A más de un año de iniciado el confinamiento en México, y con la necesidad del uso de cubrebocas para casi toda actividad, las personas con pérdida auditiva se han visto limitadas al no poder leer los labios de los demás.

Los avances tecnológicos y la creatividad han facilitado y ayudado a que las personas con pérdida auditiva tengan una mejor calidad de vida; audífonos inteligentes que permiten escuchar con más nitidez a través de un cubrebocas, o cubrebocas con ventanas transparentes que dejan ver el movimiento de labios para su fácil lectura, son sólo algunos ejemplos de ello.

La lectura de labios o lectura labiofacial, es un mecanismo alternativo de comunicación para las personas sordas e hipoacúsicas, y abarca tanto los labios, como la cara, las expresiones y el lenguaje corporal, para entender mucho mejor el mensaje que se está emitiendo. Uno de los retos que nos impone la pandemia, es el estar muy conscientes cuando nos comunicamos con alguien a quien se le dificulta oír porque tenemos que hacerlo de manera pausada y pronunciando claramente cada palabra –porque suele ser más fácil entender una oración, que palabra por palabra, ya que el significado a veces se deduce- y, sobre todo, tenemos que ser pacientes para no ejercer presión en quien nos está observando hablar.

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Resulta curioso que a pesar de no existir un número exacto de personas con pérdida auditiva que se auxilian de la lectura de labios, ésta ya sea una práctica muy común actualmente, mucho más de lo que pensamos, incluso entre la gente que oye bien, porque las expresiones labial, facial y corporal complementan el mensaje más allá de las palabras y el tono de voz.

Leer los labios no es algo sencillo de practicar porque, según los expertos, las personas que lo hacen reconocen sólo el 30% o el 35% de las palabras que dicen las personas que les hablan. ¿Por qué? Porque al hablar no se pueden distinguir todos los sonidos en los labios y en la boca; por ejemplo, los sonidos “g” y “j” en palabras como “gato”, “guisante”, “jugar”, “jaleo”, etc., o el sonido “c”, al decir “casa”, “cosa”, “cola”, etc.;  y si a esto le agregamos que algunos sonidos son casi iguales al leerlos en los labios, la lectura se complica mucho más.

Existen muchos sonidos que, aunque suenen diferente, “desde fuera”, se ven igual: “m”, “b”, “p”; por ejemplo, cuando pronunciamos la palabra “boca”, nuestro interlocutor puede interpretar la palabra como “poca” o “moca”, y algo parecido ocurre con los sonidos “n”, “t”, “d”, y con las vocales “i”, “e”.

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Por todo lo anterior, el cuidar nuestra pronunciación y comunicación se vuelve indispensable. Tenemos que ser empáticos y considerados ahora más que nunca con aquellos que sufren pérdida de audición; acompañemos nuestra comunicación de un lenguaje facial y corporal muy expresivo para facilitarles la comunicación, ayuda que seguramente será muy apreciado por ellos.

Además, no olvidemos que por la época que estamos viviendo, con videollamadas cada hora, las personas con discapacidad auditiva también tienen que hacer frente al problema de poder leer los labios a través de una pantalla, ¿un reto más? Sí.

Al final del día, lo más importante es que podamos brindarle a las personas con audición limitada una alternativa eficaz para que puedan comprender nuestro mensaje, involucrarlos, ayudarlos a comprender lo que pasa a su alrededor y evitar así que se pierdan en el mundo del silencio. No es tan difícil, intentémoslo.

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Alejandro Valdez, director de Starkey México*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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