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Pareciera anacrónico escribir sobre ideología en este momento, pero hay algo en las ideas que nunca deja de ser importante, ya que son ellas las semillas de nuestra realidad personal y social.

Existen diversas definiciones en torno al concepto de ideología, que si bien, muchas pudieran catalogarse como utopías, nos son útiles, como asegura Eduardo Galeano, al igual que nos es útil el horizonte, es decir, cuando avanzamos tres pasos intentando alcanzarlo, parece que se aleja la misma distancia, y para eso precisamente son útiles utopías, para caminar, nos ayudan en la medida que intentamos alcanzarlas.

Pero en nuestro actual sistema mercantilista, las ideas se han sustituido por los intereses, y en consecuencia, este pensamiento utilitario también se ha adueñado de la política, la cual basa su esencia y razón de ser precisamente en las ideas.

En ese sentido, en México, los partidos políticos, ya desde hace unos años, han trastocado sus fronteras ideológicas para unirse sin importar si comparten ciertos valores o principios, porque eso carece de importancia para sus dirigentes, ya que para todos ellos, lo verdaderamente importante es ganar el poder por el sólo hecho de ostentarlo.

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En nuestro país, ningún partido político tiene realmente un proyecto sólido de nación que ofrecer, y su miopía ideológica ha reducido su participación a una coalición electoral, es decir, a una “suma” de votos, empeñando así sus principios ideológicos y atentando en contra de su propia figura, porque si todos son iguales ¿porque están partidos?

Siempre es ocioso comparar las ciencias exactas con las ciencias sociales, no obstante, si la política fuera una operación matemática seguramente no sería una simple operación aritmética, se parecería más a un problema de cálculo, donde intervienen; variables, constantes, funciones, incrementos, límites, derivadas e integraciones.

Las verdaderas sumas y multiplicaciones, tendrían que reflejarse a la hora de gobernar, cuando la asignación de presupuestos, los planes de desarrollo, la preservación del medio ambiente, la protección de los derechos humanos, el combate a la pobreza y a los feminicidios, entre muchas otras problemáticas, donde si urge una alianza total en beneficio del país.

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Las restas y las divisiones se expresan en nuestro fracturado sistema político, integrado  por partidos sin oferta política, que han sido suplidos (porque para el poder no existen espacios vacíos) por personalidades fuertes, más que por ideas o instituciones fuertes, lo que representa un franco retroceso democrático.

Las del 2021, son solo alianzas de unos contra otros, basadas en el criterio de la suma aritmética y en la obtención del resultado por el resultado mismo, en ambas partes, es evidente que los une más su incapacidad de ganar, que su propia capacidad de generar empatía con los electores a través de las ideas.

Quizá por eso los partidos políticos recurren cada vez más a la simpleza de “colgarse” del apellido o fama de personas que en su mayoría no tienen idea de lo que es la representación política o el servicio público, exhibiendo así su vacuidad institucional y su ansia lúdica por conseguir el poder aunque no tengan suficientemente claro para que lo quieren.

Porque hay que decirlo, contener al otro o permanecer en el poder, no pueden ser la base de una plataforma política, esa es una obviedad del sistema democrático.

Son pues las alianzas (Morena, PT, PVEM / PAN, PRI, PRD)  muestra inequívoca de que los partidos políticos en México ya no tienen razón de ser, y no por falta de utilidad sino por dejar a un lado la materia prima de la política; las ideas.

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Por tanto, este 2021 viviremos otra puesta en escena donde los mismos poderes fácticos que han jugado al poder durante décadas, seguirán tirando los dados con el pírrico objetivo de obtener más fichas, sobre una mesa sostenida por las patas de la miseria, la desigualdad, la corrupción y la muerte.

Personalmente, considero que profesionalizar el ejercicio de nuestra vida pública, implica poner en el centro de la actividad política y del debate público al ser humano, su conciencia, su dignidad y su integración con el mundo al que pertenece, sin ideas el mundo se vuelve un montón de recursos explotables, de estadísticas sin rostro, de números sin vida.

En definitiva, la responsabilidad de imaginar e idear un mejor país, es tarea de todos, pero particularmente de las instituciones que están facultadas constitucionalmente para encauzar la disputa por el poder público.

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El autor es maestro en políticas públicas por la Universidad Panamericana, actualmente se desempeña como consultor político y ha ocupado cargos directivos en el sector público, la iniciativa privada y en los medios de comunicación.*

Twitter: @jorgeivand

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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