que el Índice Global de la Actividad Económica de México (por sus siglas, IGAE) registró en junio su mayor caída en poco más de un año. Respecto al mes anterior, la economía mexicana descendió un 0.9%; lo que pone fin a una racha de tres meses consecutivos registrando crecimientos.

Así, los datos que conocemos esta semana ponen de manifiesto la necesidad de atender a la economía mexicana. Pues hablamos de una economía que antes de la recuperación ya se mostraba descolgada de muchas economías, y los datos que ofrecía la OCDE seguían preocupando por la tardanza de la recuperación del nivel previo a la pandemia, así como por una recuperación que se sostenía, atendiendo a la escasa movilización de recursos impulsada por el país, sobre unos cimientos muy frágiles. Una situación que, además, peligra aun más si atendemos a las maniobras que está llevando a cabo el banco central (Banxico).

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Como sabemos, México es, de entre las economías de América Latina, la segunda economía latinoamericana que más tarde recuperará su nivel previo a la pandemia, siendo superada únicamente por una economía tan problemática (financieramente hablando) como lo es la economía argentina. De acuerdo con la OCDE, el país podría no volver a su nivel de PIB previo hasta el año 2023, mientras que otros países como Brasil o Colombia prevén hacerlo a mediados del ejercicio 2022. Y estos datos, ante la desaceleración, podrían reajustarse de manera pesimista.

Asimismo, como sabemos, la economía mexicana es, también de entre las economías de América Latina, la economía latinoamericana que menor respuesta ha ofrecido ante la crisis del Covid. Tanto en materia de respuesta fiscal, como de ayudas sociales para la contención del empleo, México se posiciona como el país que menos recursos ha destinado de la región. Para que nos hagamos una idea, no supera el 1% del PIB, mientras el conjunto de economías latinoamericanas, atendiendo a los datos que ofrece la universidad de Columbia, ha ofrecido una respuesta media que alcanza el 2,4% del PIB. En el caso de las desarrolladas la comparación aún es más horrorosa, pues hablamos de una respuesta media que alcanzó el 6,7% del PIB.

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Y es que, aunque muchos no lo vean, la clave de la recuperación que ha vivido la economía mexicana estos meses se debe al efecto contagio provocado por Estados Unidos. Un país que, ofreciendo la mayor respuesta fiscal en todo el mundo (11% del PIB), ha impulsado su economía hasta límites insospechados, generando un trasvase contributivo a la economía mexicana, su principal socio, mediante tratados como el T-MEC, acuerdos industriales como las maquilas, las remesas que provienen de América del Norte, así como todos los mecanismos mediante los que acaba transfiriéndose riqueza norteamericana a la economía mexicana.

Pero para colmo, las últimas actuaciones del banco central mexicano, Banxico, ponen más en peligro la recuperación, como digo. La economía mexicana, se encuentra descolgada en la recuperación, a la vez que es la economía que más tarde recuperará su nivel prepandemia. Los estímulos ofrecidos por el país azteca, atendiendo a los datos consultados y expuestos en este artículo, son muy escasos. Los países están ofreciendo fuertes respuestas fiscales a la que consideramos una de las mayores crisis de la historia, mientras México no ha sido capaz de alcanzar el 1% del PIB; quizá, producto de ser el país que, también, presenta la ratio de recaudación fiscal sobre PIB más baja de las economías OCDE. Y pese a todo esto comentado, el banco central ha decidido comenzar con la retirada de estímulos, de los pocos aplicados, con una subida de la tasa de interés y, por ende, una mayor restricción del crédito.

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Atendiendo al indicador que en este artículo nos ocupa desde el inicio, vemos que este registró su retroceso más profundo desde mayo de 2020, cuando retrocedió un 2.42%. El crecimiento en la economía mexicana, al menos durante el mes de junio, se ha frenado en seco. La variante Delta, de la que también hemos hablado en esta columna en numerosas ocasiones como una amenaza subestimada por el Gobierno, ha dañado severamente la actividad económica, quedando reflejado lo ocurrido en dicho indicador.

Como vemos, la economía mexicana comienza a moderarse, y los datos relativos a la recuperación, a la respuesta, así como a la política fiscal que ha adoptado el país no despiertan el optimismo de los analistas. La recuperación es muy frágil, y este dato del mes de junio debería ser ese aviso para que el Gobierno tome nota de que no puede bajar la guardia en un momento como este. Los riesgos siguen en el horizonte, y no es momento de confiar en una recuperación que, como ha dicho el FMI, así como numerosos organismos, no está siquiera garantizada para las economías más fuertes.

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