Los militares mexicanos suelen ser bastante cuidadosos en lo que se refiere a sus expresiones públicas. Fueron formados en una estricta lógica institucional y han estado alejados de la política por décadas.

Es más, ese es uno de los logros más relevantes de la construcción de nuestro sistema y no fue sencillo llegar a ello, porque en el tránsito se tuvo que reformar a las Fuerzas Armadas, en una tarea que supo ver con claridad el presidente Plutarco Elías Calles y que por ello se la encomendó a uno de los generales de mayor trayectoria, Joaquín Amaro.

En 1925 el Ministerio de Guerra consumía un tercio del presupuesto del país, cuatro veces más que cualquier otra dependencia, lo que era un barril sin fondo, que además alimentaba los cacicazgos de mandos poco escrupulosos.

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Amaro impulsó toda una trasformación administrativa y cultural que permitió con el tiempo, el reinado absoluto de los civiles en la esfera política, desde que Miguel Alemán llegó a la presidencia en 1946. Sin un Ejército reformado y con oficiales educados en otra concepción de su papel, esto habría sido imposible.

Por eso los llamados del general Luis Cresencio Sandoval, secretario de la Defensa Nacional, para respaldar el proyecto de la 4T han causado tanto revuelo.

En efecto, quienes critican estas expresiones, les asiste la razón al señalar que las Fuerzas Armadas deben mantenerse ajenas a lo que es una propuesta partidista.

El general señaló en la ceremonia del 111 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana que “como mexicanos es necesario estar unidos en el proyecto de nación que está en marcha, porque lejos de las diferencias de pensamiento que pudieran existir nos une la historia, el amor por la tierra que nos vio nacer y la convicción de que solo trabajando con un mismo objetivo podemos hacer la realidad de México, esta realidad que cada día sea más prometedora.”

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Los militares se deben guiar por dos premisas: el respeto a la Constitución y la lealtad a su jefe máximo, que es el presidente de la República. Si se hacen ambas cosas, no tienen que existir contratiempo.

El general Sandoval se habría ahorrado algunos disgustos si se hubiera circunscrito a llamar a preservar el proyecto de nación que está escrito en la Constitución y a cumplir con las tareas encomendadas por el titular del Ejecutivo, porque ambas situaciones provienen de la voluntad democrática.

Hay que tener claro que la aspiración de la 4T es eso, una aspiración que para concretarse requiere de procesos políticos y democráticos bastante complejos.

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Es más, Morena y sus aliados en la actualidad no cuentan con la fuerza suficiente para modificar la Constitución y ello es un reflejo del país plural que somos.

Es probable que el general Sandoval no haya medido lo que sus palabras podían desatar, porque en el mismo discurso señaló con precisión que los soldados son ajenos a la política, pero el desliz puede servir para poner fronteras muy claras, y más ahora que los soldados asumen cada vez más tareas, muchas de ellas reservadas, en el pasado, a los civiles.

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