Nadie queda indiferente luego de ver Hongos fantásticos (2019), del estadounidense Louie Schwartzberg, ya que atrapa a su espectador tal como hace la naturaleza con el carbono. Es un viaje vertiginoso por el reino fungi y, al mismo tiempo, una nueva lección de cómo dependemos del resto para vivir.

El documental se adentra en los hongos y especialmente en el micelio. El aparato vegetativo de la especie que absorbe nutrientes por medio de hifas. Una serie de filamentos blancos, semejantes a la seda, que se distribuyen bajo tierra en forma de red y que vigorizan al mundo que yace en nuestros pies. El registro audiovisual da cuenta de cómo esta y otras cualidades han repercutido positivamente en ramas científicas como la medicina, con casos de gente que superó el cáncer, estados de estrés, incluso depresión, gracias a su desarrollo como medicamento.

Pero hay otro punto más interesante. El micelio también facilita la comunicación entre los árboles, ya que regula la interacción entre el suelo, sus nutrientes y los bosques. Varios expertos, evidencia mediante, aseguran que las distintas especies arbóreas pueden reconocer las ventajas de un lugar, los aspectos que tienen en contra y en qué estado se encuentran sus pares. Incluso pueden enfrentar la carencia de nutrientes redistribuyendo la cantidad de unos y otros.

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En pocas palabras, gran parte de nuestra existencia se debe a su conexión subterránea. A su lógica colectiva, de vida en comunidad, incluso en momentos complejos. Una estrategia natural que bien podrían adquirir distintos países del mundo ante la crisis climática que estamos viviendo. Una que el IPCC calificó como irreversible y que exige tomar cartas en el asunto.

Son necesarios los acuerdos globales basados en la innovación, tal como los hongos y su degradación, que promueve día a día organismos nuevos. Para Michael Frédeau, líder mundial del área de impacto climático en el Boston Consulting Group, la innovación climática es indispensable para lograr el carbono zero, mientras que para Dinara Gershinkova, presidenta del Comité Ejecutivo de Tecnología de la ONU, la innovación tecnológica acelera los esfuerzos para implementar acciones climáticas que cumplan con los objetivos del Acuerdo de París.

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Incluso Greta Thunberg fue reconocida por su faceta innovadora, cuando recibió el Premio Gulbenkian de Humanidad (2020). “Reconocer a las personas, grupos u organizaciones de todo el mundo cuyas contribuciones a la mitigación y la adaptación al cambio climático se destacan por su innovación e impacto”, busca el galardón. Y la Secretaría de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, precisó que la carbono neutralidad puede conseguirse por medio de la transferencia tecnológica, a una escala inédita, entre países desarrollados y en vías de serlo.

Debemos ser como el micelio y extender nuestro alcance innovador y de renovación por todo el mundo. Pensar en los continentes como bosques conectados entre sí, para contrarrestar el cambio climático, uniéndonos como en una red donde sabemos lo que necesita el resto porque todos buscamos una mejor calidad de vida. 

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Ignacio Parada da Fonseca, CEO de BioElements.*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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