Previo a la aprobación de la reforma energética de 2013, especialistas advertían que no deberían eliminar las prácticas monopólicas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Petróleos Mexicanos (Pemex) sin antes prepararlos para la competencia.

La iniciativa preferente para reformar la Ley de la Industria Eléctrica que aprobó el Congreso de la Unión, es un paso hacia atrás que de forma unilateral pretende remediar los problemas económicos y operativos que desde antes de la reforma energética de hace seis años ya presentaban ambas paraestatales convertidas en “Empresas Improductivas, perdón, Productivas del Estado” (EPEs).

La denominada #LeyCombustóleo, mayoriteada el 2 de marzo por los Senadores de Morena y sus aliados, fue planeada con un sentido simplista de rescatar a la CFE porque bajo la anterior ley estaba obligada a comprar la energía más económica a los productores privados y, por dar prioridad a esa electricidad, subutilizaba sus plantas termoeléctricas que operan principalmente con combustóleo.

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Para Pemex la producción de combustóleo se ha convertido en una pesadilla ya que al refinar un barril de petróleo casi el 30% de ese volumen resulta combustóleo, debido a la baja calidad del crudo mexicano. Comercializa la gasolina y diésel, pero cada vez tiene más problemas para vender el contaminante combustóleo.

Ahora podrá poner en marcha sus plantas de energía, aunque pueda resultar menos económica y más contaminante. Podrá dejar para el último  la energía limpia que producen los privados en plantas eólicas, solares y la de ciclos combinados -que utilizan gas natural- que no son tan limpios, pero sí más eficientes.

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Dicha medida legal tendrá como efecto una cascada de amparos y denuncias ante paneles internacionales de arbitraje que obligarán a México a pagar indemnizaciones y penas por incumplimiento de contratos, lo cual agravará aún más la deteriorada situación económica del país, pero Andrés Manuel López Obrador lo que quiere es rescatar las empresas públicas a costa de lo que sea porque siente que es la manera de rescatar la soberanía nacional aunque eso se pueda traducir en apagones, tandeo de electricidad y deterioro de la infraestructura eléctrica porque es un hecho que la actual política energética está ahuyentando las inversiones.

Como a todo hay que verle el lado positivo, preparémonos para volver a escenarios románticos iluminados con velas y a disminuir nuestro consumo de energía, aunque eso signifique menor productividad y menor crecimiento económico, pero con “soberanía energética” como quiere el residente de Palacio Nacional.

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