El presidente Andrés Manuel López Obrador sorprendió a varios analistas y a un puñado a aspirantes a suceder a Alfonso Durazo,  con la postulación de Rosa Icela Rodríguez para hacerse cargo de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. 

Pero si se analiza con cuidado, la decisión es lógica porque la funcionaria combina dos cuestiones fundamentales: Es de toda la confianza de Palacio Nacional y sabe de seguridad pública. 

Rosa Icela Rodríguez tiene una amplia experiencia en tareas de gobierno y participó en coordinaciones y gabinetes de seguridad. Conoce de los entretelones de las fuerzas policiales y de las dificultades y oportunidades en el combate a los delitos. 

Trabajó, además, con tres jefes y una jefa de Gobierno, el propio López Obrador, Marcelo Ebrard, Miguel Ángel Mancera y Claudia Sheinbaum.

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Transitó con eficacia esos periodos, tan distintos entre sí, porque es una servidora pública discreta y de resultados. Prefiere la modestia a la estridencia y suele mantenerse ajena a las grillas palaciegas. 

Pero tampoco es que la haya tenido fácil, ya que en más de una ocasión tuvo que enfrentar ataques y descalificaciones, pero los atajó con la consolidación de proyectos y con la medición positiva de su propio desempeño. 

Quizá para definirla habría que utilizar la palabra resiliencia y eso es justo lo que requerirá en sus próximas tareas. 

Pero se equivocan quienes piensan que la llegada de Rosa Icela Rodríguez es un pago o castigo para algún grupo político en particular o para los personajes que tienen aspiraciones en el 2024. Ella tiene fuerza propia y ello se reflejará en el propio ejercicio del cargo. 

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El desafío que enfrentará  es inmenso y por desgracia mucho de lo que está en juego no depende de ella, sino de las propias circunstancias, que en el tema de la seguridad suelen ser cambiantes y peligrosos. 

Además, llegará a una secretaría donde las tareas sustantivas están en manos de los militares y un ejemplo de ello es la propia integración de la Guardia Nacional.

Pero Rosa Icela Rodríguez puede hacer la diferencia en aspectos nada menores, porque esto se lo permitirá su propia relación con el presidente López Obrador de quien es una buena operadora. 

El puesto que ocupará requiere, no hay que olvidarlo, de pericia política, porque muchos de los proyectos se tienen que realizar de manera coordinada con estados y municipios para que funcionen. Rosa Icela Rodríguez puede restaurar e inclusive edificar tramos de confianza, de modo particular con organizaciones de la sociedad civil,  que son necesarios si la prioridad es la construcción de la paz.

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 Esto es urgente  porque  la estrategia de combate al crimen no está funcionando y más vale que se hagan cargo de ello y pronto, porque de otra forma no solo no se revertirá la violencia, sino que puede inclusive profundizarse. 

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