La democracia es un mercado, unos venden y otros compran.  El mercado es uno de los mejores inventos de la humanidad, pues permite la colaboración entre colectivos de una manera pacífica en oposición a la rapiña, la guerra y el hurto.

Nadie lo inventó, emergió como una manera de convivencia entre individuos egoístas: todos quieren comprar al mejor precio y todos quieren vender al mejor precio, pero para lograrlo hay que colaborar. Hay que respetar las reglas, honrar los compromisos, hay que ofrecer buenos productos. Fue un cambio de magnitud sumamente importante para la humanidad.

Es un juego infinito, no importa quién sea el ganador hoy o mañana, sino que haya competencia y mercado. Si el juego continúa, todos ganan, incluso los perdedores del momento.

Entre más competido sea el mercado, mejor para los compradores. Si, en cambio, se forman monopolios u oligopolios, se falsean los precios y los bienes.

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Los monopolios que preocupan no son los que se forman de manera temporal y natural por la habilidad y el mérito de algunos participantes, sino los monopolios artificiales creados para darle ventajas a algunos de manera permanente.

Ningún mercado es perfecto, quizá lo más perfecto que tengamos actualmente es el mercado emergente de finanzas descentralizadas “DeFI” en el entorno crypto, en donde la información es transparente para todos y no hay barreras de entrada: se empata el talento y el dinero, el potencial y la energía. Todo es transparente, “open-source”, y quien quiera formar un monopolio se queda fuera del mercado de manera inmediata.

La democracia dista mucho de ser un mercado político perfecto, aunque sí hay sistemas con mayor grado de libertad, mejor flujo de información, mayor respeto a las reglas y mejores resultados.

Últimamente, hemos visto un “bull-market” (mercado de compra masiva) hacia los populistas. Sus acciones han subido dramáticamente, pues supieron leer el desencanto de muchos electores (bear-market) con los políticos tradicionales.

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En su estrategia de venta le ofertan al elector la recuperación del poder personal y a los más fanáticos o desposeídos, el ligarse a una causa más grande. En Estados Unidos es el poder de los blancos; en Turquía o Hungría quizá es el mantener los valores de la familia, la sangre y las tradiciones; en Latinoamérica, es el combate a los privilegios y la explotación de unos por otros. Por ello, el populismo tiene tintes de religión: me re-ligo a una comunidad con un dios que me guía y un diablo al que hay que combatir (inmigrantes, neo-liberales, fifís, no-blancos).

Pero el ser humano no es tonto, por lo menos, no de manera reiterada, y aún los más religiosos entienden que si la nueva acción no es buena, hay que venderla. El mercado es más poderoso que la Iglesia porque a la larga genera decisiones más racionales y mayor beneficio; por más creyente que se sea, nadie compra tomates caros. 

El líder populista sabe que los mercados cambian y lo que era mercado eufórico puede convertirse en mercado en desbandada. Por ello, intentan crear un monopolio artificial para cambiar las reglas, para evitar la competencia. Por ello son peligrosos, porque no desean un juego finito con ellos y sus compadres de ganadores permanentes.

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Muchos mexicanos siguen creyendo que la 4T es la mejor acción del momento, aunque el mercado los desmienta todos los días. Son como aquellos compradores de acciones chatarra que no quieren reconocer la pérdida evidente, no hay mucho que hacer por ahí.  Pero la mayoría de los electores aún no encuentra una nueva acción qué comprar. Son los indecisos, los que no quieren las viejas acciones del PRIAN, pero ya no le ven valor a las acciones 4T.

Sí por México tendrá que reconvertir las acciones de la alianza Va por México en una auténtica oferta ciudadana, con frescura y con la importante idea de contribuir a la competencia política en beneficio de los individuos.

Sin duda es un juego de expertos electorales, pero tiene que llevar fondo para ser creíble. Los mercados no se controlan, se auto-ordenan. Hay que poner los incentivos correctos para que el mercado mexicano reaccione con inteligencia y rapidez. De otra manera, nos quedaremos con los bonos chatarra de la 4T en una gran pérdida de valor económico y social para los mexicanos y, sobretodo, con la creación de un monopolio artificial, una autocracia, mantenida a punta de represión y engaños, como todas las autocracias.

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*Santiago Roel R. es director y fundador de Semáforo Delictivo, herramienta de rendición de cuentas, evaluación y análisis del comportamiento de la delincuencia y violencia en México.

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