Una de las ventajas que se resaltan de toda empresa familiar, es que tiene sus valores más arraigados. Al formarse como un proyecto personal, este tipo de organizaciones se guían con mayor apego según la misión, objetivos e ideología que la vieron nacer, y al tratarse de un proyecto en donde se suman más integrantes de la familia, lo lógico es asumir que se comparten los códigos de conducta, generación en generación.

Quizá, en la mayoría de las ocasiones, así sucede. Sin embargo, existe siempre la posibilidad de que algunos integrantes busquen otra cosa, ya sea porque se trata de una generación diferente o, simplemente, su experiencia les indica que el camino debería ser distinto. Este choque, por así decirlo, es común, y si se gestiona de la manera adecuada, puede ser muy provechoso para la empresa, porque es lo que le ayuda a mantenerse atenta a las nuevas tendencias o lo que le anima a tomar un camino riesgoso, pero con mejores resultados.

¿De qué hablamos cuando hablamos de valores en la empresa?

Los valores tienen mucho que ver con las cosas que les importan más a las empresas: calidad, servicio, productividad, eficiencia, armonía y resultados. Son un reflejo de la cultura de la organización, sus principios éticos y la forma en que la identifican. Así como ocurre con las personas, los valores de una empresa son parte integral de su personalidad porque a través de ellos guía la toma de decisiones, conductas, reglas y sanciones.

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En la empresa familiar, son aún más importantes porque se relacionan directamente con los integrantes que la fundaron y quienes se suman a ella. Es más probable que una empresa familiar mantenga los ideales que la crearon que una que tiene que responder a accionistas externos, no importa hasta dónde crezca su negocio. Eso permite que la gente que colabora en ella también se identifique con el trabajo que hace y los objetivos que ayuda a alcanzar.

Dice un manifiesto de la empresa Dascher, publicado en su blog:

«El verdadero detonante de muchas empresas familiares es el sentido de conexión e identidad que sienten los dueños y los miembros de su familia respecto al negocio, y cómo impactará a los empleados y, en última instancia, a los clientes».

A eso me refiero con los valores de una empresa: el sustento inmaterial que logra cohesión en los equipos de trabajo, que exista un bien común y que se haga lo posible para mantener vivos los ideales que le ayudan a estar activa. De ahí se derivan los buenos resultados que se miden con datos de productividad, ingresos del negocio, satisfacción y sentido de pertenencia de quienes laboran en ella.

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¿Pero cuándo no pasa esto?

Creo que una de las grandes lecciones al respecto la rescato de una de las películas favoritas de muchos: El Rey León, la animación de Disney que trajo una versión nueva a la historia de Hamlet, en la historia de un joven león que huye de su reino cuando su padre es asesinado por su tío, aunque eventualmente debe tomar acciones para recuperar su corona y asumirse como el verdadero heredero.

Pareciera que voy a tomar otro camino (el asunto de la sucesión, pensará más de una persona), pero en realidad quiero hablar de la importancia de compartir valores para que la empresa familiar se mantenga fuerte, y las relaciones a su interior no se dañen más allá de lo reparable, tal como ocurre al inicio de la historia de esta película.

Los valores no compartidos y la tragedia en El Rey León

Al inicio de la historia, se nos presenta a Mufasa, el rey original, como un gobernante duro, pero sabio, respetado por los súbditos y hasta querido por la mayoría de ellos. Gracias a su gestión, el reino es próspero, funciona armónicamente y por lo tanto recibe a su primer heredero (porque nació hombre) en medio de un festejo entusiasta, compartido por todos.

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Por todos, excepto por el hermano del rey, Scar, que ve con la llegada de su sobrino otra razón por la que no será dueño de la corona en un futuro próximo. Esto da pie a una serie de acciones que se desencadenan a partir de los valores no compartidos entre los personajes y la manera en que toman decisiones, porque tal vez no solo el tío esté equivocado.

  • Las decisiones las toma una sola cabeza

El rey es todo, es quien puede tomar las decisiones, lo deja afuera las opiniones de otras personas o, incluso, comunidades. No olvidemos que las hienas estaban condenadas a una tierra oscura (donde no llegaba la luz) y diezmada por una mala administración de recursos, claro, pero también porque estaba limitada. ¿Qué pudo haber sucedido si Mufasa se sentaba a discutir con Scar sobre la manera de regir su territorio, en lugar de hacerlo a un lado?

  • El rey nunca se equivoca

Una de las peores características que se puede tener es pensar que se sabe lo que se hace. El mundo es demasiado complicado. El activo más valioso que cualquier ejecutivo, o rey animado, pudiera tener es la de reconocer que no se sabe todo, y que no se puede manejar todo. Cuando se tiene tal actitud, se buscará consejo, se abrirán los ojos y se escuchará con mayor atención a quienes trabajan en la empresa, a los clientes y proveedores. La arrogancia de pensar que se sabe lo que se hace podría suponer la propia caída, tal como le sucedió a Mufasa cuando intenta salvar a su hijo de la estampida de ñus.

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  • El rey no escucha a nadie

Esto es algo que ocurre a lo largo de toda la película. A pesar de que Mufasa cuenta con un séquito de consejeros, no son capaces de adelantarse a las intenciones de Scar y se da por sentado porque no existe una amenaza en el rey, a pesar de que todas las señales indicaban que el hermano podría rebelarse y unirse a las hienas, quienes no están contentas con la gestión de un rey que las tiene exiliadas. Mufasa tampoco escucha a Simba, su hijo, cuando le dice que quiere ser más aventurero e independiente, al enfocarse solo en los peligros que le pueden acechar.

Ahora pensemos en Scar, quien también demostró deficiencias una vez que por fin estuvo en el poder.

  • No delega tareas

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Al menos Mufasa tenía un selecto grupo para ayudarle. Scar intenta hacerlo todo él mismo, lo que termina abrumándolo.

  • No es un buen líder

Mufasa tenía un grupo que no lo respetaba, las hienas. Pero no las mantenía dentro de su reino, y respetaba los límites de su comunidad para evitar problemas. Cuando Scar las acepta de nuevo, no hace un buen trabajo en unificar ambos territorios, y permite que las hienas devoren todo, lo que le afecta también a él cuando la comida escasea.

  • Se concentra en la venganza, no en administrar su reino

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Scar pasa la mayor parte del tiempo haciendo planes en contra de sus enemigos, en lugar de poner atención a las necesidades de los súbditos. Eventualmente, esto causa que quienes están bajo su gestión, descubran que no son importantes para el rey y, por lo tanto, es más fácil desobedecer sus órdenes. Incluso en el caso de las hienas.

Una cosa que me llama la atención es que, cuando la historia se resuelve, vemos que Simba descubre que su tío es el verdadero asesino de su padre, recupera la corona y restablece la armonía que conocimos al inicio. Pero no nos enteramos cómo lo hizo, y pienso que hubiera sido muy interesante conocer cómo hizo para integrar los valores que aprendió cuando vivió en la jungla junto a Pumba y Timón, a base de una dieta vegetariana y a base de insectos —nada de carne roja—, con una actitud más relajada, sin las ataduras que hicieron a su padre una figura autoritaria y un tanto fría. Porque una empresa también necesita que sus valores puedan evolucionar, abrazar otros que le permitan reconocer prácticas no tan convenientes y que ayudarán a que siga adelante, con talento valioso y un legado sólido.

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