Por Janneth Quiroz Zamora

El contexto actual guarda ciertos paralelismos con el de Paul Volcker

En pocos meses, la narrativa sobre la inflación del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, cambió drásticamente, sustituyendo que ‘es transitoria’, por la de que ‘es demasiado alta’. Durante la mayor parte de 2021, los tomadores de las decisiones de política monetaria mantuvieron la esperanza de que la inflación se desaceleraría por sí sola, a medida que se normalizaran las cadenas de producción y se moderara la escasez de suministros después de las interrupciones provocadas por la pandemia. Pero, a más de 2 años desde que esta inició, la economía mundial aún se encuentra lejos de volver a la realidad que existía antes del Covid-19.

Las nuevas restricciones por el brote de contagios en China y la guerra en Ucrania están elevando aún más los precios de los bienes, los alimentos y los energéticos, creando una condición en la que la demanda excede la oferta. Al mismo tiempo, las personas que buscan empleo escasean y los costos laborales han aumentado a su mayor ritmo desde 2001, a una tasa anual de 4.5% en el 1T-22.

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Fuente: Elaboración propia con información de Bloomberg.

Frente a ello, los temores recientemente se centran en que los incrementos en los precios se vuelvan permanentes y que ello distorsione el buen funcionamiento de la economía mundial, pues desde diciembre de 2020, la inflación no ha dejado de subir y ya alcanzó niveles no vistos desde finales de 1981. De hecho, el contexto actual guarda ciertos paralelismos con el de aquel entonces.

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Entre 1967 y 1979 hubo una serie de crisis energéticas causadas por problemas geopolíticos en el Medio Oriente que dispararon los precios del petróleo. La más significativa comenzó en 1973, cuando los productores árabes impusieron un embargo de este combustible a EE.UU. y Occidente, en respuesta a su apoyo a Israel en la guerra de Yom Kippur contra Egipto, que propició que el costo del crudo aumentara de $3.0 a $12.0 dólares por barril en 1974. El problema se agravó con el estallido de la revolución en Irán, uno de los principales productores de petróleo en el mundo.

Esto propició que la inflación, apenas del 1.0% en 1965, llegara al 14.8% en marzo de 1980. Además, la tasa de desempleo subió desde un mínimo del 3.5% en 1969 al 9.7% en 1982 y la economía cayó 0.3% en 1980 y 1.8% en 1982. Con esta combinación, se tuvo un periodo complejo de estanflación, que implica una tormenta perfecta, pues como lo mencionó Iain Macleod, político del Partido Conservador de Reino Unido que acuñó el vocablo, bajo su presencia “tenemos lo peor de ambos mundos: no solo la inflación por un lado o el estancamiento por el otro, sino ambos”.

En marzo de 1979, el presidente Jimmy Carter colocó al frente del Banco de la Reserva Federal a G. William Miller, secretario del Tesoro, quien no pudo mitigar la escalada de los precios y fue removido sólo 5 meses después de haber asumido el cargo. Ante el creciente descontento por la inflación, Carter nominó al presidente de la Fed de Nueva York, Paul Volcker, para ocupar el lugar de Miller. Así, el 6 de agosto de 1979, Volcker asumió la presidencia de la Fed con el firme propósito de reducir la inflación, la cual había alcanzado 11.8% en ese momento.

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En los meses posteriores a su llegada, la inflación siguió aumentando hasta el máximo observado en marzo del siguiente año, mes en el que el FOMC, o Comité de Operaciones de Mercado Abierto, anunció un incremento histórico de la tasa de los fondos federales a 20.0%, bajo el nuevo objetivo de restringir la oferta monetaria. Esta decisión, por un lado, propició que la inflación comenzara a disminuir, cayendo al 3.8% a finales de 1982 y, por el otro, frenó abruptamente la demanda y la economía entró en una recesión, con lo que la tasa de desempleo alcanzó un pico del 10.8% en noviembre de 1982, desde donde comenzó a disminuir de forma constante.

Al romper con los procedimientos operativos tradicionales y persistir a favor de reducir la inflación, la Fed restableció su credibilidad. Y, si bien, el costo fue una recesión que resultó ser más pequeña de lo que habían predicho muchos gradualistas, la confianza ganada sentó las bases para un largo período de crecimiento sostenido.

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A diferencia de lo que está ocurriendo ahora, en aquel entonces, la inflación se mantuvo presionada al alza por varios años, marcadamente por encima del 2.0% que después se establecería como el objetivo inflacionario del banco central. Además, los esfuerzos de la Fed para desinflar los precios habían fallado por años, propiciando que las expectativas de inflación a largo plazo se incrementaran considerablemente y que los actores económicos no confiaran en dicha autoridad monetaria.

Al respecto, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, recientemente declaró que, si bien los precios al consumidor han subido, las expectativas de inflación a mediano plazo no se han visto tan afectadas. Eso significa que este es un tipo de inflación diferente al que enfrentó el expresidente de la Fed Volcker, por lo que acciones tan agresivas adoptadas por él, no serán necesarias.

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Contacto:

Janneth Quiroz Zamora es Economista y Financiera por profesión y pasatiempo. Cuenta con más de 15 años de experiencia analizando la coyuntura mundial y local de los mercados. Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de la autora.

Twitter: @Janneth_QuirozZ

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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