En su afamado ensayo Walden de mediados del siglo 19, el filósofo norteamericano Henry David Thoreau lanzó una recia crítica de los mercados y la dependencia económica. La autonomía, la autosuficiencia, “el trabajo de las manos” son principios que nos enaltecen, apuntaba, mientras que el comercio —entendido como el intercambio no solo de bienes, sino también del trabajo de una persona por dinero— atenta contra la libertad, incita al servilismo y maldice todo lo que toca. Estos preceptos son controversiales, empezando porque Thoreau busca contraponerlos a las máximas capitalistas, entonces en boga, impulsadas por Adam Smith y David Ricardo sobre los beneficios de la división del trabajo y el comercio internacional. Para cumplir su cometido, Thoreau necesita de un mercado, el de las ideas (e incluso sus editores, por las bajas ventas de su libro anterior, posponen la publicación del ensayo).

En cierta medida, los ideales thorovianos subyacen a muchas de las políticas centrales de la actual administración —que, como las ideas de Thoreau, también enfrentan contradicciones—. Si bien se impulsó la ratificación del T-MEC y se habla del libre comercio como “un elemento de fortaleza de una economía moderna”, las nociones de autosuficiencia e independencia abundan. Las más recientes son las de nacionalismo energético, incluidos los exhortos del Presidente López Obrador esta semana a “consumir lo que producimos” a raíz de los cortes eléctricos en el norte del país por problemas con el suministro de gas natural desde Texas.

Paradójicamente, son nuestros vínculos con el exterior lo que en estos dos años ha evitado que caigamos en una crisis aún más profunda. Pienso en al menos tres ejemplos.

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Primero, las remesas. Las cifras de Banxico muestran que en 2019 y 2020 estos flujos alcanzaron récords de más de 36 y 40 mil millones de dólares, respectivamente. Los montos anuales son más elevados que todas nuestras exportaciones petroleras o que toda la inversión directa en México en 2019 (antes de la crisis que desató la pandemia). Con poco menos de 2 millones de hogares que captan remesas, se estima que cada uno recibe, en promedio, más de 30 mil pesos por remesas al mes. Para el 20% de los hogares con menores ingresos, esto equivale a hasta 10 veces su ingreso corriente mensual.

Segundo, nuestras exportaciones —sobre todo las no petroleras—. Al inicio de la pandemia, en el segundo trimestre de 2020, el valor de las exportaciones de mercancías cayó casi 40% en relación con el mismo trimestre de 2019, también de acuerdo a cifras de Banxico. Un trimestre después, su recuperación era casi completa. Ello se explica por la reapertura de Estados Unidos luego de la cuarentena, y en especial por sus cuantiosos estímulos fiscales y monetarios que propiciaron una rápida recuperación. Aun así, la economía mexicana cayó 8.3% en 2020, una de las contracciones más fuertes del mundo. Y si la contribución de las exportaciones netas al crecimiento del PIB fuera similar al promedio de economías pares, la caída del PIB en México habría sido cercana al 11%, lo que ilustra la importancia de nuestro mercado externo.

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Por último, las vacunas contra el coronavirus. El gobierno ha estado inmerso en negociaciones desde el año pasado para asegurar la compra de millones de dosis. El Secretario de Hacienda, Arturo Herrera, informó que se han gastado más de 9 mil millones de pesos y se han garantizado contratos por 156 millones de tratamientos —todos con compañías extranjeras—, lo que en principio sería suficiente para vacunar a toda la población. Es quizás aquí donde es más evidente que el aislacionismo o cualquier otra versión de autosuficiencia no solo sería contraproducente, sino devastadora.

Así, aunque con áreas grises, como todo, el comercio (entendido en el sentido amplio de Thoreau) ha probado una y otra vez ser una palanca para el crecimiento y el desarrollo de nuestro país. Quizás su maldición radica, al menos por ahora, en que oculta el deterioro que subsiste en el mercado interno, y en que no nos permite percatarnos de la necesidad urgente de implementar medidas de apoyo económico adicionales.

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Adrián de la Garza es economista en jefe y director de estudios económicos de Citibanamex*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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