Uno pensaría que ante el estado actual que guarda el país y el mundo, el presidente de México estaría pensando en cómo superar los índices de vacunación de países como Chile, Uruguay y Brasil; pero no. También podríamos pensar que una de sus prioridades sería abastecer de medicamentos, abatir los problemas de inseguridad y desarrollar una agenda interna que buscara la verdadera estabilidad y la atención a los grupos vulnerables. Sin embargo, el presidente no sólo tiene otros datos, tiene otras prioridades.

Día a día se consolidan retos importantes y situaciones prácticamente irreversibles como la catastrófica realidad energética del país y la ausencia de un Estado de Derecho que es evidente y que anuncia el fracaso de una aparente lucha contra la corrupción y los otros vicios de antaño.

El discurso de López Obrador en el Consejo de Seguridad y su participación en la Cumbre de Líderes de América del Norte, están plagadas de inconsistencias, otros datos y asincronismos con respecto a la agenda regional. Los temas coyunturales de la relación con nuestros socios comerciales han estado en el tintero desde hace tres años y la transición política en los Estados Unidos junto con su atropellado mecanismo de gestión interna, ponen a Canadá en una posición de liderazgo y mayor comodidad que aquella con la que México llegó a la Cumbre.

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Si bien es cierto que la reactivación económica, la seguridad, la migración y la competitividad fueron temas eje de la Cumbre, también es cierto que las disparidades en el desarrollo de los países de la región ocupan un tema central y que cobra amplia relevancia por requerir acción inmediata y generación de políticas públicas que fortalezcan a los empresarios e inversionistas que aguardan por el despegue del aún aletargado TMEC.

La Cumbre de Líderes de América del Norte fue la oportunidad política para comprometer a los líderes de la región para tomar acción en temas prioritarios como la reactivación de los empleos a partir del talento de las y los ciudadanos de la región, las acciones sanitarias para estabilizar las condiciones causadas por el Covid-19 y las decisiones conjuntas para disminuir al mínimo el impacto negativo de la crisis en la cadena de suministros.

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Es notable la disparidad en el manejo de la pandemia, pero también lo son las otras prioridades del presidente mexicano, quien no aprovechó su segunda visita a los Estados Unidos para reunirse con liderazgos claves para la comunidad mexicana, para los intereses del empresariado mexicano ni con los liderazgos en el Congreso estadounidense que podrían representar el reinicio de una verdadera cooperación regional.

El presidente mexicano, de regreso a México traerá mucha tarea, encomiendas y compromisos que se enmarcan en el ritmo marcado por nuestros vecinos del Norte; cambio climático y eficiencia energética, repunte económico, contención de la migración y el rigor en el tratamiento de la pandemia.

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